MURIEL SPARK (Edimburgo, 1918-Florencia, 2006)
El pasado 1 de febrero se cumplieron cien años del nacimiento de la escritora escocesa Muriel Spark.
Hija de judío y anglicana, no fue una mujer al uso, sino una mente inquieta e independiente; su conversión al catolicismo se reflejó en su obra, al igual que ocurrió con su amigo, el escritor también convertido al catolicismo Graham Greene; Greene fue íntimo amigo suyo, ejerció de lector de sus obras y le echó una mano en época de penuria económica.
En 1937 se casó con Sydney Oswald Spark, con quien tuvo a su hijo Robin. Se divorciaron en 1944, a su vuelta de la actual Zimbabue, donde vivieron una temporada. Se instaló durante un tiempo en Londres y, posteriormente, en Nueva York, donde ejerció de editora de The New Yorker.
Su andadura literaria empezó con la poesía y biografías (en 1951 escribió una biografía de Mary Shelley por el centenario de su muerte) y en 1957 publicó su primera novela, The comforters. La consagración le llegó en 1961 con Los mejores tiempos de miss Brodie, que tuvo una adaptación cinematográfica. Siguieron otros títulos como El único problema, Merodeando con aviesa intención, La imagen pública y Una mujer al volante, entre otros títulos. Muy recomendables las cuidadas ediciones de Impedimenta de Los solteros y Las señoritas de escasos medios. Con La imagen pública fue finalista del Premio Booker en 1968.
Las tres últimas décadas de su vida las pasó en la Toscana con su amiga y secretaria, la escultora Penelope Jardiner.
Estos días, la ciudad de Edimburgo celebra en la Biblioteca Nacional de Escocia, la exposición «El estilo internacional de Muriel Spark», que reúne manuscritos, objetos personales, correspondencia, recibos, facturas y documentos que Spark conservó durante toda su vida. En palabras de su comisario, «La novela arquetipo de Spark es sagaz, ingeniosa, trágica, normalmente con saltos hacia atrás y adelante, extremadamente divertida y con dosis de filosofía y moral».
En 2008, dos años después de su muerte, el periódico británico The Times la situó en el octavo puesto en su lista de los 50 mejores escritores británicos desde 1945.
Fue nombrada Dama del Imperio Británico y recibió numerosos galardones. Fue investida doctora honoris causa por varias universidades, como las de Londres, Oxford y Edimburgo.