EDITOR Y BIBLIÓFILO
En la pasada Feria Liber 2018 celebrada en Barcelona, la Federación de Gremios de Editores de España (FGEE) homenajeó a Abelardo Linares (Sevilla, 1952), editor, librero y poeta. Es también el alma máter de la librería de libro viejo y antiguo Renacimiento, sita en Sevilla, especializada en literatura española e hispanoamericana, así como fundador de los sellos Renacimiento, Espuela de Plata y Ulises.
Es este un reconocimiento a toda una vida entre libros y una trayectoria profesional centrada en «subrayar el valor del libro de fondo, recuperando de forma continuada autores del olvido, apostando también por la publicación de las últimas generaciones de escritores».
Su trayectoria profesional empezó en plena Transición, con la publicación de una revista de poesía hasta 1980. Al año siguiente, funda Renacimiento, dedicada inicialmente a la poesía, y la revista homónima, dedicada a la literatura entre 1988 y 2010. Aparte de autores consagrados, dio una oportunidad a entonces jóvenes poetas como Felipe Benítez Reyes, Luis Alberto de Cuenca, Miguel dʼOrs, Carlos Marzal, Jon Juaristi, Juan Lamillar, Antonio Carvajal, José Julio Cabanillas, Víctor Botas, Javier Salvago, Karmelo Iribarren, Amalia Bautista, Pedro Sevilla…
A partir del año 2000 amplió su línea editorial hacia obras de teatro, historia, narrativa, ensayo, facsímiles, biografías y memorias, con los ya mencionados sellos Espuela de Plata y Ulises.
Es pesimista en cuanto al panorama de la edición en España: si el último gobierno ha otorgado unos 90 millones de ayuda al mundo del cine, el mundo del libro se ha quedado en la ridícula cifra de… 800.000 euros. Compara el Ministerio de Cultura con un cáscara vacía, que ya no adquiere ejemplares como se hacía hace un tiempo, en parte por las transferencias culturales a las autonomías.
Por otro lado, no ve positiva la concentración editorial en dos grandes grupos, con el consiguiente exceso, no ya de títulos, sino de ejemplares; con un acaparamiento importante de escaparates, promociones y medios de comunicación. También difiere de la destrucción de ejemplares por problemas de stock, las editoriales pequeñas apuestan por tiradas muy ajustadas para evitarse participar en este «genocidio cultural».
En 2003, su trabajo fue reconocido por el Ministerio de Cultura con el Premio Nacional a la Mejor Labor Editorial Cultural. Es conocida su pasión de bibliófilo, que hace años le llevó a recorrer todo el país y parte de Hispanoamérica en busca de ejemplares.
Felicidades a esta trayectoria y por la valentía, empeño y buen hacer de los pequeños editores.
QL