Texto: QL.
© fotos KF: Peter Ritson.
Apareció hace escasas fechas la nueva y extensísima obra de uno de los autores superventas más célebres de las últimas décadas, Ken Follett. Y lo hizo a lo grande, con un lanzamiento a escala planetaria y simultánea en cuarenta idiomas diferentes.
Ken Follett
Plaza & Janés, traducción de José Serra Marín, Raúl Sastre Letona y Ana Isabel Sánchez Díez, 840 pp., 24,90 €
«Sigo envidiando como el primer día la capacidad de Follett para entretener. Sus tramas funcionan siempre y te mantiene pegado a cada página», dijo una vez Juan Gómez Jurado, en las páginas culturales del diario ABC. Y recientemente ha llegado otra oportunidad para sus lectores al aparecer su nueva novela, Nunca, la cual vivió, el pasado noviembre, un lanzamiento mundial simultáneo. La idea nuclear fue imaginar una historia sobre una crisis global que se va configurando de modo lento, en torno a la cual los distintos mandatarios que lideran el mundo van adoptando decisiones que, en principio, no ven como un peligro pero que provocan que la crisis ascienda en intensidad y gravedad hasta que se vuelve del todo desastrosa.
Así lo ha declarado el autor en entrevistas a la prensa, aclarando también que para tal argumento se inspiró en algunos hechos previos a la Primera Guerra Mundial. De hecho, ya había estudiado el estallido de la Gran Guerra cuando estaba escribiendo La caída de los gigantes, el primer libro de su trilogía sobre el siglo XX. Follett tiene claro que, en julio de 1914, nadie quería una guerra mundial; más si cabe cuando empezó con un asesinato en Sarajevo, que no era un lugar demasiado relevante, y que el asesino era un nacionalista serbio, un movimiento este tampoco muy importante en ese tiempo. El cualquier caso, la víctima era el sobrino del emperador, y eso fue la mecha para que explotara todo.
Pues bien, entonces Follet se preguntó: ¿puede pasar algo así de nuevo? Es decir, una tercera guerra mundial, y no a causa de un accidente nuclear o la iniciativa demente de alguien que presida un país poderoso, sino por una secuencia de eventos. A raíz de ello surgió la escritura de Nunca, que está situada en muchos lugares donde podría ocurrir tal cosa. Para eso, el escritor inglés entrevistó a personas involucradas en la diplomacia y la política internacional, para hablar de esa amenaza de la Tercera Guerra Mundial.
Hace poco más de una docena de meses, el autor presentó Las tinieblas y el alba: la precuela de la saga Los pilares de la Tierra, un fenómeno editorial sin precedentes que ha vendido 43 millones de ejemplares en todo el mundo y que se ha convertido en un auténtico referente del género de la novela histórica. Sin lugar a dudas, estamos ante una de las sagas más leídas y queridas de la literatura contemporánea, desde que se publicara en 1989.
Un gran trío novelístico
Pues bien, si estamos ante lo que se califica de precuela, es de obligado cumplimiento revisar lo que supuso y en qué consistió aquella historia que se convirtió en tamaño superventas, el épico relato de la construcción de una magnífica catedral medieval en la ciudad de Kingsbridge. En aquel escenario, se entrecruzaban las vidas de distintos personajes en un mundo de reyes, damas, caballeros, pugnas feudales, castillos y ciudades amuralladas, y la trama, además de devenir uno de los libros más vendidos de todo el mundo, se convirtió en una serie televisiva producida por Ridley Scott, que se emitió en 2010.
Más adelante, lanzó la segunda entrega de esta trilogía: Un mundo sin fin, que naturalmente obtuvo un éxito similar cuando se publicó en el año 2007 y se desarrolla en la misma ciudad de Kingsbridge dos siglos después. La catedral y el priorato volvían a ocupar el centro del argumento, con el telón de fondo de la peste negra. Los elementos que habían hecho vibrante su anterior relato, el amor y el odio, el orgullo y la codicia, volvían a entrelazarse en medio de una intriga llena de asesinatos, hambrunas, plagas y guerras.
