El suizo Jöel Dicker (1985) dio la campanada literaria cuando con solo veintiocho años publicó La verdad sobre el caso Harry Quebert, galardonada con numerosos premios y elegida mejor libro del año por varios medios de nuestro país. En 2010 obtuvo el Premio de los Escritores Ginebrinos con su primera novela, Los últimos días de nuestros padres, a la que siguió El Libro de los Baltimore.
Ahora vuelve con un thriller colosal, deudor de la mejor narrativa norteamericana que avanza en el pasado y el presente a ritmo vertiginoso, sumando tramas, personajes, sorpresas y vueltas de tuerca, sacudiendo e impulsando al lector sin freno posible hacia el inesperado e inolvidable desenlace. Una novela coral, con numerosos personajes.
Como fondo, una crítica a la sociedad actual (telebasura, corrupción política y periodística, redes sociales, machismo).
LA HISTORIA
Orphea, 1994
El 30 de julio de 1994, durante la inauguración de su primer festival de teatro, tuvo lugar en Orphea, una pequeña ciudad de veraneo situada en los Hampthons, en el estado de Nueva York, un cuádruple asesinato: el alcalde Joseph Gordon, su esposa Leslie y el hijo de ambos fueron acribillados a balazos en su casa de forma despiadada.
Muy cerca de esta, Samuel Padalin encontró el cadáver de Meghan, su mujer. Jesse Rosenberg, capitán de la policía estatal de Nueva York, y Derek Scott, sargento y compañero de fatigas de aquel, toman las riendas del caso. Por su parte, Darla, mujer de Scott, y Natasha Darrinski, novia de Jesse, tenían planeado abrir un restaurante en Orphea al que iban a llamar La Pequeña Rusia.
Orphea, 2014
Veinte años después, el capitán Jesse Rosenberg asiste a la recepción que la policía estatal de Nueva York ha organizado con motivo de su retirada del cuerpo. En el transcurso de esta, Stephanie Mailer, una joven periodista que trabaja para el Orphea Chronicle, el periódico local, se acerca a Jesse y le dice que el caso del cuádruple asesinato, que tan brillantemente él creía haber cerrado en 1994, sigue, según ella, sin resolver, pues se equivocó de asesino: «Tenía la respuesta ante los ojos, capitán Rosenberg. Sencillamente, no la vio». Jesse Rosenberg apenas concede importancia a las palabras de Stephanie, pero cuando esta desaparece decide volver a investigar por su cuenta.