Se diría que en nuestra realidad coexisten diferentes versiones alternativas de Vicente García (Palma de Mallorca, 1971). En una de ellas, Vicente es un editor con 25 años de experiencia capitaneando la nave de Dolmen; en la otra, Vicente es el autor que, tras publicar cinco entregas de la exitosa saga de zombis Apocalipsis Island, decide dar el salto a la literatura fantástica para traernos El libro de Sarah. Aprovechando un nexo en el multiverso, juntamos al Vicente autor y al Vicente editor por hablar con ellos sobre mundos alternativos, literatura y el origen de las ideas.
Sarah es una adolescente que un día descubre la existencia de multitud de universos paralelos habitados tanto por versiones alternativas de todos nosotros como por algunos de los protagonistas de las novelas más famosas de todos los tiempos. ¿Qué pueden esperar encontrarse en esta nueva entrega los lectores de los anteriores libros de la saga?
Ante todo mucho entretenimiento y la posibilidad de sumergirse en una realidad completamente diferente a la nuestra. Mi reto es intentar atrapar al lector desde el principio hasta el final, crearle una adicción y que le cueste desprenderse de la novela. Y además, ampliar el concepto de lenguaje metaliterario; es un ejercicio arriesgado pero que creo que ha sido bien integrado en la novela. Siempre intento aportar algo nuevo en cada obra, y creo que la aparición e interacción del propio autor en esta novela, y más si tenemos en cuenta la forma en que lo hace, le ha dado ese punto de originalidad pretendida.
La protagonista es una mujer fuerte que no necesita ser salvada por el héroe de turno, un personaje femenino en un rol que tradicionalmente han desempeñado los hombres ¿Cómo nace este personaje? ¿Cómo ves su evolución a lo largo de los tres libros que has escrito?
Muy al principio tuve algunas dudas al respecto de que la protagonista fuera una chica, sobre todo por el tema comercial (por desgracia, parece que los buenos papeles se los queden siempre los personajes masculinos). Pero conforme iba escribiendo la novela me di cuenta de que era la decisión correcta; la única posible, de hecho. Es el libro de Sarah, ella es la que le da nombre. En cierto modo creo que hemos ayudado a acabar con el mito de que los personajes femeninos no venden, sobre todo porque en la actualidad hay muchísimas lectoras jóvenes que buscan personajes fuertes e interesantes con los que identificarse.
Lo curioso es que muchas de las reseñas que han aparecido destacan lo trabajado que está el personaje de Sarah, lo real que parece y su fuerte personalidad. En el fondo, los personajes son como los hijos: tienes en mente cómo te gustaría que fueran, pero no cómo acabarán siendo; tienen una energía propia y un punto incontrolable, una rebeldía que les impulsa hacia lugares por los que en principio no pretendías conducirles. Sarah es un personaje que ha evolucionado mucho a lo largo de los tres libros, ha tenido que enfrentarse a situaciones morales muy complicadas para alguien de su edad. Pero ha logrado crecer y madurar.
Has encontrado la manera de darle una vuelta de tuerca al tema del multiverso y de las realidades alternativas a través de un enfoque metaliterario, en el que incluso te has atrevido a aparecer como uno más de los personajes. ¿Cómo se te ocurrió convertirte en personaje de uno de tus libros?
Fue una apuesta arriesgada, ya que intenté ir un poco más lejos de lo habitual, aunque luego lees Niebla de Unamuno y te das cuenta de que parece imposible resultar original. Aun así, en el tercer libro hay un nuevo giro de tuerca, algo bastante más original en un intento de ir más allá y tratar de aportar algo al género literario. Se trata de una idea que no fue premeditada, y he de confesar que me gusta la deriva que está cogiendo la cosa.
El libro de Sarah funciona también como una reflexión sobre el acto de crear. Planteas la teoría de que todos los personajes de ficción existen en realidades alternativas y que los escritores lo que hacéis es reflejar por escrito las visiones que tenéis de esos mundos. ¿Dónde encuentras tú la inspiración?