Finalmente, Follett regresó a Kingsbridge en 2017 con Una columna de fuego, una historia de espías y agentes secretos que transcurre en el siglo XVI, durante el reinado de Isabel I, contando las andanzas del joven Ned Willard, que regresa a su hogar por Navidad, en 1558. Un año en que se intensifican los odios religiosos que dividen la ciudad, y en que el protagonista se encuentra de pronto en el bando contrario al de la muchacha con quien anhela casarse, Margery Fitzgerald. Entonces, cuando Isabel I llega al trono, toda Europa se vuelve en contra de Inglaterra, y la joven monarca organiza el primer servicio secreto del país para estar avisada ante cualquier indicio de levantamientos o planes de invasión. Todo lo cual conducía al París donde se hallaba María Estuardo, reina de los escoceses y proclamada legítima soberana de Inglaterra, la cual a su vez contaba con sus partidarios, que conspiraban para atacar a Isabel. Follett así recorría siglos de historia europea, haciendo de estar tercera parte una peripecia amorosa que duraba medio siglo turbulento, repleto de extremismos ideológicos y violencia, desde Edimburgo hasta Ginebra.
Según él mismo, como dice en uno de los prólogos de algunas ediciones recientes de este trío novelístico, que se publica sin cesar en diversos formatos: «Me han preguntado muchas veces por qué Los pilares tuvo un impacto tan tremendo. No hay una respuesta sencilla a esa pregunta, porque una novela es algo muy complejo, pero vuelvo una y otra vez a las personas que construyeron las catedrales. Los seres humanos tienen la capacidad de remontar y superar las circunstancias más prosaicas y llegar a tocar la eternidad. De eso trata Los pilares y, al final, creo que tal vez sea esa la razón por la que ha calado de forma tan profunda en los corazones de los lectores durante tantos años».
Un alba tenebrosa
Era aquella una época en que empezaron a causar furor, de cara al lector, la narrativa de acción y suspense que nos transportaba a la Edad Media, en que se mezclaban reyes, damas, caballeros, pugnas feudales, castillos y ciudades amuralladas. En torno a un tapiz cuyo centro era la construcción de una catedral gótica, todo se iniciaba con el ahorcamiento público de un inocente y finalizaba con la humillación de un rey. Un actor tan experimentado como Donald Sutherland dijo a este respecto: «Ken Follett sabe cómo tejer una historia fascinante, con personajes complejos, que todo actor sueña con interpretar.» Otro escritor de éxito comercial inmenso como Ildefonso Falcones atestiguó: «Me encanta Los pilares de la Tierra, lo recuerdo con mucho cariño […] es uno de aquellos títulos que se quedan grabados…». Uno de los cineastas con más solera de los últimos decenios en Estados Unidos, Ridley Scott, dejó dicho: «En Los pilares de la Tierra, Ken Follett nos presenta a unos personajes que consiguen que la historia cobre vida».
Y sin embargo, esta historia que acabó triunfando en las librerías de medio mundo tuvo un surgimiento bien particular, muy al hilo de lo Follett escribió también sobre su obra bajo el título «Nada ocurre tal como se planea», En él, contaba lo siguiente: «La novela Los pilares de la Tierrasorprendió a mucha gente, incluido yo mismo. Se me conocía como autor de thrillers. En el mundo editorial, cuando uno alcanza el éxito con un libro, lo inteligente es escribir algo en la misma línea una vez al año durante el resto de la vida. Los payasos no deberían tratar de interpretar el papel de Hamlet y las estrellas del pop no deberían componer sinfonías. Y yo no debería haber puesto en peligro mi reputación escribiendo un libro impropio de mí y en exceso ambicioso».
Las tinieblas y el alba, la precuela de la saga, que terminaba donde comienza Los pilares de la Tierra, daba inicio en el año 997 d.C., en una etapa de grandes enfrentamientos en que enseguida aparecían los planes y sueños de un joven constructor de barcos, que sin embargo estaban a punto de no llevarse a cabo por culpa de un ataque vikingo en la costa inglesa. El joven se llamaba Edgar, el cual, a punto de fugarse con la mujer casada a la que amaba, descubría que su futuro iba a ser muy diferente a lo que había imaginado. Por su parte, Ragna, la hija rebelde de un conde normando, se enamoraba de modo arriesgado para su vida de un noble inglés; y, por otro lado, teníamos a un idealista monje, Aldred, que estaba convencido de que ningún poder terrenal podía oponerse a sus sagradas aspiraciones. Pues bien, los destinos de estos tres personajes se iban enlazando, sufriendo cambios traumáticos.
