Nancy Huston (Calgari, Canadá, 1953) tiene el inglés como lengua materna, pero escribe sus libros en francés. Ha dedicado parte de su obra al análisis de la condición femenina y al desarraigo. Ha publicado numerosos libros de ensayo, novelas y obras de teatro, entre los cuales destacan, traducidos al español, Instrumentos de las tinieblas (1998), Marcas de nacimiento (Premio Femina 2006, en español 2008) y La huella del ángel (2009). En su colección Ensayos, Galaxia Gutenberg ha publicado Reflejos en el ojo de un hombre (2013), La especie fabuladora (2017) y Vosotras bellas, vosotros fuertes (2018).
Ahora publica Árbol de olvido (Galaxia Gutenberg), escrita esta vez en inglés, una novela magníficamente orquestada, con unos personajes inolvidables, que cuestiona la filiación, la maternidad, el feminismo, el laicismo, la religión, la violencia sexual, el ecologismo o el trauma del Holocausto. En 2016, la joven afroamericana Shayna llega a Uagadugú, capital de Burkina Faso, país vecino de Benín, con su pareja Hervé, médico haitiano que trabaja para una ONG. Shayna busca comprender sus orígenes, el traslado forzoso de sus ancestros a Estados Unidos, la humillación secular, la esclavitud. A través de Shayna conoceremos a sus padres: Joel, sociólogo vegetariano, defensor de los animales, hijo de judíos checos que huyeron del Holocausto; y Lili Rose, de familia protestante y de clase media norteamericana, estudiosa del suicidio en las mujeres y con una relación difícil con su sexualidad y su cuerpo. Shayna es su única hija, nacida de un vientre de alquiler de una mujer negra.
¿Cómo surgió esta historia? ¿Cuándo se puso a escribirla ya tenía en mente todas las relaciones entre los personajes o las fue perfilando a medida que escribía?
No suelo empezar una novela con toda la trama cerrada, pero en esta hubo distintos puntos de partida; uno de ellos fue una visita a un museo de Berlín, a una exposición que conectaba el progreso industrial con la esclavitud. Para mí constituyó un shock: todo lo que soy, mi país, mi cultura, mi familia se debe a la esclavitud. Gracias a ella, el mundo occidental construyó el bienestar con energía e industrias y permitió que pudiéramos educarnos, leer, escribir, descubrir y avanzar.
Otro factor fue que gente cercana a mí adoptó a criaturas de otras culturas, lo que me ha permitido ser testigo de cuán difícil puede ser a veces: vi a mi alrededor algunos casos que, tristemente, acabaron mal, a pesar del deseo de los adoptantes de dar una oportunidad a niños desfavorecidos. Así que estos fueron algunos de los puntos de partida.
La obra cuestiona diversos temas: el racismo, la esclavitud, la Shoah, la violencia sexual, la identidad, la religión, el feminismo, los vientres de alquiler… ¿temió en algún momento perderse y que las piezas pudieran no encajar?
Como le he comentado, no empecé con una idea clara e inicialmente solo quería centrarme en el personaje de Shyna, pero las voces de sus padres emergieron lentamente a medida que escribía.
Por otro lado, no sabía si quería escribir en orden cronológico y me llevó tiempo decidir quién contaba la historia. En cuanto al orden, no era cuestión de empezar por la página uno e ir siguiendo un orden. Puede que parezca una lectura caótica ir saltando de Boston a Manhattan pero el desorden me ayudó a crear cierto suspense en aspectos como el origen de Shyna.
Primero tuve un borrador entero basado en sus anotaciones y en las cartas a Hervé, pero me metí tanto en la vida sexual de sus padres, Joel y Lilí Rose, que era inverosímil que se la hubieran contado ellos, así que tiré esa versión y volví a empezar. Entonces llegué al escenario del Radio City Music Hall, donde las esclavas embarazadas dan a luz en escena. Me di cuenta entonces de que necesitaba dar voz a esos millones de mujeres afroamericanas (cuya historia es desconocida y no tiene nada que ver con un musical de Broadway).
En la obra la religión, el abuso sexual o la madre gestante de Shayna conforman de manera fundamental la identidad de estos personajes. ¿Acabó teniendo más peso -al menos en el caso de los dos primeros- que sus lazos afectivos o su bagaje intelectual?
Creo que estamos más determinados de lo que imaginamos. Nos gusta pensar que somos dueños de nuestras vidas, pero dudo de que sea realmente así.
El personaje de Joel no está determinado por el judaísmo, pero es un factor fundamental en su vida y siente que es importante mantener viva la religión de sus padres que, a fin de cuentas, sobrevivieron al Holocausto -algo que influyó profundamente en esta generación, que construyó un lazo afectivo muy fuerte con su cultura y su religión-. Es un hombre adorable, realmente convencido de que la educación, la voluntad y el amor que van a dar a su hija adoptiva se va a imponer por encima de todo. Pero se equivoca porque la huella de la biología, el color de la piel, el ADN y la memoria de su cultura africana perviven en Shyna y, si bien es algo palpable, ni él ni Lily Rose quieren afrontarlo.
Quizás en la época en que está situada la novela no era tan corriente la adopción internacional, quizás un bebé blanco habrá encajado mejor en esa familia.
Sí, quizás Shyna no se sentiría tan diferente. En Estados Unidos, las mujeres afroamericanas suelen tener problemas de fertilidad por la dieta y otros factores socioeconómicos y, a menudo, se convierten en madres gestantes de mujeres blancas con una economía más saneada que pueden permitirse un vientre de alquiler gracias a la tecnología. Fíjese en estas madres en Ucrania, pendientes de entregar a sus bebés a parejas europeas blancas, incluidas españolas, unos bebés que, digamos, no desentonarán.
Respecto a la huella de la herencia africana en Shyna, me resulta muy poderosa la escena en que va con su amiga al carnaval caribeño y se da cuenta de ha estado totalmente desconectada de ese mundo originario.
No creo que los africanos sean mejores bailarines per se pero está claro que algo resuena en Shyna, que ha crecido lejos de ese ambiente y que, en cambio, se ha movido siempre entre blancos.
En el caso de la familia de Joel, sin embargo, también discriminan por religión
Ciertamente, la religión judía también puede ser muy discriminatoria.
Otro factor importante es el peso de lo no hablado.
Cuentan los hechos pero no profundizan creyendo, erróneamente, que no va a ser un problema. Pero sí lo es para Shyna, que ansía conocer sus raíces. Dudé si meterme en la vida de Selma, pero no logré darle forma. Y eso que fui expresamente a Baltimore (nunca había estado ahí) para imaginar la casa, las calles, los barrios marginales donde vive Selma. ¡Incluso miré la serie The Wire para empaparme de Baltimore! También leí mucho sobre el esclavismo en Maryland.
ÁRBOL DEL OLVIDO
Nancy Huston
Galaxia Gutenberg, traducción de Antonio Soler, 272 pp., 22 €
MB
© Guy Oberson.
ARBRE DE L´OBLIT
Nancy Huston
L´Altra Editorial, traducció de Marta Marfany, 224 pp., 22 €
MB
© Guy Oberson.