Con cuarenta libros publicados y un ejército de lectoras a las que llama «guerreras», Megan Maxwell es más que una escritora: es un fenómeno mediático. Muy activa en redes sociales, es agradecida y generosa: puedes pedirle lo que quieras… Pero no se te ocurra decirle que escribe «novela rosa.»
Josan Hatero
«Tengo la manía de escoger primero un título antes de ponerme a escribir.»
«Quería que el lector sintiera el calor, la excitación, la turbación y el deseo incontrolable que el personaje sentía en la novela.»
La primera pregunta es inevitable: ¿Por qué un seudónimo anglosajón? ¿Por pudor, por seguir una tradición o por visión comercial? ¿Fue idea tuya o te lo propuso la editorial?
La protagonista de la primera novela que escribí se llamaba Megan. Le puse ese nombre porque siempre me gustó, era el que yo utilizaba en Internet y porque algo en mí me dice que si mi vida hubiera sido diferente, seguro que me habría llamado así. Escribo con seudónimo porque me identifico con él, no porque nadie me lo impusiera.
Una vez decidí publicar con el nombre de Megan, como se me hacía corto, así que busqué un apellido: Maxwell, en homenaje a un cantante que me gusta mucho que se llama así. Megan Maxwell: me gustó como sonaba ¡y de ahí mi nombre!
¿Tienes algún ritual a la hora de escribir?
Siempre escribo en mi despacho, al que yo llamo «la bat cueva», donde estoy rodeada de mis cosas y mis recuerdos, lo cual me ayuda a inspirarme. Y sigo un horario estricto: de lunes a viernes de diez de la mañana a ocho y media de la tarde, con una pausa para comer. Lo primero que hago es contestar emails y mensajes de redes sociales. Todo lo llevo yo misma porque me gusta el contacto diario con mis Guerreras y Guerreros a los que les debo muchísimo por todo lo bonito que me está pasando. Después repaso lo escrito el día anterior y a continuación comienzo a escribir. Normalmente lo hago con música, que es mi gran fuente de inspiración; sin ella me sería muy difícil vivir.
Cuando termino, alrededor de las ocho y media de la noche, ceno y luego me siento en el sofá a ver la televisión, al tiempo que sigo contestando mensajes de redes sociales en mi iPad, porque no me olvido de que a esa hora mis Guerreras y Guerreros del otro lado del charco es cuando comienzan a conectarse.
Dices que la música es tu mayor inspiración, ¿más que de la vida real?
En ocasiones, cuando escucho una canción, cierro los ojos y simplemente con ciertas melodías puedo imaginar miles de historias. Otras veces, las letras de las canciones me hacen ver la historia que me cuenta y simplemente me dejo llevar.
¿Cuál es la chispa que te lleva a querer escribir una historia? ¿Empiezas con un personaje y luego desarrollas la trama?
La chispa es la necesidad de contar algo que en ese instante me apetece. Y todo comienza con el título. Tengo la manía de escoger primero un título antes de ponerme a escribir. Una vez lo tengo, imagino los personajes y sus tramas. Y tengo la gran suerte de que esos personajes aparecen pronto en mi vida y me ayudan a contar sus vivencias.
Novela rosa, novela romántica, para mujeres… ¿cómo definirías tu literatura?
Mi estilo de literatura encaja dentro de la novela romántica. No me gusta cuando la llaman novelita rosa, no por el nombre en sí, sino porque el tono implica desprecio. Da igual que la novela romántica sea leída por mujeres o hombres. Creo que el amor es universal, algo que en algún momento dado de nuestras vidas todas las personas hemos sentido y como tal ha de ser leído.
¿Cuál crees que es el motivo de tu éxito, qué hace que conectes con tantos lectores?
Siempre digo que el 50% de mi éxito son mis Guerreras y Guerreros, que son las personas que me leen y me siguen. Cuando hablo con ellos me dicen que se identifican muchas veces con mis personajes, y que la manera en que les cuento la historia les hace vivir una montaña rusa de emociones, que tan pronto les hace reír, como enfadarse o llorar. También me dicen que les acompaño en momentos muy duros de su vida sacándoles una sonrisa o que, a través de lo que escribo, deciden comenzar a luchar por sus vidas. Todo eso me emociona y me hace querer seguir escribiendo.
En definitiva, creo que el motivo de mi éxito es que les hago olvidarse del mundo mientras me leen.
¿Crees que parte de ese éxito se debe a tu implicación en redes sociales?
