«Shakespeare es el escritor cuya obra más veces ha sido llevada al cine. Es el gran guionista de Hollywood».
«Nunca llueve a gusto de todos y son famosos los monumentales cabreos de algunos escritores al ver encarnados en actores a sus hijos literarios».
«Millones ¡sí millones! de lectores darían cualquier cosa por contemplar la recreación, mil veces imaginada, del cementerio de los libros olvidados, de Ruiz Zafón».
El LIBRO ESTABA MEJOR (DIJO LA CABRA)
Las adaptaciones de novelas a la gran pantalla siempre han causado controversia. Es famoso el chiste, atribuido a mil personas, pero muy posiblemente contado por primera vez por Alfred Hitchcock, en el que dos cabras paladean rollos de película detrás de unos estudios de cine. Al ser interrogada una de ellas sobre el gusto del celuloide la cabra no duda en responder: «No está mal, pero me gustó más el libro». Con la entrega de los Premios Oscar en capilla y las apuestas que echan fuego, vamos a ver cuánto de literatura hay en las veladas con palomitas.
El cine necesita a la literatura y aunque nuestra sociedad actual se mueva a golpe de clic y de estímulos visuales, el origen, la madre del cordero, está en los libros. Solo así se explica la cantidad de éxitos editoriales que han cobrado forma en la gran pantalla.
Porque lo que cuenta es una buena historia y de esas las librerías están llenas. La lista de peliculones oscarizados e idolatrados por los cinéfilos es tan extensa que nos haría falta una enciclopedia. Hasta las personas más obtusas y que más se jactan de no coger un libro ni por casualidad (algo que suele ir unido) se han pertrechado de palomitas y se han tragado sin rechistar películas que calcan o se inspiran en obras de la literatura universal.
No lo puedo evitar, todavía me sulfuro cuando recuerdo una tarde en el cine rodeada de adolescentes. Leonardo di Caprio lucía su mejor cara y la jovencita sentada a mi lado le susurro a su compañera: «No se morirá ¿verdad?». Bien, está claro que no había leído a Shakespeare. Y eso que el literato inglés ha sido el escritor cuya obra más veces ha sido llevada al cine. Es el gran guionista de Hollywood. De hecho en el IMDb, la biblia del cine, aparece en los créditos 1.390 veces. Le siguen Chejov, Charles Dickens, Edgar Allan Poe, Alejandro Dumas, los hermanos Grimm, Robert Louis Stevenson, Hans Christian Andersen, Arthur Conan Doyle, Molière, Oscar Wilde, Dostoievski y Tolstói.
Pasto de estatuillas
Nos dejamos en el tintero todas las producciones de temática religiosa inspiradas en La Biblia, desde la película con más Oscar de la historia, Ben Hur, hasta La pasión de Cristo de Mel Gibson. Ben Hur comparte el triunvirato de 11 Oscar con Titanic y, ojo, también con El Señor de los Anillos: el retorno del rey. Esa fantástica película que queriendo o no ha conseguido que más de un niño o niña con recelos a la lectura se haya enfrascado en la titánica lectura de tres respetables tomos. Es más que posible que el mismo efecto no se haya producido con Lo que el viento se llevó (10 estatuillas) y que para más de una generación Rhett Butler sea Clark Gable y Margaret Mitchell una completa desconocida. Y como los ambientes victorianos tienen mucho predicamento la industria del cine ha explotado la obra de Jane Austen hasta cotas inverosímiles: Orgullo + prejuicio + zombis es un película basada en la novela de Seth Grahame-Smith, remasterización literaria de la inmortal obra de la escritora inglesa. Y para contentar a todos los públicos por tener hasta tenemos la versión bollywood para público occidental de Bodas y prejuicios.
España no es Hollywood
Pero, ¿qué mejor que aprovechar un éxito editorial, seleccionar un reparto de caras conocidas y realizar una película? En nuestro top ten patrio se llevan el gato al agua y muy a pesar suyo Juan Marsé y Arturo Pérez Reverte. Y a la chita callando, por eso de que precisamente no es un escritor de culto, Alberto Vázquez-Figueroa reinando en el Olimpo de los más adaptados. Eduardo Mendoza, Almudena Grandes, Elvira Lindo y Lorenzo Silva ostentan la medalla de bronce y Antonio Gala, Muñoz Molina y Manuel Rivas se quedan a las puertas del ránking con tres obras literarias adaptadas cada uno.
