Se cumplen este julio los quinientos años de la muerte de Elio Antonio de Nebrija, gramático, lexicógrafo y uno de los humanistas más destacados del Renacimiento español.
Nacido en lo que sería la actual Lebrija –ciudad de 28.000 habitantes situada en el sur de la provincia de Sevilla, a 64 km de la capital–, en 1441, y muerto en Alcalá de Henares, en 1522, Antonio Nebrija llegó a ser un humanista clave para el devenir de toda la lengua española. El mundo entero está en deuda con él, desde que publicó la Gramática castellana (1492), la primera de una lengua vulgar. El caso es que este gran intelectual cogió el nombre de su ciudad natal (transcrito casi siempre en la forma Nebrija) en lugar de su patronímico Martínez de Cala e Hinojosa.
Decidió estudiar en Salamanca, y a los diecinueve años se trasladó a Bolonia, para en 1470 regresar a España e instalarse en Sevilla. Aquí entró siendo empleado de arzobispo, Alonso de Fonseca, y al cabo de poco tiempo se hizo maestro de gramática y retórica en las universidades de Salamanca y Alcalá de Henares. En su faceta más privada, cabe decir que se casó con Isabel de Solís, con la cual tuvo siete hijos, y vivió también en Extremadura, lugar en que siguió ahondando en sus reflexiones de carácter gramatical.
Entre sus obras, aparte de la Gramática, dedicada a la reina Isabel la Católica, destacaría el Vocabularium, compuesto de dos volúmenes de diccionarios hispano-latinos que en su día fueron pioneros en este ámbito, y las Reglas de la ortografía castellana, que datan de 1512. Por otra parte, el cardenal Cisneros le hizo un encargo, en 1502, que derivó en la revisión de los textos griegos y latinos de la Biblia Políglota Complutense. Además de todo ello, Antonio de Nebrija escribió textos de historia, retórica, teología (como las Quincuagenas), derecho (Lexicon juris civilis), arqueología (Antigüedades de España),pedagogía (tratado De liberis educandis)…
Su famoso tratado gramatical estaba dividido en cinco libros, en los que se ocupaba de la ortografía, la prosodia o la sílaba, de la etimología o la dicción, de la sintaxis, y así hasta llegar a las «Introducciones de la lengua castellana para los que de extraña lengua querrán aprender». Al comienzo, ya en el prólogo el autor señaló el objetivo de todo este trabajo fundacional, sobre todo el de establecer las normas que fijaran la lengua vulgar, además de otros de orden incluso político.
Famoso latinista
Y es que el momento es muy particular: en esas fechas está sucediendo la rendición de Granada y ocurre el acontecimiento que cambiará el planeta con la llegada de Colón a América. En este sentido, en el medio de comunicación en línea The Objective, Luis Castellví Laukamp, en su artículo Nebrija en su centenario, hablaba el pasado mes de mayo de que «Nebrija relaciona la lengua no solo con la consolidación del imperio, sino también con la vertebración nacional», por esa coincidencia con el fin de la Reconquista, el hecho de pisar el Nuevo Mundo y la expulsión de los judíos. «El prólogo contiene una frase célebre: “siempre la lengua fue compañera del imperio”. Al igual que los hombres, las lenguas tendrían su infancia, madurez y declive. La fragmentación de la lengua imperial coincidiría con la caída del imperio que la sostuvo.»
Y sin embargo, como sigue diciendo el articulista, según Nebrija, quienes aprendan la gramática castellana «querrán venir al conocimiento de la latina». En decir, Nebrija no debería su fama en vida a la Gramática castellana, sino a su labor como latinista: «Consideraba que el latín debía ocupar un lugar central en los estudios humanísticos. Insatisfecho con el nivel de su época, publicó un manual de latín que tuvo mucho éxito (Introductiones latinae, 1481). En la introducción, Nebrija afirmaba haber superado «a los enemigos de la lengua latina, a los que con la edición de esta obra acabo de declarar la guerra”». Lo curioso también es que «los misioneros habían aprendido latín con el manual de Nebrija, por lo que aplicaron su método a las lenguas indígenas. Así, Introductiones latinae se convirtió en el modelo de las gramáticas del Nuevo Mundo».
Una novela y un cómic
Esta descomunal importancia para la lengua española y para el Imperio bien merecen los homenajes que se irán desarrollando durante este año. Incluidos dos de tinte literario y artístico. El primero del que vamos a hablar es El sueño del gramático, novela de Eva Díaz Pérez, que nos lleva al año 1465, con un Antonio de Lebrija siendo un joven bachiller de Salamanca, y viajando a Italia para aprender el latín clásico e impregnarse de la cultura grecolatina. Allí encontrará a damas incorruptas, caballeros fingidos, aristócratas extravagantes, bibliotecas fabulosas, inquietantes artistas, gabinetes de curiosidades y duelos de sabidurías entre agudezas y donaires.