La presidenta bajita
Según el propio Follett, eligió el título Las tinieblas y el alba porque «la historia transcurre durante el final de la Edad Oscura y el inicio de la Edad Media, es el momento del anochecer y el inicio de un nuevo día». Asimismo, reconocer que los personajes de Las tinieblas y el alba son antepasados lejanos de los protagonistas de las anteriores novelas de la serie, aunque no se establezca una conexión directa, dado que «el tiempo transcurrido entre las épocas de los dos libros es demasiado largo». Para el autor, ese periodo anglosajón resultaba de lo más atractivo: «Es un tiempo de gran agitación, lo que siempre es fantástico en una novela». Pero, por supuesto, requería un minucioso trabajo de documentación, algo bien complicado porque «los anglosajones no escribían mucho, casi no han dejado pinturas y gran parte de sus construcciones estaban hechas de madera y hace mucho que se acabaron pudriendo».
De hecho, para preparar el trasfondo histórico él mismo visitó la mayoría de las iglesias anglosajonas de Inglaterra, pasó tiempo en el pueblo anglosajón reconstruido de Stow, acudió al Museo de Barcos Vikingos de Oslo y examinó el Tapiz de Bayeux, tanto el original en Bayeux como la réplica del Museo de Reading. Todo lo cual le ha llevado a concluir que las vidas y problemas de personas que vivieron hace cientos de años, por más que sus vidas fueran muy diferentes a las nuestras, tengan naturalmente aspectos comunes, dado que «ellos también se enamoraron, fueron a la guerra, ansiaron el poder y el dinero y buscaron venganza».
Ahora, sin embargo, Follett se ha alejado de tiempos tan pretéritos, pero sigue hablando de conflictos y amenazas, del ansia de ser poderoso y las consecuencias y las responsabilidades que ello entraña, de lo traicionero y vengativo. El argumento nos cuenta lo siguiente: dos agentes de inteligencia siguen la pista a un poderoso grupo terrorista arriesgando sus vidas a cada paso. En China, un alto cargo del gobierno con grandes ambiciones batalla contra los viejos halcones del ala dura del Partido que amenazan con empujar al país a un punto de no retorno. Y en Estados Unidos, la presidenta se enfrenta a una crisis global y al asedio de sus implacables oponentes políticos. Está dispuesta a todo para evitar una guerra innecesaria. Pero cuando un acto de agresión conduce a otro y las potencias más poderosas del mundo se ven atrapadas en una compleja red de alianzas de la que no pueden escapar, comienza una frenética carrera contrarreloj. La narración, así, irá resolviendo la cuestión de si podrá alguien, incluso con las mejores intenciones y las más excepcionales habilidades, detener lo inevitable.
«Durante muchos años, James Madison ostentó el título de presidente más bajo de Estados Unidos, con su metro sesenta y tres de estatura. Hasta que la presidenta Green batió ese récord: Pauline Green medía apenas metro y medio. Y como le gustaba señalar, Madison había derrotado a DeWitt Clinton, que medía más de metro noventa.» Este es el comienzo de una novela en se nos lleva a la acción de una lideresa que quiere que los altos cargos gubernamentales se familiarice con lo que deben hacer en una situación de emergencia. «Simulando que Estados Unidos estaba siendo atacado, la presidenta Green salió rápidamente del Despacho Oval en dirección al Jardín Sur de la Casa Blanca», y en efecto, esa sombra de amenaza irá cubriendo un texto que enseguida nos habla de cómo, alrededor de la presidenta, orbitan miembros del servicio secreto y un joven capitán del ejército que lleva un maletín forrado en cuero conocido como «el balón nuclear», que contiene todo lo que la presidenta necesita para iniciar una guerra atómica.
