PREMIO DE LITERATURA INFANTIL Y JUVENIL 2018
Este guipuzcoano de Aduna, nacido en 1956, doctor en Filología Vasca, se ha alzado con el Premio Nacional de Literatura Infantil y juvenil con la obra Abezedario Titirijario, publicada originalmente en euskera (Letren txotxongiloa) y traducida al castellano, catalán y gallego por Cérlit Ediciones.
Conoce el imaginario infantil a la perfección, ya que ejerció varios años como profesor de primaria y secundaria al inicio de su andadura profesional. Posteriormente fue director de la Cátedra Mikel Laboa en la Universidad del País Vasco y ha ejercido de traductor al euskera de autores como Charles Baudelaire, Michèle Marineau, Alfred de Musset, Mirjam Pressler, Gianni Rodari e Inge Auerbacher.
Es autor de poesía dirigida a los más pequeños, con obras como Haur korapiloak (Trabalenguas para niños, 1997), Botoi bat bezala (Como un botón, 1999), Mintzo naiz isilik (2001), A tus ojos mi voz (La Galera, 2004), Munduko ibaien poemak (2004) y Poemas para los ríos del mundo (2004).
En cuanto a la narrativa, destacan las novelas Helena eta arrastiria (Helena y el sol poniente, 1999) y Bosniara nahi (Volver a Bosnia, 2003), dos de sus novelas juveniles más importantes.
Considera que la fascinación que ejerce un buen cuento, explicada de manera apropiada, era igual hace cuatro décadas que en la actualidad, cuando los más pequeños se ven bombardeados con tantos estímulos audiovisuales, muchos de ellos a un ritmo extremadamente rápido. Un buen cuento contado apropiadamente, que despierte en ellos la magia y el placer de la historia. Un cuento sin edulcorar hasta los ridículos extremos en que nos hace caer ahora lo políticamente correcto. En la línea de la escritora y analista Clarissa Pinkola Estés, mantiene que el respeto a la esencia de los cuentos, adaptados a cada edad, contribuye a fortalecer la estructura psíquica de los niños en pos de su crecimiento emocional e intelectual. Un cuento excesivamente edulcorado es una manera de sobreproteger a nuestros hijos ante algunas realidades del mundo que nos rodea.
Es más partidario de la calidad que de la cantidad, pues capta la atención y ayuda al desarrollo del placer estético. Es decir, opta por un buen libro de calidad antes que por varios mediocres. Los bajos índices de lectura inciden en los resultados de editoriales y autores, y para que las estrategias lectoras den resultado, no solo apuesta por la calidad del cuento, sino también por la de otro tipo de textos adecuados al público infantil, ya sean periodísticos, técnicos o enciclopédicos.
Enhorabuena, maestro y felicidades.