«Tal vez mis raíces no están en un territorio, sino en mis afectos y en mis libros»
«El problema de los refugiados no se ataca construyendo muros para contener a la humanidad que sufre, sino resolviendo las causas que originan esas migraciones»
«Los seres humanos somos muy parecidos, las diferencias que nos separan son mínimas comparadas con las similitudes que nos acercan»
¿Qué se puede decir a estas alturas de Isabel Allende? Es, actualmente, la autora en lengua española más vendida, Premio Nacional de Literatura de Chile, Premio Hans Christian Andersen de Literatura, miembro de la Academia Estadounidense de las Artes y las Letras, medalla de honor del National Book Award y con 15 doctorados internacionales en su haber.
Texto: María Borràs. FOTOGRAFÍA: cortesía de Penguin Random House.
Creadora de la Fundación Isabel Allende para ayudar a mujeres y niñas en Chile e internacionalmente, sus novelas respiran numerosos elementos autobiográficos, la historia de su país y ciertas pinceladas de realismo mágico.
Ahora vuelve a sorprendernos con una novela que se centra en los exiliados españoles que, en 1939, cruzaron los Pirineos a pie para huir de las victoriosas tropas nacionales y que tuvieron la suerte de embarcar en el Winnipeg, el barco fletado por el poeta Pablo Neruda en nombre del gobierno chileno para ofrecer refugio a aquellos que se quedaron sin patria en una Europa que estaba abocada al estallido de la Segunda Guerra Mundial.
El título de la obra, Largo pétalo de mar, está tomado de un verso de Neruda sobre su país y se centra en la peripecia de un médico barcelonés, Víctor Dalmau, y de su cuñada, Roser Bruguera, que se ven obligados a huir de su ciudad. Su odisea vital será el hilo conductor de la novela y nos conducirá a bordo del Winnipeg y al nuevo país que les acogió. Por estas páginas desfilan tanto personajes reales (Neruda, Salvador Allende, Elisabeth Eidenbez), como otros de ficción (a veces inspirados en gente a la que conoció la autora).
Isabel Allende ha estado de promoción en España y contesta a nuestras preguntas.
> ¿Qué le llevó a elegir como contexto histórico la marcha de exiliados españoles a Chile y su posterior peripecia vital allí?
El tema de los refugiados está presente en el mundo. Mis tres últimas novelas tratan sobre el desarraigo, la inmigración, el asilo, la necesidad de abandonar la patria en busca de seguridad. En mi infancia escuché la historia del barco Winnipeg, que llevó a más de dos mil refugiados españoles a Chile, después de la guerra civil, en 1939, pero eso ocurrió antes de mi nacimiento y no le presté mucha atención. Volví a escucharla a los 18 años, cuando trabajaba como secretaria de Carmelo Soria, uno de esos refugiados, que posteriormente fue asesinado brutalmente por la dictadura de Pinochet. Y años más tarde, viviendo en exilio en Venezuela, conocí a Víctor Pey, quien me contó su experiencia personal de ese exilio. Esta odisea es tan interesante, tan dramática, que no requiere mucha elaboración. Mi trabajo consistió en documentarme lo mejor posible y contar. Para eso tuve la ayuda estupenda de Viíctor Pey, con quien nos escribíamos constantemente hasta que murió hace unos pocos meses. Tenía 103 años y estaba totalmente sano y lúcido.
> Plasma usted muy bien el desasosiego del migrante que debe huir de su patria y que no encuentra más que obstáculos, no solo en el camino, sino también en el destino final. ¿Qué piensa de los tremendos movimientos migratorios que se dan hoy en día, especialmente en Europa?
Ha habido movimientos migratorios siempre en este planeta. Para darle un ejemplo, los indígenas mapuches del sur de Chile llegaron desde el Asia a través del Estrecho de Bering. Después de la Segunda Guerra Mundial hubo 50 millones de personas desplazadas de Europa. Siempre hubo masas de refugiados en Asia y África, también en América Latina, pero ahora que están golpeando las puertas de Europa son más visibles. Ahora se habla de un problema global. ¿Por qué sale la gente de su país de origen? Generalmente sale por desesperación, escapando de guerra, violencia, pobreza extrema.
> ¿Cómo lo vive desde la América de Trump?
El problema de los refugiados no se ataca construyendo muros para contener a la humanidad que sufre, sino resolviendo las causas que originan esas migraciones. Trump hace exactamente lo contrario; ha eliminado la ayuda indispensable a los países centroamericanos que son víctimas del crimen impune, las maras (pandillas), el narcotráfico, la tremenda corrupción y gobiernos ineficientes. La política exterior de los Estados Unidos en las últimas décadas es directamente responsable de la situación caótica de varios de esos países. En la actualidad es mucho más conveniente políticamente para Trump declarar la guerra contra los pobres inmigrantes que buscan asilo y construir muros que crear un fuerte plan de ayuda a los países centroamericanos, de modo que sus habitantes no tengan que escapar en masa (como fue el plan Marshall, en l948, para levantar a países de Europa occidental devastados por la guerra).