El helicóptero en el que viaja la presidenta recibe el nombre de Marine One, y a la rodea el consejero de Seguridad Nacional, Gus Blake, un general retirado y miembro clave de su equipo durante la campaña presidencial, además de su colega más cercano. Con él se dirige a las afueras de Maryland, a la Instalación n.º 2 de Almacenamiento de Archivos Excedentes del Gobierno de Estados Unidos, o dicho de otra manera, País de Munchkin, en referencia al lugar al que Dorothy había ido a parar tras el tornado en El mago de Oz. Toda una instalación secreta que podía garantizar la supervivencia de un centenar de personas durante un año. Entonces Pauline y su séquito entran en una sala a prueba de bombas, haciendo todos un simulacro en que se puede comprobar cómo, tales instalaciones «proporcionarán una protección absoluta en el caso de que Estados Unidos sufra una de las siguientes contingencias: una plaga o pandemia; un desastre natural, como el impacto de un meteorito contra la Tierra; tumultos o disturbios civiles de máxima gravedad; una invasión consumada por parte de fuerzas militares convencionales; un ciberataque a gran escala, o una guerra nuclear».
Esta enumeración de catástrofes potenciales pone nerviosa a Pauline, pues le sirve para recordarle que el fin de la civilización es bien posible, «y que ella tendría que refugiarse en aquel agujero bajo tierra para intentar salvar los últimos vestigios de la raza humana». Desde ese momento, empieza una trama que tiene los habituales ingredientes de suspense que es de esperar en Follett, que con Nunca va a lograr lo de siempre, el éxito comercial, de lectores y de crítica.
Novela póstuma de John le Carré
Ken Follett, de joven, se quedó fascinado por las historias de James Bond de Ian Fleming, que estarían en cierto modo en la onda de un autor muy apreciado y que tiene concomitancias como superventas también con él mismo, al ser un claro cronista de las amenazas que imperan en el orden mundial. Nos referimos a John le Carré, del que se acaba de publicar su Proyecto Silverview(Planeta). Esta ha sido una de las grandes novedades de la campaña editorial otoño-invierno en Estados Unidos, Reino Unido, Canadá, Australia e Irlanda. Los hijos del escritor, desaparecido recientemente, Nick Cornwell, que escribe novelas con el seudónimo Nick Harkaway, habla de que «la información y el análisis político eran los fuertes de le Carré, igual que el rigor. Fue un enorme escritor capaz de producir fantásticas novelas». Asimismo, «siempre logró reflejar las ambigüedades morales de la guerra fría a la guerra contra el terrorismo sin perder su destreza». Fue, sin duda, el maestro por excelencia de las novelas de espías.
En el invierno de 2020-2021 Nick revisó Proyecto Silverview, que «estaba escrito, sí, pero él nunca lo firmó. Una novela y una promesa, pero no consumadas. ¿Era, pues, un texto malo? A cualquier escritor puede ocurrirle. Si lo era, ¿tenía arreglo? Si lo tenía, ¿podía arreglarlo yo, como le había prometido a mi padre un día en caso de que dejara textos inconclusos?», se preguntaba el hijo. Pero entonces salió de dudas y vio que el manuscrito era tremendamente bueno. «En la novela –añadía–, los espías de Reino Unido han perdido, como muchos de nosotros, la seguridad sobre el significado de su país, sobre quiénes somos a nuestros propios ojos. Mi padre se esfuerza en estas páginas, como siempre hizo, en decir la verdad, en hilar lo más fino posible, y mostrárselo al mundo».
