«Si vivo en el Mediterráneo es por dos razones: la nostalgia de Virgilio navegando por sus aguas, y porque a sus orillas me gano la vida y tengo a mis hijos»
Vaya por delante que soy de los que piensa que nunca hubo lecturas de verano, ni de otoño. Digo esto porque nada de lo que diga ahora tiene nada que ver con el verano, estación de la que reniego compulsivamente. Mi espíritu es absolutamente atlántico. Y si vivo en el Mediterráneo es por dos razones: la nostalgia de Virgilio navegando por sus aguas, y porque a sus orillas me gano la vida y tengo a mis hijos.
También lo digo porque ahora hablaré de una novela policíaca y no quisiera que se piense que lo hago porque se acerca mi estación maldita. Como suelo hacer en cuanto me llega una novela de este género, la abro y busco la frase que me atrape. Abrí al azar Belleza roja (Lumen), de Arantza Portabales y saltó la frase a la primera de cambio. Y aquí estoy ahora hablando maravillas de esta novela. El esquema argumental no es original. Una pareja de investigadores, los dos en la treintena, y una subordinada del otro. Un asesinato en una casa. La bondad narrativa es que Portabales comienza con un desafío, nada menos que hacernos recordar a la imperecedera reina de la novela de misterio, Agatha Christie. En la casa del crimen, hay solo cinco personas, incluida la víctima. Por tanto la pesquisa tiene un territorio acotado. Iba a decir que lo de menos es el desenlace de la novela. Pero no es cierto, porque el culpable o la culpable es una consecuencia directa de las atormentadas psicologías que se cruzan en esa trágica casa de clase media española. Una muy recomendable novela donde se libran dos batallas, la de la pareja investigadora contra el asesino o asesina, y la que libran entre ambos, bastante más desoladoras que las de parejas semejantes de la misma especie narrativa.
Sólo la casualidad quiso que hable hoy de Un verano con Homero (Taurus), de Sylvain Tesson. En principio se supone que este libro sólo es para aquellos que hayan leído los poemas homéricos. Si es así, mejor. Pero si no, es la mejor introducción a Homero que ha caído nunca es mis manos. Y la mejor lectura entre líneas, a caballo entre el pasado y el presente. Un texto introductorio al mundo heleno, a su manera de entender el mundo, donde cada trozo de tierra o isla es una patria o un destino. Tesson es autor de importantes libros de viajes. Este es también un viaje por el espíritu griego, por su cosmogonía y por la lucha entre dioses y hombres. Soberbio.
Ahora les hablaré de una novela muy de nuestro tiempo. Se trata de Milkman (AdN), de la irlandesa nacida en Belfast Anna Burns, que ocurre en nuestro presente más rabioso. Muchas de las cuestiones que salen a relucir tienen bastante que ver, de una forma u otra, con lo que está ocurriendo en Cataluña. Pero el núcleo moral y argumental de esta obra es el rumor maledicente, las habladurías, el temido «qué dirán» que tanto daño puede llegar a hacer. La protagonista y narradora de esta historia ve impotente como las cosas van cambiando en torno suyo, lo quiera o no, y nunca para bien. Yo no dejaría de leerla.
Me despido con una nueva novela de Bernhard Schlink, ¿lo recuerdan? El autor de la serie policíaca con el inspector Selb. Autor también de la famosa El lector. La que publica ahora, Olga (Anagrama), es una suerte de recorrido por la Europa de finales de los siglos XIX y XX. Una novela histórica en su sentido más literal, una novela social y una historia de amor a través del tiempo.
Y bien, que no me guste el verano, no significa que no desee el mejor para los queridos lectores. Hasta septiembre, si Dios quiere.
J. ERNESTO AYALA-DIP