Es una parte de mí mismo, algo que descubrí cuando apenas sabía escribir. Recuerdo que con apenas ocho años un profesor me regañó en clase por no prestar atención y dedicarme a escribir historias en unos papelillos (que luego grapaba como si fueran un fanzine). Me di cuenta de que se me daba bien el crear relatos y he tenido la suerte de seguir esas sabias palabras de Confucio que dicen: «Elige un trabajo que te guste y no tendrás que trabajar ni un día de tu vida». De modo que me basta con sentarme delante del folio en blanco para que la inspiración aparezca sin más.
El capítulo perdido es la tercera entrega de El libro de Sarah, que lleva vendidos 12.000 ejemplares. ¿Esperabas este éxito?
No, en absoluto. Mentiría, y mucho, si dijera lo contrario. Esperaba que se vendieran muchos menos ejemplares de la primera novela, me hubiera dado por satisfecho con 1000 o 1500, ya que con eso se hubiera garantizado la continuidad de la saga. Pero en absoluto hubiera esperado que se fueran sucediendo las ediciones de semejante manera, ni el llegar hasta nueve países de Sudamérica, el que tuviera una edición de bolsillo o que se hiciera una caja especial con una taza de regalo.
¿Cómo ha sido el salto del apocalipsis zombi de la serie de Apocalipsis Island a la fantasía juvenil? ¿Tienes previsto explorar nuevos géneros en el futuro?
Fue una transición muy normal ya que en ambos géneros hay muchos elementos fantásticos. De pequeño devoraba los libros de fantasía e imagino que éste es mi pequeño tributo al género.
Por ahora, mi idea es continuar al menos un par de años más con Sarah, cerrando la trama y explorando algunas historias relacionadas con el personaje y su universo; se han abierto algunas puertas que me apetece explorar y ver hasta dónde me pueden llevar. Más allá de eso tengo un par de historias pensadas que están basadas en hechos reales, de modo que en ese caso el salto sí será grande.
Imagino que en ese caso una de las diferencias principales será el tener que documentarse, algo no muy necesario en tus libros recientes.
Es curioso porque, a pesar de ser una obra de fantasía, he tenido que documentarme mucho más de lo que puedas imaginarte. He tenido que releer obras como Alicia en el País de las Maravillas, Los tres mosqueteros o 20.000 leguas de viaje submarino para intentar que las voces de los personajes que aparecían sonaran igual que las originales. Curiosamente, Don Alonso Quijano tiene una escena muy breve en el tercer libro para la que extraje una frase textual de El Quijote, ya que no me atrevía y me parecía un sacrilegio el poner palabras ajenas en boca del personaje de Cervantes.
¿Hay muchas diferencias entre cada una de las Sarah que aparecen?
Son personas completamente distintas que únicamente comparten entornos similares, cada una con su historia y su pasado. He intentado que cada versión de Sarah tenga su voz, hasta el punto de intentar que haya conversaciones entre ellas en las que no sea necesario indicar cuándo habla una u otra. Es un ejercicio arriesgado, pero creo que ha salido bien
No, sencillo no parece. Y ya que estamos con ese tema, y para terminar, ¿ha sido eso lo más complicado de este tercer libro?
Creo que eso ha sido lo más arriesgado, aunque al final resultara un ejercicio incluso divertido. Lo más complicado ha sido ligar toda la trama, hilar toda la historia que se había construido de fondo y hacer que todo cuadrara. Tampoco ha sido sencillo darle un espacio a todos los personajes. Como hablábamos antes, puede parecer paradójico que un libro que parece tener una protagonista tan clara, Sarah, acabe siendo una obra coral, con personajes que entran y salen, que aparecen y desaparecen. Darles voz a todos e intentar, en el caso de aquellos que no son «míos», que se parezcan al original no resulta sencillo y suponía una gran responsabilidad.
El libro de Sarah: el capítulo perdido, Vicente García del Castillo, Dolmen, 480 pp., 17,90 €.
Por Gabriel Romo.