En la historia conoceremos a Julian Lawndsley, que ha renunciado a su exigente empleo en la City de Londres para llevar una vida más sencilla como propietario de una librería en una pequeña localidad costera. Sin embargo, unas semanas después de la inauguración, su tranquilidad se ve interrumpida por una peculiar visita: Edward Avon, un inmigrante polaco que vive en Silverview, la gran mansión situada a las afueras, quien parece saber mucho sobre la familia de Julian y quien, además, muestra un interés exagerado en el funcionamiento de su modesto negocio. En Londres, cuando aparezca una carta en la puerta de un espía de alto rango advirtiéndole de una peligrosa filtración, las investigaciones lo llevarán a esta tranquila ciudad junto al mar…
John le Carre empezó a escribir Proyecto Silverview tras el lanzamiento de Una verdad delicada, en 2013. Sin embargo, no la publicó de forma inmediata. Antes, en 2016, presentó su autobiografía, Volar en círculos, y tres años después, Un hombre decente, una novela anclada en la actualidad de aquel momento, un duro alegato contra el Brexit y los excesos de la administración Trump. Cuando murió el escritor, en 2020, su hijo Nick examinó el archivo de su padre y se sorprendió al descubrir el manuscrito de Proyecto Silverview: no era un texto incompleto con notas para su conclusión; se trataba de una novela íntegra que le Carré había revisado ya varias veces. Nick y los editores se limitaron a repasarla, resolver algunas erratas y aclarar unos pocos párrafos cuya redacción resultaba algo confusa.
John le Carré
Planeta, traducción de Ramón Buenaventura, 304 pp., 20,90 €
Más novelas sobre una tercera guerra planetaria
La aparición de una nueva novela de Ken Follet siempre significa un gran acontecimiento editorial, y en esta ocasión puede evocar algunos otros libros superventas que también indagaron en la fantástica, pero posible, claro, está, posibilidad de que nuestro mundo sufra una Tercera Guerra Mundial. De hecho, Follett, aparte de serie de novela histórica sobre la construcción de las catedrales, también ha escrito varias novelas sobre la Segunda Guerra Mundial y la Guerra Fría. Antes de él, naturalmente, ha habido otros narradores que han intentado colocar a la Tierra en un conflicto armado apocalíptico venido. Estos son algunos ejemplos de ello.
El cartero (Mensajero del futuro), de 1985, en que David Brin inventaba un holocausto atómico que ha puesto la civilización al borde del abismo y tan sólo sobreviven poblaciones aisladas sin ninguna conexión ni gobierno central.
Tormenta roja (1986), de Tom Clancy, que nos presenta a los Estados Unidos y la Unión Soviética enfrentados en un conflicto que adquiere dimensiones terribles; cuatro fundamentalistas vuelan un complejo petrolífero vital en la URSS, y hacen que una ya crítica escasez de combustible resulte catastrófica. Entonces los rusos deciden que ya no les queda otra salida que apoderarse a cualquier precio del petróleo del golfo Pérsico.
La sombra del Hegemón (2001), de Orson Scott Card, segunda parte de la Saga de la sombra, que a su vez es una secuela de la Saga de Ender. Cuenta cómo al acabar la guerra contra los insectores, la Flota Internacional carecía de un propósito y el Polemarca intentó apoderarse de la flota y tomar bajo su custodia a todos los miembros del grupo de Ender. El golpe no tuvo éxito debido a los esfuerzos de los dos escritores que trabajan bajo los seudónimos de Locke y Demóstenes, así como de Julian «Bean» Delphiki. Asimismo, en la Tierra, a falta de un enemigo común, los países vuelven a empezar la lucha por el control de la tierra, los niños de la escuela de batalla se convierten en un recurso codiciado por todos. Aquiles, que controla un sector del ejército ruso, secuestra a todo el grupo de Ender, excepto a Bean, al que intenta matar. Lo cual lleva a acciones para impedir que India invada Tailandia, o también una invasión china.
Guerra Mundial Z (2006), de Max Brooks, es la crónica de cómo la humanidad se enfrentó a la peor amenaza jamás vista, sobreviviendo a un apocalipsis zombi. Contada a través de las voces de aquellos que fueron testigos del horror, la novela cuenta cómo una pandemia que estuvo a punto de acabar con la humanidad. Cuando el mundo comienza a ser invadido por una legión de muertos vivientes, Gerry Lane, un experto investigador de las Naciones Unidas, intentará evitar el fin de la civilización en una carrera contra el tiempo y el destino. La destrucción a la que se ve sometida la raza humana lo lleva a recorrer el mundo entero buscando la solución para frenar esa horrible epidemia.
