Kiko Amat (1971) nació en Sant Boi de Llobregat. Abandonó los estudios a los diecisiete años para ser mod, cleptómano, disquero, cajero, operario en Seat, vigilante de camping, cartero comercial y camarero.
Ha publicado las novelas El día que me vaya no se lo diré a nadie(2003); Cosas que hacen BUM (2007); Rompepistas (2009); Eres el mejor, Cienfuegos (2012) y Antes del huracán, todas en Anagrama, así como dos libros de no ficción, Mil violines (2011) y Chap chap (2015).
Sus últimas obras son Revancha, una novela violenta y vertiginosa, absolutamente adictiva, que habla de venir del lugar equivocado, de delincuencia, de rabia y reparación, de amor y venganza, escrito con la máxima adrenalina; y el ensayo Los enemigos. O cómo sobrevivir al odio y aprovechar la enemistad, un manual para comprender la enemistad, la fijación con lo antipódico, las acciones por despecho y el odio (con ocasional elevación) que suele acompañarlas. También es una confesión de estupidez en primera persona, una clase práctica sobre la utilidad del rencor y la venganza (la tirria indeleble como eficaz motor vital y artístico), y un lamento persistente por todo lo enunciado.
Escribe regularmente para El País y El Periódico,codirige el festival Primera Persona en el CCCB y coconduce el podcast Psycholand.
© Cèsar Nuñez (@ohlalacesar)
¿Cuándo empezó a escribir?
Escribía desde muy niño. Hacia 4º o 5º de EGB ya estaba escribiendo narraciones y redacciones (las últimas casi siempre de cariz cómico). En 8º de EGB -mi fase católica- intenté escribir mi primera novela: la trama giraba en torno a una excursión del colegio que terminaba en el Infierno. Pero no imaginaba que un chaval de clase obrera como yo pudiese ser escritor o novelista: creía que todos los escritores eran pijos, foráneos, académicos o muertos. Así que abandoné el sueño y me dediqué a hacer pellas, crear fanzines, tomar drogas y vandalizar mi pueblo. A los treinta, cuando ya me había sucedido de todo, decidí volverlo a intentar.
¿Cuándo y cómo escribe?
Tomo notas todo el rato. Apunto palabras, diálogos e ideas de todo tipo en una libreta. Cuando tengo una idea que me parece que puede sostener una narración prolongada, trazo un guion no muy detallado. El título de la novela suele aparecer temprano en el proceso. No hago fichas de personajes ni nada de eso, pero sí les tengo asaz definidos en la cabeza. Entonces me pongo a escribir: entre 4 y 5 horas cada mañana, de lunes a viernes, sin excusas. Salga mal o bien, paso esas horas al teclado. En las fases finales también sábado y domingo. Nunca escribo novela por la tarde. Según voy escribiendo, el guion original se va a la mierda y aparece una nueva trama. Lo normal es tirar a la basura, generalmente entero, el primer manuscrito, o como mínimo las primeras cien páginas. Los manuscritos siguientes son editados a conciencia. Suelo acabar cortando unas 150 páginas sobrantes de cada novela.
¿A mano o a máquina? (la escritura, no el lavado).
No soy decimonónico, gracias. Escribo en maravilloso Word, no lo cambiaría por nada.
¿Tiene alguna manía o hábito ante el momento de la escritura?
Lo de las 4 o 5 horas diarias es crucial. No hay que saltarse un solo día. También necesito aislamiento. A modo de white noise, erijo una impenetrable muralla de tapones de oídos más música de fondo. Todas mis novelas se han escrito con música de Mark Kozelek siseando tras los tapones.
¿A quién pediría consejo literario?
A nadie. Los libros en sí mismos son suficiente consejo. Desde un punto de vista técnico no hacen falta talleres ni carreras de escritura creativa, ni consejitos displicentes de literatos veteranos: solo leerse todas esas novelas de todos esos tíos flipantes.
REVANCHA
Kiki Amat
Anagrama, 328 pp., 19,90 €
Si pudiera reencarnase en algún escritor/es, ¿a quién elegiría?
Nunca en la vida me reencarnaría en escritor. Sería de locos renacer y ser la misma mierda en otro cuerpo.
¿Qué recomendaría a los autores noveles?
Escribir cada día. Seguir su propia visión. La buena escritura es concisa: solo los escritores malos o los franceses basan sus novelas en el lenguaje ampuloso. Escuchar solo a gente que respeten; jamás a críticos o a modas. Empezar copiando a los grandes; luego dejar de copiar. No intentar aprovechar algo solo por las horas que le dedicaron (esas páginas cuentan como aprendizaje; no hace falta publicar cada ventosidad). Y, ante todo, preguntarse: ¿por qué estás en esto? La respuesta correcta es: mola pasar una vida en pijama dentro de tu propia cabeza, contando historias y perdiendo amistades. El resto de las respuestas (glamur, fama, dinero, guayez…) son una tragedia en ciernes.
LOS ENEMIGOS
Kiko Amat
Anagrama, 152 pp., 9,90 €