En el momento de escribir estas líneas, al poeta norteamericano Lawrence Ferlinghetti le falta un mes y medio para cumplir 100 años. No es habitual repasar aniversarios literarios y descubrir que el homenajeado sigue presente para soplar un siglo de velas, vivito y escribiendo. Figura mítica en torno a la cual se aglutinó la Generación Beat, desde estas páginas queremos recordar y celebrar su legado.
Su infancia es material para una novela a lo Dickens: su padre, emigrante italiano, murió seis meses antes de que él naciera el 24 de marzo de 1919 en Nueva York. Su madre, francesa, tuvo un colapso nervioso por el que fue ingresada cuando tenía dos años. Fue criado por sus tíos, que se lo llevaron a Francia, donde vivió hasta los cinco.
Entonces regresaron a Estados Unidos y, mientras su tía buscaba empleo de institutriz, fue ingresado en un orfanato.
Y eso solo para empezar, porque el resto de su vida es La Gran Novela Americana que tantos de sus compatriotas han intentado escribir: se graduó en periodismo, combatió en la Segunda Guerra Mundial en el cuerpo de Marina y se doctoró en la Sorbona, por ese orden. Pero es en 1953 cuando se muda a San Francisco y le da un giro a la historia de la literatura norteamericana. En la ciudad del Golden Gate las librerías cerraban a las cinco de la tarde y no abrían los fines de semana. Ferlinghetti vio una oportunidad y abrió la legendaria librería y editorial City Lights: «Solo quería un sitio tranquilo que me permitiera sentarme en la parte de atrás y leer». Pero hizo mucho más: organizaba lecturas de poemas, abría todos los días hasta después de medianoche y fue la primera librería de San Francisco en empezar a vender libros de bolsillo de calidad, toda una revolución para la época. Pero revolucionario fue el escándalo que casi le pone entre rejas: en 1956 publicó Aullido, el largo poema de Allen Ginsberg, y fue llevado a juicio por ello. Ganó, creando un precedente en la interpretación de la Primera Enmienda de Estados Unidos (el derecho a libertad de expresión) y, de paso, atrajo a las puertas de su librería a una generación de poetas y narradores en la que brillaron junto a Ginsberg tres nombres propios: Jack Kerouac, William Burroughs y Gregory Corso.
Sin olvidarnos del propio Ferlinghetti, autor de más de 40 libros, la mayoría de poemas, aunque también firmó obras de teatro, diarios y alguna novela. Y ahí sigue: el próximo 19 de marzo publica en Estados Unidos Little Boy, una novela autobiográfica que se intuye fascinante. Ojalá la traduzcan pronto por aquí y podamos celebrar con propiedad el centenario del último beatnik.
Josan Hatero.