No todas las películas baten records de taquilla, pero no hay que desdeñar el número de espectadores que han conocido la obra de Joan Sales por la adaptación de Incierta gloria (2017, Agustí Villaronga). Palmeras en la nieve, de Luz Gabás, ya era todo un éxito (Fernando González Molina, 2015) y si en el cine fue la segunda producción más vista en el año de su estreno (solo superada por Ocho apellidos catalanes) su paso a la televisión produjo una escandalosa contraprogramación para arañar share.
Pocos casos se dan a la inversa. Como honrosa excepción se encuentra Celda 211 (Francisco Pérez Gandul, Lengua de Trapo, 2003) que pasó con más pena que gloria en el momento de su publicación y que tras convertirse en película por Daniel Monzón y con la inquietante interpretación de Luis Tosar se reimprimió cuatro veces.
Dolores Redondo se alzó con el Premio Planeta en 2016 y al año siguiente vio cómo la primera entrega de su trilogía del Baztán, El guardián invisible, se llevaba a la gran pantalla. Legado de huesos podrá verse en este 2019 al igual que la primera novela de la trilogía de Eva García Sáenz de Urturi El silencio de la ciudad blanca. Tanto la una como la otra van sobradas de ventas, y con total seguridad volveremos a ver sus novelas en el ránking de las más vendidas.
Dimes y diretes
Nunca llueve a gusto de todos y son famosos los monumentales cabreos de algunos escritores al ver encarnados en actores a sus hijos literarios. John Irving ha participado como guionista en cinco de las películas basadas en sus novelas: Una mujer difícil, Oración por Owen, El hotel New Hampshire, El mundo según Garp y Las normas de la casa de la sidra, realizando incluso cameos en estas dos últimas. El escritor hace todo un ejercicio de reconocimiento y tolerancia en Mis líos con el cine (Tusquets, 2000). Pero cada uno cuenta la fiesta según le va y no hay escritor más cabreado con el cine que nuestro nacional Juan Marsé. No ha sido de su gusto ninguna de las adaptaciones de sus novelas y hasta ha intentado ajustar cuentas en su último trabajo, Esa puta tan distinguida (Lumen, 2016). Marsé, a su pesar, es tan materia de cine que hasta aparece en El cónsul de Sodoma (Sigfrid Monleón, 2010). El actor Àlex Brendemühl pone cuerpo y figura a Marsé en este biopic del poeta Jaime Gil de Biedma y nos vamos a ahorrar los adjetivos con los que el escritor calificó el filme.
Javier Marías se las tuvo con Gracia y Elías Querejeta por la adaptación de su novela Todas las almas. El último viaje de Robert Rylands no la reconoció en pantalla ni la madre que la parió y Javier Marías, tras aireadas columnas en prensa y paso por los tribunales, consiguió una indemnización y la eliminación de su nombre y el de su obra en los créditos del filme. Y es que basarse en no es lo mismo que inspirarse en.
Javier Cercas es bastante más comprensivo con la labor de directores y guionistas. En Soldados de Salamina (David Trueba, 2003) participó en el guion de El autor (Manuel Martín Cuenca, 2017), filme basado en el relato corto El móvil, el autor parece estar bastante satisfecho. Cercas se muestra claro: «Tengo la sospecha de que los escritores somos las personas peor situadas para juzgar las películas basadas en nuestras novelas».
Claudia Piñeiro, ganadora este año del Premio Pepe Carvalho, ha visto como varias de sus novelas se llevaban a la pantalla grande: Las viudas de los jueves, Las grietas de Jara, Tuya y Betibu. Para la escritora argentina el paso de las novelas al cine supone «una nueva circulación, como las traducciones. A veces llegas a lectores que no te leyeron. Otros van a ver a ver si hicieron la película que ellos tenían en la cabeza».
Piñeiro es muy respetuosa con los directores y no espera que lo que ideó en su cabeza sea fielmente recogido en un filme. «Es imposible. Es otro lenguaje. El director tiene que elegir porque no cabe todo».