Diversidad de adaptaciones
Tanto Los pilares de la Tierra como Un mundo sin fin han sido llevadas a la pequeña pantalla. Ian McShane, Donald Sutherland, Rufus Sewell, Hayley Atwell y Eddie Redmayne encabezaron el reparto de Los pilares de la Tierra. La serie, coproducida por Ridley Scott, se emitió por primera vez en 2010. La miniserie de Un mundo sin fin, de 2012, incluyó entre sus protagonistas a Cynthia Nixon, Miranda Richardson, Ben Chaplin, Peter Firth, Charlotte Riley y Tom Weston-Jones. Las tres novelas previas han tenido sus versiones de juegos de mesa. Además, se lanzó una adaptación en videojuego de Los pilares de la Tierra. Los productores musicales daneses Høg, Aagaard y Svanekier también han adaptado Los pilares de la Tierra a una versión musical para teatro que se estrenó en 2016, y además el mismo equipo produjo un musical de Una columna de fuego, que se estrenó en Copenhague en 2019. La productora española Versus Creative ha adaptado Los pilares de la Tierra a una obra musical de próximo estreno, con el recurso de proyecciones en 360 grados y el sonido full surround (contará con más de 20 actores sobre el escenario y una orquesta de 20 músicos).
La biografía de un triunfador
Ken Follett nació en Cardiff (Gales) el 5 de junio de 1949 (hijo de un inspector de Hacienda) y a los diez años su familia se trasladó a Londres, y se licenció en Filosofía en el University College. Comenzó su carrera como periodista en el periódico de su ciudad natal, South Wales Echo, y luego trabajó en el London Evening News. Posteriormente se incorporó a una pequeña editorial, Everest Books, de la que terminó siendo director adjunto. Su primer gran éxito literario llegó en 1978 con la publicación de El ojo de la aguja, un thriller sobre la Segunda Guerra Mundial ambientado en Inglaterra que le valió el galardón Edgar Award de los Mystery Writers of America en 1979.
Se estima que Follett ha vendido 170 millones de ejemplares, sobre todo gracias a la fama de Los pilares de la Tierra, el épico relato de la construcción de una catedral medieval del que se han vendido veintisiete millones de ejemplares. Su continuación, Un mundo sin fin, vio la luz en el año 2007 y en 2017 vio la luz Una columna de fuego, ambientada en la Inglaterra del siglo XVI durante el reinado de Isabel I. Los 32 libros que ha escrito a lo largo de su carrera han visto ediciones en más de 80 países y en 33 idiomas.
Cabe decir, finalmente, que Follett también es un hombre de música, pues es un gran aficionado a tocar el bajo. En la actualidad, vive en Stevenage, Hertfordshire, con su esposa Barbara, exparlamentaria laborista por su circunscripción. Es miembro de numerosas organizaciones que promueven la alfabetización y ejerció como presidente de la asociación Dyslexia Action durante diez años. Fue presidente del Año Nacional de la Lectura, una iniciativa conjunta del gobierno británico y distintas empresas privadas. También participa en muchas asociaciones benéficas de Stevenage y es presidente del Stevenage Community Trust y mecenas de Home-Start Hertfordshire. Vive en Stevenage, Hertfordshire, con su esposa Barbara, exparlamentaria laborista por la circunscripción de Stevenage.
Algunas de sus otras obras
Aunque menos conocidas que su obra, su trilogía, más vendida, Follett también ha firmado un buen número de obras que también han aparecido en la editorial Plaza & Janés. Es el caso de La isla de las tormentas (que este año ha tenido una edición en otro sello del mismo grupo Random House Mondadori, la editorial Debolsillo). Se trata de un thriller bélico ambientado en la Segunda Guerra Mundial, que nos lleva al año 1944, cuando los aliados preparan en secreto una de las mayores operaciones militares de la historia: la invasión de la Europa ocupada por los nazis. Así, Henry Faber, espía alemán, descubre que el desembarco se efectuará en Normadía e intenta llevar la noticia al Alto Mando alemán, pero nunca llegará a su destino.