Como te dije antes, yo misma gestiono mis redes sociales, a pesar del tiempo y el esfuerzo que en ocasiones conlleva, porque me gusta ser una Guerrera más. Y porque es mi forma de agradecerles todo el cariño que recibo de su parte. Cuando viajo por España o voy a países como México, Brasil, Colombia, Chile, Argentina, Portugal etc., mis Guerrera/os son maravillosos conmigo. Son cariñosos, atentos, comprensivos y ¡exigentes! Siempre me preguntan «¿para cuándo al siguiente, Megan?»
Entonces, además de acortar distancias entre autores y lectores, ¿consideras que las redes sociales son importantes a la hora de promocionar un libro?
Por supuesto, hoy por hoy son una gran parte de nuestras vidas y a mí me han ayudado a darme a conocer. Las redes sociales son estupendas para promocionar cualquier trabajo, siempre y cuando lo hagas con lógica, sensatez y cabeza. Aunque también hay cierto tipo de gente sin escrúpulos que se dedican a crear polémica y maldad.
Has sido traducida a otras lenguas (francés, italiano, portugués, ruso, inglés…), ¿funciona la novela romántica española en el extranjero?
La novela romántica española, hasta hace bien poco, no tenía visibilidad ni en España. Por suerte, en estos últimos años algunas editoriales han empezado a apostar por los autores de aquí, que nos estamos dejando la piel para demostrar que estamos a la altura de los escritores extranjeros. Poco a poco se nos empieza a conocer más allá de nuestras fronteras, y algo me dice que esto va por buen camino.
Da la impresión de que el erotismo cada vez está más presente en la literatura romántica. ¿A qué crees que responde?
El erotismo siempre ha existido en la literatura romántica, y estoy encantada de que actualmente esté más presente. En mi serie Pídeme lo que quieras, quería que el lector sintiera el calor, la excitación, la turbación y el deseo incontrolable que el personaje sentía en la novela.
Sin duda, las mujeres hemos evolucionado con el tiempo. Hoy por hoy, somos capaces de hacer cosas que antes se nos negaba, no porque no pudiéramos hacerlas, sino porque simplemente no se nos permitía. Siempre digo que si hubiera escrito Pídeme lo que quieras hace años ¡habría sido un escándalo! Simplemente por el hecho de escribirlo una mujer. Pero no, por suerte vivo en un mundo en el que yo, como mujer, elijo lo que quiero escribir y nada ni nadie me lo puede negar. Y no me lo puede negar porque aquí estoy yo para defenderme, como lo están miles de mujeres en el mundo. Y si digo esto es porque he sido criada por una madre soltera. Mi madre es mi gran Guerrera, la mujer que me sacó adelante sin la ayuda de ningún hombre al lado, y como imaginarás siempre defenderé los derechos de las mujeres.
Ya que hablamos del tema, alguna gente considera que la literatura romántica es machista en cuanto que refleja algunos tópicos (hombres oscuros encerrados en sí mismos y damiselas en apuros), ¿qué opinas al respecto?
¡Me parece un horror! Ese tipo de literatura es la que se escribía hace años. Actualmente, la literatura romántica es diferente o, al menos, las escritoras y escritores intentamos actualizarla para que ese tipo de literatura deje de existir. En mis novelas las damiselas en apuros no existen, y si existen, te aseguro que ellas solitas se sacan las castañas del fuego con esfuerzo y tesón.
No voy a olvidar que escribo literatura romántica, porque es lo que me gusta. En mis novelas encontrarás dos personas que se conocen y se enamoran, pero eso no quiere decir que la mujer tenga que estar dos pasitos detrás del hombre. En mis novelas NUNCA encontrarás eso porque las mujeres son GUERRERAS.
¿Qué consejo darías a una de tus guerreras que quiera comenzar a escribir? ¿Y qué cosa no repetirías si pudieras volver atrás en el tiempo?
Aconsejar en este mundillo es complicado, pero le diría que tenga paciencia. El mundo de la literatura es lento. Y como ejemplo me pongo a mí misma, que estuve unos doce años enviando manuscritos a las editoriales y siempre me los rechazaban. Pero con paciencia, tesón y esfuerzo, finalmente conseguí que un editor se fijara en mí ¡y aquí estoy!
En cuanto a lo que no repetiría, creo que nada. Si cambiase algo de mi pasado, no me llevaría a mi presente, por lo que prefiero dejarlo como está.
Josan Hatero.