ELOY TIZÓN (Madrid, 1964) es autor de tres libros de relatos y de tres novelas. Ha sido incluido entre los mejores narradores europeos en la antología Best European Fiction (2013), prologada por John Banville. Sus obras han sido traducidas a diferentes idiomas y colabora en diversos medios de comunicación. En la actualidad es profesor de narrativa en el centro educativo Hotel Kafka y editor en Relee. Ahora presenta Herido leve, compendio de ensayos literarios fruto de treinta años de lecturas, reseñas y trabajos sobre una pasión: la gran literatura.
¿Cuándo empezó a escribir?
En la adolescencia. Al comienzo, fue mi manera de desahogarme y volcar mis inquietudes, aspiraciones y miedos. Lo escondía; me daba vergüenza que alguien pudiese leerlo. Pronto se transformó en un vehículo de expresión apasionante, un exorcismo o un vicio que me tiene cautivado desde hace más de tres décadas y que, finalmente, se ha erigido en mi estilo de vida.
¿Cuándo y cómo escribe?
Por la mañana, en mi estudio, con luz natural y una taza de café. Frente a un ventanal por el que veo rodar soles y pájaros.
¿A mano o a máquina? (la escritura, no el lavado).
Al principio, lo escribía todo a mano; luego lo pasaba a máquina y sobre esta primera versión mecanografiada superponía infinidad de tachones y correcciones que volvía a teclear y a pasar a limpio, una y otra vez, hasta quedar más o menos conforme. Era muy laborioso. Con la llegada de los ordenadores, el proceso se ha agilizado y ahora lo escribo todo directamente en el teclado, si bien continúo corrigiendo igual o más que antes.
¿Tiene alguna manía o hábito ante el momento de la escritura?
No me considero excesivamente maniático ni supersticioso, aunque cualquiera sabe. Necesito tiempo y silencio. Que no haya interrupciones. Los ruidos me desconcentran mucho, en eso sí soy muy estricto.
¿A quién pediría consejo literario?
En caso de duda, a las pocas personas de mi círculo más cercano: a mi pareja, Almudena Sánchez, que es una escritora magnífica; a mi amigo íntimo Andrés Neuman, que es todo sabiduría; a mi editor, Juan Casamayor. Los tres, cada uno a su manera, son infalibles; me fío totalmente de su criterio.
Si pudiera reencarnase en algún escritor/es, ¿a quién elegiría?
Cuando buceas en la biografía de cualquier gran autor o autora, como me ha sucedido a mí mientras escribía Herido leve, descubres que la mayoría de ellos arrastraron existencias muy duras y atormentadas, en ocasiones terribles. Pagaron un alto precio por su talento. No quisiera reencarnarme en ninguno de ellos. Aunque, puestos a fantasear, no rechazaría heredar aunque fuese una pizca de la sensibilidad de Virginia Woolf, la lucidez de Marcel Proust, la inteligencia lúdica de Vladimir Nabokov o la capacidad compasiva de John Cheever.
¿Qué recomendaría a los autores noveles?
Que sigan su propio camino, sin hacer caso de los consejos de nadie.
HERIDO LEVE, Eloy Tizón, Páginas de Espuma, 656 pp., 24 €