De Italia regresará convertido en Elio Antonio de Nebrija, el humanista que trajo la modernidad a España y que plantará batalla a teólogos, juristas, historiadores y médicos aún instalados en los saberes medievales. No será una tarea fácil ya que sufrirá el rencor de los poderosos y la persecución de la Inquisición a causa de sus críticas a la Vulgata, la traducción canónica de la Biblia realizada por San Jerónimo. A pesar de los agravios y quebrantos, el maestro protagonizará una revolución del saber convirtiendo el castellano en la más adelantada de las lenguas vulgares al fijar sus reglas en El arte de la Gramática castellana.
Tras una vida de duelos y pesares, su hija Francisca de Nebrija repasa el itinerario del padre con la mirada de una de esas puellae doctae (niñas sabias) que surgieron durante el luminoso y breve Renacimiento español. De esta manera, El sueño del gramático cuenta la historia de un héroe intelectual que vive el nacimiento del humanismo en Italia, la revolución de la imprenta y la sorprendente España que descubre el Nuevo Mundo.
Por otro lado, tenemos la obra Agustín Comotto Nebrija, cómic biográfico que se presentó en un coloquio cultural en el Instituto Cervantes de Madrid, dado que, además de estar publicada por Nórdica Libros, está cofinanciada por el Ayuntamiento de Lebrija y la Fundación Antonio de Nebrija. El acto se enmarcó en los actos programados por el V Centenario del Fallecimiento del humanista sevillano, que empezó con una gala de inauguración del Año Cultural Nebrija en el Teatro Real en febrero y a lo que le seguirá una exposición en la Biblioteca Nacional de España, un documental para televisión y un congreso internacional en Lebrija.
Comotto ha realizado un trabajo excelente, pues su arte es un buen puente para acercar a un intelectual tan relevante a las nuevas generaciones de estudiantes o a lectores jóvenes. Se trata de un autor argentino, afincado en España, que ha añadido en su libro un apartado con las biografías de los protagonistas y un mapa de su contexto histórico. «Nebrija pensó que un sonido significaba una letra y ese es el ángulo y el pilar fundamental del castellano, a diferencia de otras lenguas», dijo el dibujante. En conclusión, es un buen momento este, con la excusa de la onomástica, para conocer o descubrir la labor de Nebrija, del que, como dijo el director de Relaciones Institucionales de la Fundación Antonio de Nebrija, más del 80% de su obra sigue sin traducirse del latín.
Famoso latinista
Y es que el momento es muy particular: en esas fechas está sucediendo la rendición de Granada y ocurre el acontecimiento que cambiará el planeta con la llegada de Colón a América. En este sentido, en el medio de comunicación en línea The Objective, Luis Castellví Laukamp, en su artículo Nebrija en su centenario, hablaba el pasado mes de mayo de que «Nebrija relaciona la lengua no solo con la consolidación del imperio, sino también con la vertebración nacional», por esa coincidencia con el fin de la Reconquista, el hecho de pisar el Nuevo Mundo y la expulsión de los judíos. «El prólogo contiene una frase célebre: “siempre la lengua fue compañera del imperio”. Al igual que los hombres, las lenguas tendrían su infancia, madurez y declive. La fragmentación de la lengua imperial coincidiría con la caída del imperio que la sostuvo.»
Y sin embargo, como sigue diciendo el articulista, según Nebrija, quienes aprendan la gramática castellana «querrán venir al conocimiento de la latina». En decir, Nebrija no debería su fama en vida a la Gramática castellana, sino a su labor como latinista: «Consideraba que el latín debía ocupar un lugar central en los estudios humanísticos. Insatisfecho con el nivel de su época, publicó un manual de latín que tuvo mucho éxito (Introductiones latinae, 1481). En la introducción, Nebrija afirmaba haber superado «a los enemigos de la lengua latina, a los que con la edición de esta obra acabo de declarar la guerra”». Lo curioso también es que «los misioneros habían aprendido latín con el manual de Nebrija, por lo que aplicaron su método a las lenguas indígenas. Así, Introductiones latinae se convirtió en el modelo de las gramáticas del Nuevo Mundo».
NEBRIJA
Agustín Comotto
Nórdica, 176 pp., 25 €
EL SUEÑO DEL GRAMATICO
Eva Díaz Pérez
Fundación José Manuel Lara, 384 pp., 19,90 €