Alan Pauls es escritor, crítico y periodista. Fue profesor de Teoría literaria en la Facultad de Filosofía y Letras de la UBA, jefe de Redacción de la revista Página/30 y subeditor de Radar, suplemento cultural del diario Página/12. Es autor, entre otras, de las novelas El pudor del pornógrafo, Wasabi, El pasado (Premio Herralde, 2003), la trilogía Historia del llanto, Historia del pelo e Historia del dinero; y de los ensayos El factor Borges, Temas lentos y Trance. Reconocido como uno de los escritores argentinos más importantes de la actualidad, ha sido traducido a más de diez idiomas.
Ahora publica La mitad fantasma, una narración sobre la soledad y los vértigos de la vida en la época de internet que explora una superstición que sigue desvelándonos: la idea de que en alguna parte hay algo, alguien, a la medida exacta de nuestros deseos.
© Alejandra López.
¿Cuándo empezó a escribir?
A los 12 o 13 años, cuentos de ciencia ficción a la Bradbury, llenos de Stanleys y Jonathans, que desplegaban en planetas remotos, naves o estaciones espaciales los modestos enconos de una familia de clase media de Buenos Aires.
¿Cuándo y cómo escribe?
Trato de escribir todos los días o, al menos, orbitar (tomar notas, leer, corregir, perder el tiempo) alrededor de lo que tengo entre manos. Escribo despacio, de buen humor, sin músicas, en una silla bastante poco apropiada y un escritorio que es un caos de chucherías irrelevantes. Ahora mismo me acorralan un cable de kindle, la botella de agua de plástico que usa mi hijo Remo en la escuela (cuando va a la escuela), dos pares de anteojos con los vidrios rayados, dos paquetes de kleenex, un blíster de relajante muscular (cómplice pérfido de la silla inapropiada), dos libretas de notas, una tijera de cocina, una tarjeta de DHL recordándome el paquete que nunca me entregó, dos pedazos de cartón, un pequeño gato de porcelana gris, un lápiz mecánico, auriculares, cinta adhesiva, un análisis de sangre con algunos valores en alza…
¿A mano o a máquina? (la escritura, no el lavado).
Computadora. Lo único que escribo a mano —con una letra cada vez más calamitosa— son las contraseñas de todos los dispositivos que me atrofian las manos.
¿Tiene alguna manía o hábito ante el momento de la escritura?
Reunir un buen paño de tiempo libre (mínimo: dos horas) y expulsar de buena manera a cualquiera que pueda arruinármelo.
¿A quién pediría consejo literario?
A Rodrigo Fresán, Juan Becerra y Sergio Chejfec. Nunca lo pido, pero saber que podría hacerlo y ellos estarían ahí para dármelo es tan tranquilizador como la pastilla de cianuro que llevaban los guerrilleros en los años setenta por si los agarraba la policía.
Si pudiera reencarnarse en algún escritor/es, ¿a quién elegiría?
En Stendhal, Djuna Barnes, Bruce Chatwin, Barbara Pym.
¿Qué recomendaría a los autores noveles?
Que se quemen las pestañas leyendo y que se equivoquen, siempre, un poco más.
LA MITAD FANTASMA
Alan Pauls
Literatura Random House, 320 pp., 18,90 €