El lugar donde beber libros y hojear cafés
En algunas ocasiones, pocas pero preciadas, lo intempestivo es más puntual que lo conveniente. Eso les ocurrió a Judit Pérez y Jesús Olmos cuando al segundo lo arrolló el ERE de Telemadrid. ¿Qué hacer con un futuro al que no se le esperaba? Judit lo tuvo claro: desempolvó un cuaderno que comenzó a garabatear en el instituto, en el que fue detallando durante años cómo sería esa librería con la que siempre soñó, y comenzó a hacer números.
Intempestivos nació en 2014, el año en el que más librerías cerraron sus puertas en España, a los pies del Acueducto de Segovia (calle Teodosio el Grande, 10), y forma parte de la Conspiración de la Pólvora junto a Letras Corsarias en Salamanca y La Puerta de Tannhauser en Plasencia. Su peculiar ubicación ha provocado que una de sus frases más repetidas sea «no vendemos tiritas». Ellos curan las lesiones con buena literatura, la de las editoriales independientes a las que aúpan a su escaparate, su mesa central de novedades y sus estanterías. Los sellos del Grupo Contexto (Libros del Asteroide, Impedimenta, Nórdica Libros, Periférica y Sexto Piso) comparten espacio con los libros de editoriales segovianas como La Uña Rota y Torremozas, siempre dejando sitio para los libros cuadrados como puños de Delirio.
Y si alguien entra sin saber cuál será su próxima lectura, Judit Pérez tiene claro de qué libro ha de enamorarse: La vegetariana de Han Kang (Rata Books). Es su «empeño» literario, esa obra que nadie debe quedarse sin leer. En Intempestivos se concentran seis mil volúmenes en cien metros cuadrados, pero La vegetariana tiene guardado un puesto de honor y, como dicen sus libreros, raro es que alguien no se lleve un ejemplar en la bolsa cuando cruza la puerta.
«Queremos que pasen muchas cosas en la librería». Desde presentaciones, lecturas y talleres, hasta clubes de lectura, con la peculiaridad de que en estos últimos siempre cuentan con la presencia del autor, el editor o el traductor de la obra. Pero no solo de literatura vive el ser humano, así que de tanto en cuanto despejan la librería y ofrecen conciertos, espectáculos de magia… El parqué de Intempestivos también puede convertirse en la tarima de un estudio de danza en el que varios bailarines dan forma a las adaptaciones musicales de Leonard Cohen de los poemas de Federico García Lorca.
En el escaparate, los libros desafían la ley de la gravedad colgados de cuerdas y esta especie de cortina sirve de filtro a los numerosísimos visitantes que recibe el acueducto a diario. «Cuando ven los libros, no entran». La gentrificación no ha llegado a Intempestivos, la literatura la ha ahuyentado y estos libreros han conseguido crear un espacio donde la gente pueda sentirse como en casa. A nadie le disgusta saborear un buen café mientras se hojean libros con toda la calma; a ningún niño le da pereza ir a la librería si esta es un lugar donde puede tocar y disfrutar de todo lo que tiene a su alcance. Tan íntimo y familiar es el ambiente que han creado estos libreros, que una de sus clientas más fieles utiliza Intempestivos como un refugio al que acudir una vez al mes completamente sola, sin familia ni amigos, a los que deja en casa para poder conversar con esas portadas y contraportadas con las que pasará la tarde en soledad, pero muy bien acompañada.