DOCTOR GOOGLE Y LAS TECNOPATÍAS 2.0
La salud no tolera los excesos, tampoco en el ámbito de la tecnología, y cada vez son más frecuentes las llamadas «tecnopatías» o enfermedades tecnológicas, derivadas del uso excesivo de los dispositivos digitales. Estas enfermedades 2.0 no son trastornos nuevos: son alteraciones relacionadas con dependencias, adicciones, problemas de relación o distorsión de la realidad que se han adaptado -o han encontrado su desencadenante-, en el mal uso que puede hacerse de dispositivos móviles y de Internet.
Leemos el periódico en la tablet; hacemos la compra on line; esperamos cualquier cita smartphone en mano, mandando mensajes o revisando actualizaciones en las redes sociales. Tales comportamientos suponen que, por ejemplo, el dedo pulgar haya evolucionado por el empleo del móvil. El pulgar es un dedo de oposición, utilizado para hacer pinza y coger cosas, pero, con la llegada de smartphones y tablets, se ha convertido en dedo de precisión: es con el que se escriben los mensajes, y empiezan a darse los primeros casos de niños pequeños que lo usan para señalar. Además, hay un aumento de casos de rizartrosis del pulgar, la degeneración del cartílago que provoca dolor, rigidez y limita el movimiento del dedo.
A esta dolencia se suman otras tecnopatías, físicas y psíquicas, de las que ofrecemos una somera relación.
Síndrome del túnel carpiano: una enfermedad habitual si se utiliza en demasía el chat. Ocurre cuando el nervio que va desde el antebrazo hasta la mano, se presiona o se atrapa dentro del túnel carpiano, a la altura de la muñeca, causando entumecimiento, dolor, hormigueo y debilidad en la mano afectada.
Daños en la audición: si se escucha música con unos auriculares a todo volumen, el riesgo de sufrir problemas de audición es elevado. El más importante es la hipoacusia (sordera), problemas en el equilibrio y, a corto plazo, náuseas y vómitos.
Enfermedades oculares: exceso de pantallas puede comportar problemas en los ojos, como resequedad, tensión ocular, etc.
Daños irreparables en el sistema nervioso: abusar de la tecnología puede causar daños irreversibles en el sistema nervioso central, ya que los campos electromagnéticos pueden provocar vértigo, fatiga, trastornos del sueño, pérdida de memoria, etc.
Tecnofilia: uso excesivo y la dependencia tecnológica. Los mayores tecnófilos suelen comprar las últimas versiones apenas salen al mercado y a precios exorbitantes. Hoy en día, casi todos tenemos algún grado de tecnofilia por la gran dependencia que se ha generado.
Síndrome FOMO (Fear of Missing Out): miedo a quedarse fuera del mundo tecnológico. Ansiedad por no tener el último modelo, no estar al día de alguna tendencia, desconocer alguna campaña viral, etc. Provoca que la persona esté constantemente conectada para no perderse nada y si no puede hacerlo, ansiedad y angustia.
Vibración fantasma: el «síndrome de la llamada» o el «mensaje imaginario», que hace pensar que se oye o se siente vibrar el móvil cuando en realidad no es así. Está muy generalizado y le ocurre a casi todo el mundo.
Nomofobia: ansiedad cuando olvidamos, perdemos o nos quedamos sin alguno de nuestros dispositivos. A niveles extremos puede derivar en crisis de ansiedad.
Insomnio: provocado por utilizar dispositivos móviles a altas horas de la noche, hasta el punto de dormir con ellos. De hecho, este fenómeno se conoce como vamping y los usuarios que lo practican, generalmente adolescentes, se denominan phombies.
Cibercondría o hipercondria digital: búsqueda continuada y obsesiva en Internet de enfermedades. Puede llevarnos a consultar estudios y estadísticas dirigidas solo a profesionales de la salud.
