«Julia Domna es, como Escipión o Trajano, un personaje del que me he enamorado»
Santiago Posteguillo, profesor de lengua y literatura en la Universidad Jaume I de Castellón, atesora una larga carrera como autor de novela histórica; prueba de ello es el éxito de su trilogía Africanus, sobre Escipión y Aníbal, y de la del emperador de origen hispano Marco Ulpio Trajano. Ha obtenido diversos galardones y es el flamante ganador del Premio Planeta 2018 por Yo, Julia.
En esa obra, nos sumergiremos en la peripecia de Julia Domna, esposa del gobernador Septimio Severo cuando el turbulento fin de gobierno del enloquecido emperador Cómodo (192 d. C.) sitúa en primera línea a varios candidates para sucederle.
Julia es una joven siria, de gran belleza y mayor inteligencia y fortaleza. Está convencida de su destino y no duda en jugar sus cartas para lograr sus propósitos. El camino no está exento de dificultades: es mujer, no es romana, teóricamente está sometida a la voluntad de su esposo. Pero su formidable don de seducción, sus dotes diplomáticas y su vision estratégica la llevarán a jugar un papel fundamental en la historia de Roma, que el autor nos muestra en estas páginas. Y querrán saber más de Julia Domna. Palabra.
¿Cuándo se topó con el personaje de Julia Domna?
Llevaba tiempo queriendo tener una protagonista femenina en una de mis novelas.
Desde Africanus, los personajes femeninos han ido cogiendo más fuerza en mis libros, pero ya era hora de que el centro fuera una mujer. Además, hay una coherencia que une a Julia con Escipión y con Trajano. Los tres eran personajes injustamente olvidados: Escipión, por la larga sombra de Aníbal; Trajano por homosexual e hispano, y Julia, sin duda, por el peor de los pecados: por ser mujer. Buscando, pues, un personaje femenino de relevancia me encontré con la biografía que Levick escribió sobre Julia. La profesora de Oxford empieza diciendo: «No entiendo cómo no hay novelas ni películas sobre Julia Domna». Cuando terminé la biografía pensaba lo mismo. La película no dependía de mí, pero la novela, sí. Por eso escribí Yo, Julia.
Se nota que en el libro hay un ingente trabajo de documentación. ¿Cuáles han sido sus principales fuentes?
Muchas y variadas, desde escritas hasta numismáticas y arqueológicas. Pero, por precisar, entre las fuentes escritas clásicas los autores que más datos aportan sobre Julia son Dion Casio, Herodiano, Aurelio Víctor y la Historia Augusta. Entre las fuentes modernas, además de la mencionada, fue muy relevante la biografía de Birley sobre Severo, el esposo de Julia.
Son impresionantes las batallas en las que luchó Séptimo Severo.
Es difícil describir un período como el que narro, de transición entre dos dinastías imperiales de Roma y con dos guerras civiles de por medio, y pasar por alto las batallas claves. De hecho, hay algunas que omito, pero la de Isus y, sobre todo la de dos días de Lugdunum cambiaron la historia del Imperio romano y quería reflejarlas con toda su intensidad. Fiel a mi estilo, narro las batallas desde varios puntos de vista, cruzando imágenes de un lado y otro de la batalla como si fueran planos de una película. Intento que aquí la narración sea lo más cinematográfica posible.
Sostiene usted que, aparte de luchar con el estigma de ser mujer y extranjera, Julia fue fruto de «las luchas descarnadas por el poder en la época imperial en la antigua Roma». No era nada fácil sobrevivir.
No. En los círculos de poder de Roma, yo diría que no se gana o se pierde, sino que se gana o se muere. Julia comprende esto con rapidez y por eso cuando se defiende lo hace atacando con todo lo que tiene y con el objetivo de exterminar al enemigo, no de rendirlo simplemente. Puede parecer brutal, pero ella sabe que los contrarios piensan hacer lo mismo con ella si les da oportunidad. Ella, simplemente, por su inteligencia, se anticipa al resto de oponentes. Aunque arriesga mucho, tanto que quizá pueda perderlo todo al final. Eso es lo que se explica en Yo, Julia.
