No hay duda de que la novela negra vive una época dorada, pues con solo echar un vistazo a las novedades editoriales nos vemos invadidos por un alud de nuevos sellos y autores. A ello se añaden encuentros y jornadas que giran alrededor de este género, encabezados por los tres grandes festivales, Barcelona, Gijón y Getafe.
¿Cuál es el secreto del éxito? ¿Refleja el género las miserias y violencia del mundo actual? ¿La debilidad y los miedos humanos? ¿Busca simplemente el lector evasión y entretenimiento?
Desde los autores nórdicos hasta tramas del mundo anglosajón o autores en lengua española, el lector tiene donde elegir.
«La Inglaterra victoriana (y el mundo en general) verá con buenos ojos a las intuitivas damas discretamente tercas.»
«Las damas de Raymond Chandler y otros insignes autores destacaban como víctimas o secretarias, o como bellísimas zorras que meten en líos a tipos como Philip Marlowe.»
La ley, el crimen y la dama
Imagine el lector una chica joven, huérfana, en el siglo XIX en Inglaterra, que ha encontrado al hombre de su vida. Pero las graves insinuaciones sobre el pasado de su marido inoculan en ella el germen de la curiosidad. Hay un momento, un capítulo extraordinario, cuando la joven esposa está a punto de desoír el mandato de «no investigues», «ni se te ocurra saber» y, sobre todo, la voz que le dice «ignorante serás feliz».
La joven Valeria —La ley y la dama (1875)— es terca (como otras mujeres de Wilkie Collins). Pero también una adelantada que llega muy lejos ─aparece cinco años antes del estreno de Casa de muñecas, de Ibsen, en Dinamarca─.
Pero el papel femenino busca su diseño, con protagonistas y con autoras. En 1928, Agatha Christie publica la primera novela de Miss Marple (que en parte sostiene la tradición), y coexiste con autoras notables como Ethel Lina White (1876-194), recuperada por Alba editorial. Lo demás —desde P. D. James a Ruth Rendell y tantas otras damas británicas (y del resto del planeta)— es un colorido mapa que merece detallada atención. Desde la inolvidable analfabeta asesina (La mujer de piedra, de Ruth Rendell), hasta llegar al actual domestic noir: Fiona Barton, que convierte a la esposa en testigo y juez de su marido (La viuda, Planeta). Y Sarah Vaughan, con la inteligente, impactante Anatomía de un escándalo (Roca), que se centra en la mirada de una esposa ante el ilustre político que es su marido, sentado en el banquillo de los acusados.
Zorras o secretarias
Suele afirmarse que la novela negra americana dio una vuelta al género policial. Pero las damas de Raymond Chandler y otros insignes autores destacaban como víctimas o secretarias, o como bellísimas zorras que meten en líos a tipos como Philip Marlowe, tendencia que ha continuado hasta nuestros días, con autores de diversos países.
De 1939, con la millonaria e inescrupulosa Vivian Sternwood (El sueño eterno) a 1983, con la detective californiana dos veces divorciada, independiente y decidida Kinsey Milhone (de la recientemente fallecida Sue Grafton), hay mucho que contar.
Bcnegra habla
Una vez más, el paisaje de autoras y/o personajes femeninos que se dan cita este año es de gran riqueza: Teresa Solana es la creadora de Norma Forester —Negres tempestes/Negras tormentas (2011)—, subinspectora de carácter, esposa, madre y aventurera extramatrimonial.
De matrimonios sabe mucho la insuperable abogada e inspectora Petra Delicado, creada por Alicia Giménez Bartlett y que, desde que salió de la oscuridad de los archivos, en 1996, no ha dejado de derribar todos y cada uno de los tópicos sobre la feminidad, el amor, la maternidad, la autoridad y el compañerismo.
También Berna González Harbour, con su comisaria Ruiz —Las lágrimas de Claire Jones (Destino)— trajo un personaje rico, fuerte y vulnerable (como lo es Petra) a las letras españolas.
Nuevas autoras con fuertes protagonistas enriquecen el panorama: Laura Gomara (Vienen mal dadas, Roca), Inés Plana (Morir no es lo que más duele, Espasa). La primera, con una mujer al límite, sumamente interesante; la segunda, con una cuarentona solitaria y absurdamente vinculada a un crimen, que fascina e inquieta. Y en esta lista de escritoras y heroínas no pueden obviarse dos grandes sucesos narrativos: Claudia Piñeiro (Alfaguara) y, más reciente, Elia Barceló (Roca). Tras ellas llegan nuevas autoras como Emma Flynt (Malpaso), Elena Varvello (ADN), y protagonistas tan apabullantes como la detective venezolana (y espiritista, y amante voraz) Magdalena Yaracuy, creada por Juan Carlos Méndez Guédez (Harper Collins).
Lilian Neuman escribe sobre novela negra en La Vanguardia y junto con Rosa Mora, el blog «Las damas conversan sobre el crimen». Su última novela es Viejas Revistas (Alción editores)