Electrosensibilidad: dolor de cabeza, cansancio o dificultad para dormir al estar cerca de aparatos eléctricos, antenas de telefonía, transformadores u otras fuentes de radiación. De manera coloquial se conoce como alergia al wi-fi.
Tecnoinferencia: es la interferencia -cada vez mayor- de las tecnologías y redes sociales en la vida diaria. Puede acarrear graves consecuencias en las relaciones personales y profesionales.
Problemas mentales: depresión, aislamiento social, ansiedad, pérdida del placer y del disfrute de las actividades diarias. Así, la «depresión de Facebook» tiene que ver con la falta de autoestima, que lleva a pensar que la propia vida no es tan buena como la de los demás. En los jóvenes, está aún más marcada y ha llegado a tal nivel que, en países como China o Japón, existen empresas que alquilan supuestos amigos para hacerse fotos o selfies con ellos y subirlos a las redes sociales.
Aislamiento social: es una situación extrema cada vez más frecuente. Estar siempre conectados, con la mirada fija en una pantalla, por muchas redes sociales que se tengan con cientos de amigos virtuales, aísla socialmente. En japonés se utiliza el término «hikikomori» para referirse a los jóvenes que no salen de sus habitaciones y que se pasan el día conectados. Sus únicas incursiones al mundo exterior suelen ser para conseguir comida. Es tal el grado de aislamiento que confunden la vida virtual con la real, lo que es en sí otra tecnopatología.
Adicción: son similares a los de la adicción a cualquier sustancia y se manifiesta como la dependencia de Internet (ciberadicción), pero también existe la «apnea del WhatsApp» o el «síndrome del doble click», padecido por quienes necesitan comprobar de manera compulsiva el teléfono. Suelen pasar mucho tiempo mirando aplicaciones de mensajería, incluso sin que hayan recibido mensajes. Esto, además, les lleva a interpretar los mensajes o la información: «¿Por qué me dijo eso?, ¿por qué no contesta a mi mensaje si ha estado en línea?, ¿qué hace en línea a las tres de la madrugada?»…
Los niños y los adolescentes son especialmente vulnerables a las tecnopatías. Ahora bien, no son los únicos: si alguien responde de manera afirmativa a cuestiones del tipo «si uso menos el móvil estoy menos feliz», «dejo de lado tareas importantes», «cuando no lo tengo pienso cómo lo usaré después»… ha traspasado las líneas rojas y está dando señales de alarma.
LECTURAS RECOMENDADAS
El linchamiento digital, AA.VV., JotDown Books, 181 pp., 15 €
Lectura intrépida sobre las redes sociales, que desbaratan el delicado equilibrio de las formas culturales y fragmentan la sociedad. Se desconoce cómo limitar los daños causados por el éxito tecnológico. Por ello, filósofos, sociólogos, analistas y periodistas abordan las consecuencias de una transformación que amenaza los fundamentos de la gobernanza democrática y la decencia intelectual.
Un mundo robot, Javier Serrano, Guadalmazán, 2018, 508 pp., 21 €
El progreso tecnológico conllevará una sociedad tecnológica inimaginable, un cambio de paradigma en las reglas de convivencia. Si el pasado de las revoluciones tecnológicas ha sido benévolo, generando más y mejores oportunidades laborales que aquellas que eran destruidas, el futuro no parece ser tan indulgente. Todo podría suceder según cualquiera de las catastróficas variantes imaginadas en las películas distópicas.
Demencia Digital: El peligro de las nuevas tecnologías, Dr. Manfred Spitzer, Ediciones B, 376 pp., 20 €
Nada funciona hoy en día sin dispositivos digitales, pero su utilización intensa debilita el cerebro. Niños y jóvenes pasan mucho tiempo con medios digitales y las consecuencias son trastornos del lenguaje y del aprendizaje, déficit de atención, estrés, depresiones y una disposición creciente a la violencia. El autor recuerda a padres, profesores y políticos sus obligaciones.