Rafael Ruiz Pleguezuelos (Granada, 1974) es escritor y crítico literario?. Es Doctor en Filología por la Universidad de Granada. Columnista habitual en medios culturales, su último libro es Saturno en Agosto (Invasoras, 2019).
Puede presumirse que esta Navidad, incluso para las personas que menos crean en ella o que más se hayan apartado de su espíritu familiar y festivo, será más sentida y vívida. Quizá todo lo malo que nos está ocurriendo nos acerque a una experiencia más sincera de estas fiestas, de menos cigala y más recogimiento, de menos centro comercial y más charla en el sofá. Porque pienso que la desgracia trae aparejada la dolorosa paradoja de brindar oportunidades, me atrevo a predecir que durante este periodo festivo las personas sensibles rescatarán emociones que solamente habían sentido cuando niños.
La pandemia nos ha acercado a la celebración del presente, del aquí y ahora, y ha reforzado la pertenencia a una familia, al calor de un hogar, a la felicidad de la sencillez recogida y custodiada en las paredes de la casa. Cuando escribo esto, ni siquiera sé si podremos disfrutar en familia o si se permitirán reuniones que vayan más allá de la vivienda de cada uno. Probablemente no.
La literatura puede hacer mucho para intensificar esa sensación que les anticipo. En la historia de la ficción hay relatos y libros notables que construyen la leyenda dispersa de la Navidad. La lista no empieza y acaba en la archiconocida Cuento de Navidad, de Charles Dickens. Para los corazones sensibles y enamorados, el norteamericano O. Henry nos regaló su inmortal The gift of the Magic (Título normalmente traducido con el libérrimo y muy aclimatado a nuestras tradiciones El regalo de los Reyes Magos). Leyendo A sangre fría, quién diría que Truman Capote podría ofrecernos una buena narración de Navidad, pero es que se nos olvida que el norteamericano es escritor de preciosa sensibilidad, y si no lo creen acérquense a El arpa de hierba. Escribió para una Navidad como la del 2020 Un recuerdo navideño, relato que comienza con ese evocador: «Imaginen una mañana a fines de noviembre.» En sus Crónicas de Narnia, ese imaginador de mundos imposibles que es C.S. Lewis nos transporta a la Navidad en El león, la bruja y el ropero. No se puede decir que sea un libro típico ni tradicional, pero no me cabe duda de que es una buena experiencia literaria, si transitar por la fantasía es lo suyo. Conan Doyle nos ofreció el curioso y poco difundido El carbunclo azul, con un Holmes visitando a su inseparable amigo Watson un 25 de diciembre y topándose, naturalmente, con un ingenioso misterio. El muñeco de nieve, de Raymond Briggs, sufre del síndrome Saint-Exupéry: una de esas historias para niños que comienza a entenderse de verdad a partir de los cuarenta. La cerillera, de Hans Christian Andersen, es otra de esas referencias obligadas. Guy de Maupassant ofreció en Cuento de Navidad una de esas historias redondas y bien cerradas que le son típicas. Hasta Ray Bradbury, visionario de la ciencia ficción, tiene un curioso Cuento de Navidad con más atención a las estrellas y los viajes espaciales que a la chimenea de casa.
La representación hispánica, sin ser la mejor (el subgénero se nos resiste por alguna razón), también propone alguna que otra lectura. Rafael Alarcón Sierra concibió un libro llamado Cuentos españoles de Navidad: de Bécquer a Galdós que recoge lo más representativo. Valle-Inclán firmó La adoración de los Reyes, que no pueden dejar de leer. Azorín, en su prosa cantora, nos obsequió con Lo que lleva el Rey Gaspar. Yo quizá me quedo con los textos de Emilia Pardo Bazán, que son muchos y de calidad: Cuentos de Navidad y de Reyes, Cuentos de Navidad y Año Nuevo, Los santos Reyes…
En los días previos a las fiestas, y durante ellas, complementen cuanto sientan con alguna de estas lecturas. Avivarán la experiencia, elevarán su visión de cuanto les ocurre, les aclararán el pensamiento y, muy probablemente, les provocarán alguna lágrima.
Rafael Ruiz Pleguezuelos.