> ¿Por qué cree que nos da tanto miedo la idiosincrasia del otro?
En parte nos meten miedo mediante propaganda. Es conveniente tener un chivo expiatorio. Así fue con los judíos en Europa, así es ahora con los latinos en los Estados Unidos. Los medios de comunicación tienen una gran responsabilidad en educar al público para contrarrestar esa propaganda odiosa. La idiosincrasia del otro nos atemoriza desde la distancia, pero apenas se establece contacto personal, apenas vemos la cara del otro, aprendemos su nombre, conocemos su historia, todo cambia y el miedo se esfuma. Los seres humanos somos muy parecidos, las diferencias que nos separan son mínimas comparadas con las similitudes que nos acercan.
> ¿Cómo recibe el Chile actual al migrante español que se mueve por motivos económicos y no políticos? ¿La recepción es distinta si es un migrante con cierta cualificación?
Chile está recibiendo muchos inmigrantes del Perú, Bolivia, Ecuador, Colombia, Haití y Venezuela. No sé cómo recibe a los españoles, porque no son tan visibles como los que he mencionado. Por lo general, todos son bien recibidos y no es muy difícil obtener permiso de trabajo y documentación. Por supuesto, existe una campaña odiosa, especialmente de la derecha, opuesta al inmigrante. La retórica es muy similar a la que hubo en l939, cuando llegaron los refugiados del Winnipeg a Chile. La verdad es que los inmigrantes en general son gente joven, sana y dispuesta a trabajar. Son un aporte valioso al país que los recibe.
> Los protagonistas deben adaptarse a unas circunstancias muy duras: desde la Barcelona que sufre las penurias de la Guerra Civil hasta el cruce de los Pirineos en pleno invierno, los campos en Argèles, embarcar en una larga travesía hasta un país del que no saben nada… ¿Cómo logra narrar una peripecia vital así?
Esta es la clase de historia que no requiere mucha elaboración, basta con atenerse a los hechos. Hay mucha documentación, porque los hechos ocurrieron hace relativamente poco tiempo, y todavía hay personas vivas que viajaron en el Winnipeg, con quienes pude hablar. De hecho, en Barcelona hubo hace poco una exposición itinerante sobre el Winnipeg, con testimonios de varios refugiados célebres, que será llevada a Chile pronto.
> En medio de una Francia con un pie en la Segunda Guerra Mundial, la maternidad de Elna es un pequeño oasis de paz y solidaridad.
La enfermera suiza Elisabeth Eidenbenz fue una extraordinaria heroína de la guerra civil de España y después de la Segunda Guerra Mundial. Su misión fue salvar niños y madres de la violencia, el hambre y la persecución. Consiguió un palacete abandonado en Elna y lo convirtió en una maternidad modelo (que hoy se puede visitar), donde salvó las vidas de más de 600 bebés. Los nazis cerraron la maternidad cuando ocuparon Francia, pero ella siguió con su misión durante toda la guerra.
> La permanencia de Franco en el poder 40 años va diluyendo las esperanzas de los protagonistas de volver a España. Al final se sienten plenamente chilenos, las raíces españolas parecen alejarse. ¿Usted también lo ha sentido así?
No sé por qué mis raíces chilenas son tan fuertes. Nací en el Perú, viví sólo unos años de mi infancia en casa de mi abuelo en Chile, antes que mi madre se casara con un diplomático y tuviéramos que bajar durante los años siguientes. Volví a Chile a los 16 años, me casé, tuve dos hijos y después del golpe militar de 1973 me fui como refugiada a Venezuela. En 1987 me enamoré de un americano y desde entonces vivo en California. Tengo ciudadanía norteamericana, pero si me preguntan, siempre digo que soy chilena. Voy a Chile a menudo, puedo decir que tengo un pie en California y otro allá. Tal vez mis raíces no están en un territorio, sino en mis afectos y en mis libros.
> Es maravillosa la fuerza y el empuje que tiene el personaje de Roser, pero mi impresión es que no le concede ningún resquicio de nostalgia, de duda o debilidad. En cambio, Víctor aparenta ser –en cierto sentido– más humano, más preso de sus miedos y debilidades.
Conozco muchas mujeres tan fuertes como Roser. Tengo una fundación cuya misión es el empoderamiento de mujeres y niñas. En los programas que mi Fundación ayuda a financiar he conocido a mujeres fantásticas que me sirven de inspiración. No necesito inventar a mis protagonistas, tengo modelos de la vida real.
> Hay personajes secundarios maravillosos, como el de Vicente, Juana, Laura u Ofelia. ¿También se ha inspirado en seres reales o son más bien fruto de la ficción?