Otros superventas simplemente se niegan a dar el paso a la gran pantalla. El caso más significativo es Carlos Ruiz Zafón. Millones ¡sí millones! de lectores darían cualquier cosa por contemplar la recreación, mil veces imaginada, del cementerio de los libros olvidados. Pero Ruiz Zafón siempre ha sido claro, ninguno de los tres libros que conforman la trilogía se convertirá en película. Chocante, teniendo en cuenta que durante muchos años ejerció de guionista en Estados Unidos, la meca del cine. Su coherencia le ha hecho rechazar una y mil veces y según sus propias palabras «cifras escandalosas». Y hablando de cifras escandalosas:
Cifras y letras
Pontas Agency es la agencia literaria más involucrada en derechos cinematográficos. De hecho poseen una productora propia. Están presentes en los festivales más importantes y tienen un ojo clínico para adivinar que novela se puede convertir en película o documental. En la cuadra de Pontas figuran los nombres de Dolores Redondo, Jonas Jonasson, Teresa Viejo, Carl Nixon o Lluís-Anton Baulenas cuyas obras ya han sido llevadas al cine y entre sus proyectos en vía de desarrollo para su adaptación se encuentran las novelas de autores como Milena Busquets, Federico Axat, John Healey o Eka Kurniawan.
Anna Soler, fundadora de la agencia, desmitifica la idea de «hacerse de oro»:
«Cada proyecto es distinto, pero contrariamente a lo que se piensa, en una gran mayoría de los casos los escritores no ganan mucho dinero al vender los derechos de adaptación audiovisual. Desde que también soy productora, lo entiendo perfectamente: ¡hay tantas personas involucradas, tanto material y tanto proceso técnico y tecnológico en una película y cuesta tanto llegar hasta la pantalla! Al principio se cede lo que se llama una “opción” sobre los derechos audiovisuales, que es como una “reserva” o “bloqueo” de esos derechos durante unos dos años a cambio de una cantidad que oscila entre los 2.000 y los 15.000 euros, dependiendo de la dimensión del proyecto. Durante ese tiempo, la productora tiene que desarrollar y financiar el proyecto, encontrar alianzas con cadenas de televisión o plataformas, con una distribuidora, etcétera. Si la productora necesita más tiempo y el autor está de acuerdo, se renueva esa opción y el autor vuelve a cobrar una cantidad igual o un poco inferior por otros dos años. Y así hasta el inicio del rodaje. En ese momento el autor acostumbra a cobrar de golpe una cantidad previamente pactada por contrato, que oscila alrededor del dos o el tres por ciento del presupuesto de producción (en Europa los presupuestos de producción medios de las películas se mueven entre 1 y 6 millones de euros; en Estados Unidos entre 5-25 millones las películas más habituales). De todas formas, por contrato siempre se estipula una cantidad máxima a cobrar por el autor de la novela, aunque el presupuesto al final aumente.
Una vez estrenada la película, si es un “taquillazo” en salas de cine, el autor también puede acabar cobrando royalties (entre el uno y el tres por ciento es lo más habitual). Es importante decir que de todas las opciones de derechos audiovisuales cedidas, son muy pocas las que llegan a rodarse y a estrenarse. ¡Muchos proyectos se quedan por el camino y muchos autores y autoras con esa ilusión truncada!
En principio todas las novelas pueden tener potencial para ser adaptadas a la pantalla, pero unas son más fáciles que otras, especialmente las de pura acción y poca reflexión de los personajes.
Como agente siempre digo a nuestros representados que, si no están dispuestos a ver convertida su novela en otra cosa, en otro producto que además no será de su propiedad, es mejor que no cedan los derechos de adaptación. La novela (el libro) siempre quedará intacta y en el copyright del libro, a diferencia del copyright de la película, siempre estará su nombre, porque es suya. En una o en varias lenguas, con traducciones literales. La adaptación audiovisual es como una traducción libre, una interpretación. Que además está muy vinculada a un presupuesto, casi siempre más bajo de lo que requeriría la adaptación, por lo que a menudo los guiones se van adaptando en función de lo que permite hacer el presupuesto en cada escena…
Y también les digo siempre a nuestros clientes que, al margen de que finalmente sea una buena película o no, más o menos fiel a la novela, una adaptación siempre les va a dar visibilidad, les va a traer más lectores y es la mejor promoción posible para un libro. Les aconsejo relajarse, confiar en los cientos de profesionales involucrados en la película, esperar que les inviten al estreno y que mientras tanto ¡escriban otra novela!».
