El pasado 5 de marzo se conmemoraron los cien años del nacimiento del cineasta y escritor italiano, muerto en circunstancias trágicas y sospechosas en 1975.
Pier Paolo Pasolini (Bolonia, 1922-Ostia, 1975), poeta, novelista, dramaturgo, crítico literario, ensayista… Todo un provocador mediante libros y películas, hombre de personalidad entre cuyas obras poéticas destacan La religión de mi tiempo y Las cenizas de Gramsci, y entre sus novelas Una vida violenta, Mujeres de Roma y, sobre todo, Chavales del arroyo, que ahora la editorial Nórdica relanza en su tercera edición. Por otra parte, en 1961 inició su carrera cinematográfica, con creaciones como El Evangelio según san Mateo, Edipo rey o Teorema. Murió asesinado el 1 de noviembre de 1975 en Ostia. Se habló de que su asesinato fue debido a un complot, pero nunca se consiguió probar.
La novela citada, Chavales del arroyo, escrita en 1955, es la primera novela de Pasolini, una crónica de la vida en los suburbios de Roma durante los años que siguieron a la Segunda Guerra Mundial. Pasolini recorre las casas y las calles de Roma, de manera que la ciudad es otro personaje, y muy importante. «Título fundamental, de una desgarradora y violenta belleza lírica. Feroz primera novela que hoy es un gran clásico del pasado siglo en lengua italiana», escribió Mercedes Monmany para el periódico ABC.
También en Nórdica, pero tiempo atrás, se pudo disfrutar de la antología poética La religión de mi tiempo, que tradujo Martín López-Vega (su principal obra poética desde 1957 a 1971). Es la faceta menos conocida del cineasta italiano. Como se dijo en su día por parte de la editorial, fue Pasolini poseedor de diferentes lenguajes estéticos, y de hecho, llamaba a sus películas «cine-poemas». Fue, realmente, un intelectual incómodo e incalificable, un erudito lingüista, filólogo y teórico de la literatura, además de un humanista que manejaba con soltura varias lenguas y se movía cómodo en el mundo de la filosofía, el materialismo histórico, el psicoanálisis, la antropología cultural y la historia del arte o de las religiones.
El traductor decía: «Pasolini me parece indiscutiblemente la figura más notable que ha surgido en las artes y las letras italianas después de la Segunda Guerra Mundial… Su poesía es una parte importante de su apasionada, poderosa y vulnerable obra, una obra en y con la historia,
y del trágico itinerario de su sensibilidad». Algo que se completará con otro volumen, en preparación por parte de Galaxia Gutenberg, titulado La insomne felicidad (Antología poética).
Compromiso social
Esta misma editorial barcelonesa ahora nos da Escritos corsarios para celebrar el centenario del nacimiento del autor. En estos ensayos se ven temas como la «homogeneización cultural» o la «mutación antropológica» de los italianos, de lo cual Pasolini hablaba con intensidad entre los años 1973 y 1975. Era por entonces un hombre que parecía angustiarle la política. Y es que, en verdad, Escritos corsarios nos presenta a un escritor comprometido y polemista que se atrevía con cualquier tema, desde la crítica a sus compañeros comunistas hasta su denuncia de la deriva clerical-fascista que a sus ojos llevó la Democracia cristiana. Asimismo, también le preocupó el proletariado urbano y la aculturación de las clases populares como consecuencia de la sociedad de consumo.
Escritos corsarios recoge los artículos que publicó desde 1973 hasta su asesinato en 1975. Publicado póstumamente, Pasolini todavía pudo organizar el libro, revisar las pruebas y redactar la nota introductoria. Tomando a Italia como modelo de cualquier país occidental, analiza ahí la mercantilización total de lo humano, por ejemplo, es decir, aspectos que hoy siguen vigentes. Como afirma Alfonso Berardinelli, «la fuerza de los Escritos corsarios reside, ante todo, en la realidad emotiva y moral de su luto». De esta manera, el lector podrá conocer dos series de escritos que tienen títulos tan atrayentes como «La Iglesia, los penes y las vaginas», «El genocidio» o «Fascista».
Además, la editorial Altamarea aporta algo también llamativo, el libro Teorema, con prólogo de Attilio Bertolucci, sobre la conducta y los conflictos de una familia burguesa en un momento de crisis, lo cual también es una parábola acerca de la irrupción de lo religioso en el orden familiar y de sus consecuencias, que se desatan a partir de la visita de un enigmático joven. Este establecerá una irresistible conexión sexual e intelectual con todos los componentes de la familia, a través de la cual cada uno de ellos tomará conciencia de su más íntima naturaleza. La edición incluye un prólogo de 1968 en que Pasolini explica: «A decir verdad, Teorema nació como pieza teatral en verso, hará unos tres años; luego se transmutó en película y, al mismo tiempo, en el relato en el que se basó la película y que por la película fue enmendado. Todo esto hace que la mejor manera para leer este manualillo laico, de canon incierto, sobre una irrupción religiosa en el orden de una familia milanesa, sea la de seguir los “hechos”, la “trama”, demorándose lo menos posible en la página.»
Chavales del arroyo
Pier Paolo Pasolini
Nórdica, traducción de Miguel Ángel Cuevas, 320 pp. 22,50 euros
https://www.nordicalibros.com/product/chavales-del-arroyo-biblioteca-pasolini/
Escritos corsarios
Pier Paolo Pasolini
Galaxia Gutenberg, traducción de David Paradela, 304 pp. 23,50 euros
http://www.galaxiagutenberg.com/libros/escritos-corsarios/
Escritos corsarios
Teorema
Altamarea, traducción de Carlos Gumpert, 248 pp. 18,90 euros
https://altamarea.es/producto/teorema/
Un cineasta erótico
La cinematografía de Pasolini es de las más originales y transgresoras del siglo XX. Comenzó como escritor y colaboró como guionista para Fellini en Le notti di Cabiria; después, él mismo escribió y dirigió Accattone en 1961. Sobre todo, le distinguió el culto a la belleza del cuerpo humano en su desnudez, de ahí que algunos de sus filmes tengan un gran componente erótico. Esto se aprecia en sus películas El decamerón, Los cuentos de Canterbury y Las mil y una noches. Pero, sobre todo, en una obra muy provocadora y libertina, pues no en vano se trataba de Salo o 120 días en Sodoma, inspirada en los textos del marqués de Sade, llena de escenas tremendas.
Como dijo Roman Gubern en La imagen pornográfica: «En este hermético espacio pasional acotado como el castillo sadiano de Las 120 jornadas de Sodoma, tiene lugar la explosión de un amour fou, en la que la escalada del erotismo conduce al placer del dolor, y el dolor a la muerte. Oshima se recrea, en el último tercio de su película, en demostrar que en la espiral erótica la muerte por estrangulamiento en el curso del coito es la culminación límite del placer. La última frase que dice en el film un Kichizo ya extenuado a su amante, es: «Esta vez no te detengas, porque después es demasiado doloroso”. Sade obedece no sólo por el frenesí de la excitación, sino porque en el fondo sabe que nada se posee tanto como aquello que se mata».