Ursula K. Le Guin (Berkeley, 1929 – Portland, 2018)
Si en nuestra efemérides de este mes de marzo recordamos el centenario del nacimiento de Theodore Sturgeon, no podemos dejar de reseñar la muerte de la escritora más relevante en el género de la ciencia ficción, la también estadounidense Ursula K. Le Guin.
Hija de antropólogos, en su obra plasma sus inquietudes por la sociedad, la moral, la naturaleza, la sexualidad y el feminismo, con unos personajes masculinos distintos de los que aparecen en las típicas obras del género, más centradas en la tecnología y con un sesgo más masculino.
Los personajes masculinos de Le Guin carecen de la brutalidad y el machismo reinantes en otros héroes de fantasía y ciencia ficción, y los conflictos en sus historias, normalmente radicados en una falta de entendimiento, se resuelven más a través del diálogo y la negociación que por la fuerza.
Le Guin es autora de una muy numerosa obra: novelas (Los desposeídos, El mundo de Rocannon, Planeta de exilio), relatos, poemarios, libros infantiles, ensayos y traducciones. Fue la creadora del ciclo de crónicas y cuentos de Terramar.
Sostiene Rosa Montero (El País Semanal, 6 de agosto de 2011) que «la etiqueta del género [la ciencia ficción], y más aún de un género tan injustamente menospreciado como este, le ha dificultado el reconocimiento mayoritario que merece y la aprobación de los pretenciosos mandarines de la cultura oficial. España es, precisamente, uno de los países en donde la ciencia ficción es más desdeñada, sobre todo por puro desconocimiento: la mayoría de las personas que dicen que no les gusta nada no han leído jamás un solo texto de este tipo. Es una pena; sé que, si fueran capaces de levantarse de la poltrona de sus prejuicios y se asomaran a los libros de Le Guin, se darían cuenta de que son reconocibles y espléndidos relatos sobre la condición humana, exactamente igual que cualquier gran novela».
Su éxito más sonado lo obtuvo en 1969 con La mano izquierda de la oscuridad, novela imprescindible no ya de la ciencia ficción sino de la literatura en general y en la que imaginó un mundo en el que un embajador terrestre se encuentra con una sociedad en la que las personas son hermafroditas, de sexo masculino o femenino en función de la estación del año, con las lógicas complicaciones que ello acarrea. En Los desposeídos imaginó dos planetas gemelos en uno de los cuales reina un capitalismo a ultranza y en el otro un comunismo utópico. El mundo de Rocannon y Planeta de exilio son otros de sus títulos más famosos.
Inteligente hasta la sabiduría, irónica pero muy amable, incluso entrañable; modesta aunque con un carácter fuerte que la llevó a protestar porque los creadores de Harry Potter o Avatar no reconocieran la evidente deuda que tenían con sus obras (el ciclo de Terramar, con su joven mago, Ged, atormentado por la responsabilidad de su poder, en el primer caso, y El nombre del mundo es bosque, con su sociedad ecológica amenazada por los humanos en el segundo), Le Guin pleiteó también en defensa de los derechos de los escritores ante la voracidad de Internet, y fue una verdadera pionera del feminismo.
Obtuvo numerosos galardones literarios (premios Hugo, Locus, Nébula y el Premio Mundial de Fantasía), y fue la primera mujer en ser nombrada Gran Maestra, la máxima distinción otorgada por Asociación de Escritores de Ciencia Ficción y Fantasía de Estados Unidos.