(Burjassot, Horta Nord, 1924 – Valencia, 1993)
La muerte y el sexo son los pilares de la extensa obra del autor, uno de los poetas valencianos más importantes del siglo XX (y de los más reconocidos en valencià), quizá el mejor desde la época de Ausiàs March y Joan Roís de Corella.
El 27 de marzo se cumplen 25 años de su muerte. Este cuarto de siglo de distancia no ha sido capaz de aplacar las iras de la ultraderecha valenciana ya que, recientemente, (octubre de 2017) y por cuarta vez, la estatua de bronce de Estellés, ubicada en Burjassot, ha sufrido un acto vandálico. En esta ocasión fue arrancada y tirada al suelo.
Recuperado literalmente su sitio, la voz de Vicent Andrés Estellés sigue presente y apasionada. Quizá porque surge de las entrañas, es visceral, directa, una voz que se expresa con el miedo a no poder decirlo todo. Sensible a la lucha del pueblo valenciano por la dignificación de su cultura propia, muestra una estética herida por el secuestro de una cultura, una lengua, un país.
Una característica muy propia, que lo individualiza de sus compañeros de generación, es el recurso deliberado y constante de la realidad −Joan Fuster dijo de él que era un poeta de realidades−, de la sinceridad y de lo cotidiano.
Hijo de panaderos, Estellés aprendió el oficio de sus padres y fue aprendiz de orfebre aunque posteriormente se trasladó a Madrid para estudiar periodismo. Volvió a Valencia y trabajó como periodista en el diario Las provincias, del que más adelante fue su director. En esta época entabló amistad con Joan Fuster y Manuel Sanchís Guarner y conoció a quien sería su esposa, Isabel. La muerte de su primera hija a los cuatro meses de edad añadió un dolor profundo a una serie de defunciones familiares (cuando tenía tan sólo un año, su abuelo fue asesinado por su hermanastro de un tiro; años más tarde un tío suyo murió de tuberculosis). L’ofici de demà, La nit o el Llibre dels exilis son el resultado de este dolor íntimo al que hay que sumar el cercano, el de la Guerra civil que presidió su adolescencia.
Pero supo compensar la presencia de la muerte con el erotismo de obras como Quadern per a ningú donde la alegría y la ternura se combina con la procacidad más exaltada.
Hombre de su tiempo, retrató Valencia en Mural del país valencià y la dictadura franquista que le tocó vivir (Horacianes, Les acaballes de Catul, L’exili d’Ovidi…)
Será a partir de los años setenta cuando publicará con más frecuencia y recibirá numerosos premios. Es el momento de Primera audició, L’inventari clement, La clau que obri tots els panys o El llibre de les meravelles (tal vez su obra más conocida) que con Recomane tenebres (primer volumen de la Obra completa) forman un bloque denso, complejo e impactante.
Autor también de novelas, obras de teatro, guiones cinematográficos y unas memorias, fue plenamente autodidacta, aunque recibió la influencia de Baudelaire, Neruda, Eluard, Pavese, Verdaguer, Riba, March o Salvat-Papasseit.
Considerado el principal renovador de la poesía valenciana contemporánea, su obra, vital y colectiva, ha sido musicada en valenciano y en catalán por Ovidi Montllor, Celdoni Fonoll, Paco Muñoz, Maria del mar Bonet, Obrint Pas…
De acuerdo con Francesc Parcerises, su obra es un torrente poético, la de un hombre que no tiene más remedio que escribir porqué escribiendo se siente absolutamente libre.
Coincidiendo con la fecha de su nacimiento, desde el año 2010, se celebra la Festa Estellés (inspirada en el Burns Supper, fiesta escocesa para homenajear al autor Robert Burns), un maridaje de la lectura de sus poemas con una cena o comida popular con platos típicamente valencianos. Premio de Honor de las Letras Catalanas de la Generalitat de Catalunya, Creu de Sant Jordi, Premio de Honor de las Letras Valencianas, Doctor Honoris Causa… quería ser recordado como el hijo del panadero que escribía versos.
Murió el 27 de marzo del 1993 a los 68 años dejando una abundante obra inédita.
Maria Carme Roca es escritora, especializada en literatura histórica, infantil y juvenil.