Llegamos al 80 Aniversario del final de la Guerra Civil española. La avalancha de novedades que, normalmente, suele acompañar a este tipo de efemérides no se ha concretado en este caso. La razón principal puede ser, a mi juicio, que este tema es abordado anualmente por un buen número de publicaciones sin necesidad de esperar a que la cronología concuerde oportunamente con la oferta del producto. Es más, siempre cabe plantearse una cuestión recurrente: pero, de verdad ¿hay algo nuevo que aportar al debate sobre el tema? Estamos, probablemente, ante el acontecimiento que mayor volumen bibliográfico, desde luego nacional, ha generado.
«Estamos, probablemente, ante el acontecimiento que mayor volumen bibliográfico, desde luego nacional, ha generado»
Son tiempos ciertamente convulsos en los que el acoso y derribo a las libertades conseguidas, en numerosos ámbitos, producto de siglos de luchas, confrontaciones y revoluciones parece extenderse por buena parte de la comunidad internacional.
Populismos, nacionalismos xenófobos y movimientos políticos e ideológicos que abogan abiertamente por la destrucción de los sistemas democráticos —en los Estados y también en las organizaciones internacionales, como en la Unión Europea— están sabiendo canalizar el descontento y la frustración popular de numerosas capas sociales.
En este entorno, están apareciendo numerosos trabajos editoriales que abordan el tema desde múltiples perspectivas: ensayos sobre la destrucción de las democracias pero, especialmente, recogiendo testimonios sobre la experiencia fallida de los modelos alternativos que, durante el pasado siglo XX, se presentaron como las opciones idóneas a los Estados de derecho. Pasemos revista a alguno de ellos.
Se han publicado muchos libros sobre la participación de las Brigadas Internacionales durante la guerra civil. Sin embargo la lectura de España en el corazón, de Adam Hochschild (Malpaso), te atrapa desde el inicio. Fundamentalmente por su capacidad para conectar las historias personales de cada miembro del Batallón Lincoln con los acontecimientos políticos y militares que se sucedían en esos turbulentos días. Aquellos idealistas que arriesgaron su vida por defender el fallido proyecto republicano frente al golpe militar fueron mirados con suspicacia al retornar a Estados Unidos.
Especialmente cuando comenzó a desplegar el macartismo su oleada de persecución ideológica contra todo lo que fuese susceptible de ser tachado de «izquierdismo».
Muchos antiguos miembros del mencionado batallón quemaron sus recuerdos de la guerra y el Comité de Actividades Estadounidenses provocó que alguno de ellos —como el doctor Barsky— pasasen seis meses en prisión por negarse a facilitar información sobre los beneficiarios del Comité Conjunto de Refugiados Antifascistas, que trabajaban para socavar los cimientos del régimen de Franco desde el interior. Libro apasionante, con un trazo humano que jalona los principales elementos históricos del conflicto bélico y protagonizados por unos testigos de excepción, empujados al avispero por impulsos muy variados.
Que el análisis «histórico» de la Guerra Civil puede seguir siendo un instrumento de controversia ideológica al servicio de determinados intereses (personales o colectivos, de fuerzas políticas enfrentadas en la disputa electoral permanente) queda evidenciado con la publicación del último trabajo de Stanley Payne, La Revolución Española 1936-1939 (Espasa). Desde el título del mismo se antoja una evidente intencionalidad política, evitar el término Guerra Civil con el trampantojo revolucionario. A partir de aquí asistimos a un alineamiento de lo que el propio autor censura, memoria subjetiva frente al rigor histórico. Desde luego, la frase del historiador Javier Tusell sobre los libros de historiadores publicados sobre este tema en los años 80 y 90 del pasado siglo («No se puede saber si el autor es de derechas o de izquierdas»), que recuerda el propio Payne, no resulta válido para el presente —y pasados— libros del historiador norteamericano. En sus críticas —ocasionalmente ajustadas a la Ley de Memoria Histórica— llega a afirmar que puede darse la circunstancia de que sus obras fuesen prohibidas por el franquismo y lo sean en la actual democracia española. Sin comentarios. En cualquier caso, como en todos los temas y en este en particular, hay que aproximarse a todos los trabajos para intentar formarnos nuestra propia valoración. Aunque hay que constatar que Payne tiene su público devoto.