De hecho, la estructura del texto gira alrededor de los enemigos de Julia.
Sí, procuro no repetirme en mis novelas. En el contenido me desenvuelvo en un espacio común, la antigua Roma, con sus variantes republicana o imperial, pero el contexto es socioculturalmente el mismo. Por eso, para no resultar repetitivo, reflexiono mucho sobre la forma de contar cada novela. En Trajano, por ejemplo, tenemos una primera novela organizada en torno a una gran analepsis (flash-back), mientras que la segunda es simétrica y la tercera juega con saltos en el tiempo y en el espacio. En el caso de Yo Julia la organización en torno a los cinco enemigos de Julia en su ascenso al poder es una forma nueva, diferente de relatar los acontecimientos que no he usado antes en mis novelas. Eso hace que, aunque el espacio, Roma, sea el mismo, los lectores que me siguen sientan que estamos con otra historia, con algo diferente. Porque lo es.
¿Valoró en algún momento escribir la novela en primera persona? ¿Quizás le habría costado más por ser mujer? ¿O le era más cómodo ponerse en la piel de un personaje como Galeno, observador y narrador de la trama?
Galeno me interesaba como narrador porque es un gran intelectual y, como tal, puedo poner en palabras suyas reflexiones de hondo calado sobre la lucha que Julia está llevando a cabo para derrotar a sus enemigos políticos. Hay capítulos en primera persona, pero enseguida salto a un narrador en tercera persona, omnisciente, en estilo libre indirecto, que es lo habitual en mi narrativa. Este tipo de narrador me da oportunidad de saltar de un personaje a otro, de un escenario a otro con libertad. La primera persona ata mucho al narrador a un único punto de vista. Me parece enriquecedor para el relato haber combinado una primera y una tercera persona para contar Yo, Julia.
Sostiene usted que hay que reivindicar el papel de las mujeres en la historia de la antigua Roma.
Por supuesto. Las mujeres han sido ninguneadas por los historiadores masculinos durante siglos y parece que ya es hora de rescatar de un inmerecido olvido a todas esas grandes mujeres de la historia. No se trata de reescribir la historia inventándose grandes personajes femeninos donde no los hubiere, sino de recuperarlos allí donde sí estuvieron. Se trata de contar la historia completa, la de los hombres y las mujeres del pasado.
¿Ha sido Julia una buena compañera de viaje (literario)?
Sin duda, es, como Escipión o Trajano, un personaje del que me he enamorado. De otro modo no pueden escribirse este tipo de novelas de tanta extensión.
¿Qué lee en su tiempo libre Santiago Posteguillo, que no esté relacionado con su trabajo?
Que no esté relacionado con mi trabajo como escritor, muchos libros para mis clases de literatura en la Universidad Jaume I de Castellón, donde imparto clases desde hace veintiséis años. Por ejemplo libros de literatura africana para mi clase de literaturas del mundo en lengua inglesa, u obras de Orwell para la clase de segundo de introducción a la literatura o releo a Hemingway, Oscar Wilde o las hermanas Brontë para la asignatura de cuarto. A parte, si puedo, leo novelas que escriben mis amigos escritores como Javier Sierra, José Calvo Poyato, Sebastián Roa, Margarita Torres, Jesús Maeso, Antonio Pérez Henares, Almudena de Arteaga, Luz Gabás, María Dueñas, etc. cuando puedo. Mucha novela histórica española.
¿Qué libro le habría gustado escribir?
A un escritor le gustaría haber escrito cualquiera de los grandes textos de la literatura universal y es muy difícil decidirse por uno de entre todos ellos. Decir el Quijote, sería muy obvio, muy evidente. Quizá La metamorfosis de Kafka como ejemplo de novela corta pero inquietante en extremo.
¿Tiene en mente su próxima obra?
Sí, claro. De hecho ya estoy trabajando en ella. Pero, con tu permiso, no puedo desvelarte el contenido de la misma aunque espero que guste e interese como Yo, Julia o el resto de mis novelas de Roma.
MB
Yo, Julia, Santiago Posteguillo, Planeta, 704 pp., 22,90 €