Otra de sus obras tiene ecos actuales. Nos referimos a Notre-Dame, que fue traducida el año pasadoy que tuvo este origen: «La imagen de Notre-Dame en llamas me dejó aturdido y profundamente afectado. Me encontraba al borde de las lágrimas. Algo de un valor incalculable estaba muriendo ante nuestros ojos. Era una sensación desconcertante, como si la tierra hubiera comenzado a temblar». Estamos ante un libro breve en que Follett recorre, desde los días de su construcción, los momentos históricos determinantes de un edificio que a través de los siglos ha ejercido una fascinación universal. Y además, rindiendo homenaje a Notre-Dame, revela la influencia que ha tenido en las catedrales de todo el mundo y en la escritura de su más famosa novela, Los pilares de la Tierra.
En La clave está en Rebeca, por otro lado, desarrolló una historia de espías entre el desierto de África y El Cairo durante la Segunda Guerra Mundial. De esta manera, las fuerzas alemanas, al mando del mariscal Rommel, se enfrentan a las tropas británicas, mientras que en El Cairo se desarrolla una intriga protagonizada por el servicio secreto británico y el espionaje alemán, en la que se verá implicado un joven oficial. Un argumento que entronca con Vuelo final, dado que mediante este relato de suspense, Follett narra cómo en junio de 1941, cuando el curso de la guerra es desfavorable a Gran Bretaña, puesto que los alemanes están anticipándose a las incursiones aéreas de los bombarderos británicos, Hermia Mount, una analista británica, empieza a sospechar de la existencia de una estación de radar secreta en la costa de Dinamarca. En Copenhague, el policía colaboracionista con los nazis Peter Flemming intenta descubrir la red la resistencia danesa. Entretanto, Harald Olufsen, un joven estudiante danés, se ve involucrado poco a poco en la investigación de Hermia. Cuando finalmente descubre la verdad, en la isla danesa de Fano, ocupada por los alemanes, no tiene manera de hacer llegar la información a Gran Bretaña.
Y más historias de suspense hay en la trayectoria del autor inglés, como Noche sobre las aguas, en que recibe un gran protagonismo un Boeing 314, también en torno a la época de la Segunda Guerra Mundial, pero en esta ocasión en tiempos iniciales. En septiembre de 1939, Gran Bretaña ha declarado la guerra a Alemania, y aventureros, artistas, hombres de negocios, ciudadanos que huyen de la vejación y la miseria embarcan en el último hidroavión que despega rumbo a Estados Unidos, abandonando un país sobre el que planea la incertidumbre. La noble y fascista familia de los Oxenford huye para evitar la detención del patriarca, y a su vez, Diana Lovesey lo hace para escapar con su amante Mark, mientras su marido Mervyn la persigue junto con Nancy Lenehan, que quiere impedir que su hermano Peter malvenda su empresa.
Por último, tenemos Alto riesgo, novela protagonizada por seis mujeres como agentes encubiertos durante la Segunda Guerra Mundial. El lector conocerá cómo el día D se acerca y todavía no se sabe dónde ni cuándo, pero los alemanes están convencidos de que será pronto. Felicity Clariet es una de las agentes más valiosas de la unidad encargada de las operaciones de sabotaje que opera en el norte de Francia. Le consta que el éxito del desembarco aliado depende de que las líneas de comunicación con Berlín no funcionen. Y es en Sainte-Cécile, cerca de Reims, donde se encuentra el mayor centro de comunicaciones de la Francia ocupada, alojado en un antiguo castillo del siglo XVII. En estos momentos ese siniestro castillo constituye el objetivo de mayor importancia estratégica. Cuando ella intenta un asalto directo, la operación fracasa estrepitosamente, su grupo resulta destruido y sus superiores empiezan a dudar de ella. Sólo le resta una última oportunidad para cumplir la misión, y para ello diseña un nuevo plan que requiere un grupo exclusivamente femenino y no profesional, que debe ser reclutado y entrenado en cuestión de días. La idea es intentar infiltrarse en el castillo a la vista de los nazis, aunque hay muchas cosas que la protagonista desconoce, secretos en las filas de los alemanes, entre los miembros de su equipo, secretos que guardan las personas en quienes ella más confía.