Entre las obras que han sido reeditadas, se encuentra el clásico de Ronald Fraser, Recuérdalo tú y recuérdalo a otros (Crítica). Esta historia oral de la Guerra Civil española, publicada en castellano por primera vez hace justo cuarenta años (en 1979), supuso un auténtico hito para aquellos que empezábamos a interesarnos por el tema —personal y académicamente— en las primeras bocanadas de la transición democrática.
Ejemplo de historia social, se abrió paso entre los numerosos ensayos, libros de memorias, trabajos académicos, análisis políticos, militares, intentando recrear un testimonio colectivo que englobase a los bandos en conflicto —sin banderías— que rescatase los elementos más personales y las situaciones individuales que terminan conformando un acontecimiento global. Sigue teniendo pleno vigor y vigencia, con la misma frescura de la lectura cuatro décadas atrás.
Para una lectura desapasionada y una primera aproximación muy didáctica, de amena lectura y extraordinario rigor, tenemos que rescatar de la colección Historia mínima, La Guerra Civil española, de Enrique Moradiellos (Turner). En ocho capítulos no muy extensos —poco menos de 300 páginas— recorre los principales aspectos del conflicto (el mito y la historia, el golpe militar, la dimensión internacional, el coste humano).
Condensar el tema en un breve ensayo resulta extremadamente complicado. Ganador del Premio Nacional de Historia 2017 es un trabajo muy meritorio.
No se preocupen, seguirá habiendo novedades sobre la Guerra Civil española.
José Ángel López Jiménez
«En el día de hoy, cautivo y desarmado el Ejército Rojo, han alcanzado las tropas nacionales sus últimos objetivos militares. La guerra ha terminado».
Este era el último parte de guerra que, con fecha del 1º de abril de 1939, firmaba en Burgos el Generalísimo Francisco Franco y era leído en la radio por el locutor Fernando Fernández de Córdoba. La contienda fratricida llegaba a su fin y se iniciaba una durísima posguerra y una dictadura que, durante casi cuarenta años, llevó a cabo un férreo control de las vidas, los anhelos, las ilusiones y los sueños del país.
Este año 2019 se cumplen 80 años del fin de la contienda fratricida y la editorial Almuzara publicará a lo largo del presente año una colección de doce volúmenes titulada España 1936-1939. La Guerra Civil contada por sus protagonistas, dirigida por el historiador Fernando Calvo González-Regueral y editada por la colaboradora de Qué Leer, Ángeles López.
El objetivo fundamental de la misma es ceder la palabra a algunos de los personajes históricos más relevantes —otros son menos conocidos por el lector no especializado— de aquel período, contemplando el espectro ideológico más amplio que impregnó las distintas sensibilidades políticas enfrentadas entre sí.
Los tres primeros títulos ya aparecidos son los siguientes: Eugenio o proclamación de la primavera, de Rafael García Serrano (falangista), Guerra en España, de Jesús Pérez Salas (coronel del Ejército republicano) y Guerra y Revolución en España, coordinada por Dolores Ibárruri (Partido Comunista).
Los siguientes libros van a tener a Federica Montseny —a mi juicio la joya de la colección, por la dificultad de conseguir su publicación— Gonzalo Torrente Ballester, Simeón Vidarte, Héctor Colmegna, Francisco Moreno, Indalecio Prieto, Martínez Bande y Padre Caballero como autores de algunos títulos desconocidos y nunca publicados, o rescatados del olvido.
Colección imprescindible para todos, no solo para la lectura de los afines. Sin trampa ni cartón. Que juzgue el lector…y la Historia. Aunque en la portada del Eugenio de García Serrano se recoja la siguiente cita: «En memoria de los camaradas que murieron por la Revolución Nacionalsindicalista… ni la Historia tiene derecho a juzgarnos».