La pequeña pantalla
Ahora que los cines son multisalas y los televisores de los hogares tienen unas medidas grandilocuentes, la antaño denominada «caja tonta» compite en producción de contenidos cinéfilos, adaptados al medio. Realizaciones que nada tienen que envidiar a películas de gran presupuesto. Y ahí vuelven a irrumpir con fuerza los éxitos literarios. Si en tiempos pasados la pequeña pantalla nos acercó a la obra de Gonzalo Torrente Ballester con Los gozos y las sombras, con Fortunata y Jacinta a Pérez Galdós, con La barraca a Blasco Ibáñez, y con La Regenta a Leopoldo Alas Clarín, y a las repetidas series del detective Carvalho, en la actualidad la competitividad de las cadenas ha traído como consecuencia la puesta en escena televisiva de aclamados best sellers. El tiempo entre costuras, La catedral del mar o Lo que escondían sus ojos han atrapado a lectores y no lectores. La idolatrada serie Juego de tronos ha activado las ventas de los libros de George R. R. Martin (aunque Pablo Iglesias le regaló a Felipe V la serie y no la saga de libros de editorial Gigamesh). Huelga decir el éxito cosechado por El cuento de la criada (Antena 3) en la que la propia autora, Margaret Atwood realiza un cameo, o El caso Harry Queber (Movistar) con el anatómico y macizo Patrick Dempsey como protagonista.
Volviendo al panorama nacional sería deseable que los que todavía no hallan disfrutado de la novela Monteperdido (Agustín Martínez) o de La mujer del siglo (Margarita Melgar) se decidan a adquirir las historias en formato libro. Fariña (Nacho Carretero, Libros del K. O., 2015) cobro cuerpo de serie en Antena 3 pero su éxito de ventas vino avalado por la mejor campaña de publicidad que puede tener un libro: su secuestro judicial.
Quién no necesita más ventas es Patria, de Fernando Aramburu, pero es un síntoma de buena salud literaria que la candente novela vaya a ser la primera serie producida por HBO España.
De lo mejor ⬆ y lo peor ⬇
Contra gustos no hay nada escrito pero antes de montar un cinefórum vamos a preguntar a dos expertos en la materia. Seguro que tras sus afirmaciones valoramos un libro o una película de diferente manera ¡O no, que para gustos hay colores!
Ricard Ruiz Garzón
Escritor profesor de lʼEscola dʼEscriptura de lʼAteneu Barcelonès y Vocal de la Junta Directiva de lʼAELC (Associació dʼEscriptors en Llengua Catalana). Su libro Mary Shelley i el monstre de Frankestein (Angle)/Los monstruos de Villa Diodati (Reino de Cordelia) ha sido nombrado mejor libro de ensayo de 2018 por el diario El Periódico.
1. La huella, de J. L. Mankiewicz, adaptación de la obra de teatro homónima de Anthony Shafter: además de ser mi película de cabecera, cuenta con dos interpretaciones únicas y excepcionales de Laurence Olivier y Michael Cane, y es una pieza de orfebrería formal que mantiene al espectador en vilo con su sofisticado juego de sorpresas. Al mismo tiempo, y por desgracia, se hizo una especie de remake infecto en 2007, con guion del Nobel Harold Pinter y dirección de Kennet Branagh, que para mí pasa sin duda a la lista contraria: es una de las peores adaptaciones de la historia, en este caso por su alejamiento de la historia original, su esnobismo y su pedantería, además de por unos giros que contravienen la esencia misma de la dramaturgia de Shafter.