Los personajes secundarios son tan importantes como los protagonistas, porque ayudan a crear el ambiente y conducir a historia. En varios de mis libros hay empleadas domésticas como Juana. El personaje está inspirado en una mujer maravillosa que me cuidó cuando yo era niña, se llamaba Juana Riquelme. Una amiga de mi madre me sirvió de modelo para Laura. Ella vivió una tragedia como la que conté respecto al bebé de su hija Ofelia. Había muchas señoras de clase alta como ella en el Chile de esa época. También conozco dos o tres mujeres que me sirvieron para crear a Ofelia.
> Ya sabrá usted de la polémica sobre la confesión de Neruda en sus memorias –casi de pasada– que en su juventud violó a una joven sirvienta cuando estaba viviendo en Ceilán, así como el abandono a su hija enferma. ¿Hay que separar la obra y la vida personal de los creadores?
La historia de los refugiados españoles en Chile no habría sido posible sin Neruda, que conocía y amaba España y siguió de cerca los acontecimientos sangrientos de la guerra civil (1936-1939). A él se le ocurrió salvar a un cierto número de refugiados, convenció al gobierno del presidente Pedro Aguirre Cerda de recibirlos en Chile, se fue a París, donde consiguió dinero para comprar el barco de carga Winnipeg y acondicionarlo para transportar a más de 2.000 pasajeros a través de dos océanos, seleccionó a la gente y organizó el viaje. En sus memorias escribió que tal vez toda su poesía sería olvidada, pero el Winnipeg no lo sería. La justificada controversia que existe hoy sobre la personalidad del poeta no le quita mérito a su poesía ni a su gestión para salvar a esos españoles. Hay que juzgar a Neruda con los parámetros de la época que le tocó vivir, cuando el mundo era mucho más machista y las mujeres estábamos silenciadas. Si aplicamos censura a la obra porque la vida del creador es objetable, entonces vamos a terminar con la cultura. Habría que seguir el mismo criterio con científicos, filósofos, médicos, investigadores, astrónomos, pintores, etc. ¿Vamos a borrar los murales de Diego Rivera? ¿Vamos a quemar los libros de Sigmund Freud?
> Se declara feminista confesa. ¿Cómo vive el estallido del #MeToo y todo lo que ha significado?
Estoy encantada con el #MeToo, porque ha revitalizado al movimiento feminista. En toda revolución hay extremos al avanzar y retrocesos inevitables, se tropieza, se cometen errores, pero se sigue adelante. Celebro el feminismo radical, porque le pone combustible al movimiento. Por un tiempo temí que la liberación femenina se había estancado, carecía de energía y de ideas nuevas. La ola de feministas jóvenes que está sacudiendo a ciertos países es muy bienvenida. ¡Adelante, hermanas!
> Cuando se le preguntó a Stendhal cuál era la mejor trama para una novela, respondió que un hombre y una mujer que se aman. Sus novelas suelen contener personajes fuertes y luchadores, unas circunstancias históricas, elementos como el amor, la amistad, el dolor, el exilio… ¿Sufre usted alguna vez por el miedo a repetirse? ¿Un autor escribe siempre el mismo texto?
Escribo sobre los temas que me interesan, mis obsesiones, y experiencias personales, por lo tanto, seguramente hay repeticiones. Hablo de amor, amistad, violencia, lealtad, justicia, odio, venganza, mujeres fuertes, padres ausentes, pasiones, dolores y desarraigo. Creo que también el humor es una constante en mis libros.
> ¿Es este su libro más «español»?
Creo que sí.
> ¿Qué lee Isabel Allende en su tiempo libre?
Si no estoy investigando un tema para el libro en proceso, leo ficción. En el auto siempre llevo alguna novela en audiolibro. Leo más en inglés, porque vivo en Estados Unidos.
> Dígame algún título/os que le habría gustado escribir.
Harry Potter.
> Se declara usted apasionada de los audiolibros.
Sí, porque me acompañan cuando manejo, cocino, paseo a la perra, etc. Me gusta escuchar la voz del narrador o la narradora. Me parece que me está contando un cuento a mí sola, al oído.
> ¿Qué aconsejaría a los escritores noveles?
La escritura es como el deporte. En el deporte hay que entrenar a diario, intensamente, para crear la habilidad y el músculo que permiten competir en el juego. A nadie le interesa cuánto entrena el deportista, sólo importan los resultados. La escritura es similar. Se escriben mil páginas antes de lograr una que merezca ser publicada. Se corrige hasta el cansancio. Y a nadie le importa el esfuerzo invertido en la obra, sólo el resultado. Trabajo, disciplina, inspiración y libertad. Existen reglas, pero si uno conoce su oficio, puede violarlas.
> ¿Tiene en mente su próxima trama para el próximo 8 de enero?
Todavía no.
LARGO PÉTALO DE MAR
Isabel Allende
Plaza & Janés, 384 pp., 22,90 €