Ángeles López (Madrid, 1969) es periodista, escritora y editora del sello Almuzara. Trabaja desde hace más de tres décadas en radio, prensa y televisión. En este último medio ha ejercido funciones de reportera, redactora, guionista y subdirectora de programas. En prensa escrita realiza entrevistas y crítica literaria para distintas cabeceras: La Razón, La Vanguardia, ABC Cultural, Qué Leer, Librújula, Vida Nueva…
Es autora de las novelas Martina, la rosa número trece (Seix Barral), Ve a la alcoba a ver si estoy (Roger Editorial) y Apoikía (Ekoty) así como del ensayo divulgativo Trastorno Afectivo Bipolar (Edaf). En poesía ha publicado: Iscariote; Mishima, locura para el mundo y Congrios y cormoranes, todas editadas por Huerga y Fierro. Ahora presenta el poemario Las ocho y carne, que como señala en el prólogo Ricardo Menéndez Salmón «Aquí se nos invita a que, entre la carne y cualquier otro accidente de la vida (olvido, negligencia, cobardía), hagamos del cuerpo refugio y parapeto.»
1. ¿Cuándo empezó a escribir?
Escribo desde que tengo memoria. Diarios, muchísimos diarios. Poemas, infinidad de poemas. Cuentos, relatos cortos, esbozos de novelas… Con el paso del tiempo, al dedicarme al periodismo, no ha pasado un solo día de mi vida sin que haya perpetrado alguna línea. El hecho de haberme ganado la vida escribiendo me ha impedido dedicarme a «escribir». Podría haber tenido una carrera literaria más nutrida de no haber ejercido mi profesión. Alguien me dijo una vez que el periodismo era la trampa del escritor, y es cierto.
2. ¿Cuándo y cómo escribe?
Escribo a todas horas, tanto por trabajo como por placer. Crónicas, entrevistas, críticas literarias, contraportadas de los libros que edito para Almuzara… Los fines de semana o por la mañana, muy temprano, son los momentos ideales para dedicarme a mis propios textos. Creo, además que la lectura también es una forma de escritura, lo que Cortázar definía como lector-cómplice que «llega a ser copartícipe y copadeciente de la experiencia por la que pasa el novelista, en el mismo momento y en la misma forma».
3. ¿A mano o a máquina? (la escritura, no el lavado).
Aunque he escrito mucho a mano, especialmente poesía, las ideas toman mejor forma con un teclado y frente a una pantalla. El curso de «taquimecapuri» al que me apuntaron mis padres en 5º de EGB, fue el mejor regalo de mi vida. No obstante, tengo decenas de moleskines por casa y en los bolsos donde anoto ideas o palabras. Colecciono palabras. Mi última marcianada ha sido crear un grupo de whatsapp conmigo misma para enviarme notas.
4. ¿Tiene alguna manía o hábito ante el momento de la escritura?
Muy pocas. Leer algunos versos de Poeta en Nueva York para comulgar con la belleza y coger el «la». Por lo demás ni siquiera necesito un espacio particularmente ordenado, porque yo tampoco lo soy. Sí bebo café, solo con hielo -en invierno y en verano- y, a las 13h, invariablemente, me tomo una copita de vino -de Toro, claro-, como me aconsejó la gran Corín Tellado. Aunque ella prefería Rioja.
5. ¿A quién pediría consejo literario?
A Quevedo y a Lorca. Quizá a Mishima para saber cómo lograba ser tan prolífico y delicado en géneros tan dispares. Posiblemente a Borges para aprender a ser el gran lector que él fue.
6. Si pudiera reencarnase en algún escritor/es, ¿a quién elegiría?
Podría decir algún nombre y presumir de ingenio, pero la verdad es que declino la invitación. ¡Ya tengo bastante con soportar la jaula de grillos constante de mi cabeza!
7. ¿Qué recomendaría a los autores noveles?
Leer, leer y leer. Con boli para subrayar y coparticipar del texto leído. Los libros necesitan perder la virginidad del papel nuevo con nuestra intervención lectora. Nacieron para eso. Leer y terminar lo que te gusta o mandar a la porra aquello que pierde interés en la quinta página. Por último, que su objetivo sea escribir algo bueno, no publicar. Que cada línea sea tan aseada como inevitable.
LAS OCHO Y CARNE
Ángeles López
Huerga y Fierro, prólogo de Ricardo Menéndez Salmón, 60 pp., 12 €