2. Sobre Frankenstein, ya que mi último libro va sobre ello (Los monstruos de Villa Diodati, en Reino de Cordelia): para mí la mejor adaptación de la historia de la novela de Mary Shelley sigue siendo pese a sus variaciones respecto del original La novia de Frankenstein, de James Whale: una vuelta de tuerca que supera al original de Whale de 1931, con la mítica interpretación de Elsa Lanchester, a añadir a la de Boris Karloff, con secundarios de lujo y con unos giros de guion que llevan el original a horizontes insospechados, muy bien parodiados por cierto en El jovencito Frankenstein de Mel Brooks. Es una buena muestra de cómo se pueden hacer adaptaciones libres sin miedo a innovar. En cambio, y para añadir también otro título frankensteiniano a las peores adaptaciones de la historia, y pese a que el cine es pródigo en terribles fechorías sobre el tema (de Frankenhooker a Blackenstein) no puedo con el Victor Frankenstein de Paul McGuigan, de 2015: eso de tener como jorobado Igor al potteriano Daniel Radcliffe y, como ha de salir guapo, quitarle la joroba a los pocos minutos, me parece tan cutre como sus relecturas del mito.
3. Una de mis adaptaciones favoritas de la historia del cine ha sido siempre Muerte en Venecia de Visconti, hecha a partir de la novela La muerte en Venecia, de Thomas Mann: un ejercicio poético de primera línea sobre la decadencia, con una interpretación memorable de Dick Bogarde y un Tadzio que es ya historia del cine. Y por el lado opuesto, una de las peores que he visto nunca creo que es Cincuenta sombras de Grey: era difícil hacerlo peor que en la novela, pero la película de Sam Taylor-Johnson lo consigue; es la película más plana, menos excitante y con menos química de la historia.
Desireé de Fez
Crítica de cine en Fotogramas, El Periódico, Página Dos (La 2 de TVE) y La Finestra Indiscreta (Catalunya Ràdio). Ha escrito varios libros sobre filmes como Un monstruo viene a verme o Lo imposible.
1. Amenaza en la sombra, de Nicolas Roeg.
Cómo convertir un relato extraordinario en una película única. Me fascina el relato de terror de Daphne Du Maurier, y me fascina cómo Nicolas Roeg (porque, aunque el guion no lo escribiera él, redimensionó el relato a través de la dirección, la puesta en escena y la simbología) lo adaptó al cine en una película fascinante e inabarcable. Es una de mis películas favoritas. Me gusta cómo usa recursos del cine de terror para explorar algo tan complejo como el dolor por la pérdida de un ser querido; me gusta el misterio de sus imágenes (que completa el misterio del relato de Du Maurier) y me gusta, sobre todo, esa cosa esotérica que tiene. Es imposible llegar al fondo de Amenaza en la sombra, una película que parece tomar decisiones por cuenta propia y admite las lecturas (sobre todo emocionales) más diversas.
2. Cosmos, de Andrzej Zulawski.
Jamás creí que un cineasta tendría el valor de adaptar Cosmos de Witold Gombrowicz. No era capaz de imaginar la historia en espiral, llena de acciones e investigaciones (casi de un relato policíaco) encadenadas de la forma más aleatoria y extraña posible, de Witold y Fuks. Sin embargo, el maestro Zulawski cerró su filmografía con la mejor adaptación posible: fiel a un texto complejo y, a su vez, soporte de los temas que cruzan su obra y de los interrogantes sobre el oficio de cineasta.
3. Diario de un cura rural, de Robert Bresson.
Novela y película, ambas extraordinarias, conforman un díptico sublime sobre la crisis de fe, el dolor por los males del mundo (los propios, los ajenos) y las complejidades del alma humana. Es imposible no conmoverse ante la precisión, la concisión y la belleza con las que Robert Bresson representó las dudas del sacerdote rural del libro de Georges Bernanos.
Las peores adaptaciones
Sobre las peores, creo que a veces confundimos los conceptos mala adaptación y mala película. Un filme inspirado en una novela puede ser pésimo, pero probablemente no lo sea por su relación con la obra que adapta (el director debería poder tomar las decisiones que quisiera, incluso optar si lo desea por alejarse del original), sino porque el resultado esté simplemente mal. Salvo cuando son películas objetivamente malas, probablemente el nivel de decepción ante las adaptaciones tenga que ver con nuestras expectativas, con lo que esperábamos de ellas. Dicho esto, para mí son muy frustrantes las adaptaciones al cine de las novelas de Philip Roth. La que más me interesa es Elegy (2008), la versión de Isabel Coixet de El animal moribundo. Pero sigo creyendo que Roth todavía no tiene una adaptación cinematográfica.
Reyes Salvador.