El enfant terrible de las letras francesas vuelve con una novela, y con ese pretexto revisamos el carácter de su obra y algunos de sus títulos más sonados.
La mirada cáustica de la vida de Michel Houellebecq quedó manifiesta en la novela que recibió el premio Goncourt, El mapa y el territorio, en que ahondó en cómo el tema para el arte es la vida, pero también en cómo el mercado del arte convierte el talento de un artista en un producto financiero. Pero entonces la polémica no tardó en llegar, como suele ocurrir siempre que se habla de Houellebecq. El autor fue acusado de plagio y un jurista parisino especialista en licencias libres argumentó su derecho a colgar la novela en internet.
Houellebecq exponía asuntos relacionados con el mercadeo del arte y nuestra sociedad capitalista, y él mismo aparecía como personaje definiéndose como «un solitario con fuertes tendencias misantrópicas y que apenas le dirigía la palabra a su perro», y confesando sus hábitos caseros y su intención de volver al pueblito francés en el que se crio, como al fin conseguía, aunque ello supusiera su perdición.
Houellebecq se regocijaba de su infinito pesimismo y aprovechaba para presumir de que «los medios de comunicación franceses me detestan». Meras ocurrencias victimistas de este enfant terrible, que no ha podido tener más suerte con sus obras, premiadas y vendidas por doquier, y que ha jugado a ser un chico malo para provocar con sus insultos y disfrutar de polémicas tan gratuitas como efectivas a efectos publicitarios.
«La vida humana es poca cosa», «es imposible vivir: debido a las pesadeces que se acumulan», «ya no queda sitio para la esperanza, la creencia y la fe» son algunas de sus frases en aquella novela en que era fiel a sus ideas negativas, que a veces se extiende a groserías o provocaciones.
Un ejercicio de política ficción
En una casualidad increíble, su novela Sumisión salía a la venta el día en que fueron asesinados algunos de los componentes de la redacción del semanario Charlie Hebdo por parte de terroristas yihadistas. Increíble porque el autor presentaba un texto basado en la islamización del país galo y en una sociedad abocada al conflicto en el año 2022.
Era un ejercicio de política-ficción, en clave anticipatoria, en el que se exponía la forma en que, tras las elecciones presidenciales y el fin del mandato de François Hollande, el llamado partido Fraternidad Musulmana desbancaba a Marine Le Pen del poder que estaba a punto de conseguir y se hacía con los mandos de la nación. Todo a partir del punto de vista narrativo del protagonista, François, un profesor universitario de mediana edad que era despedido por no ser musulmán. Es más, al comienzo de la novela se presentaba una Europa al borde de la guerra civil, en un clima de desconfianza y peligro inminentes y en el que existía una especie de policía política que vigilaba los movimientos de ciertos extremistas.
Acusado de injurioso
El mismo Houellebecq tuvo que enfrentarse a un juicio, celebrado en París en el 2002, tras haber sido denunciado por varias agrupaciones islámicas y de derechos humanos por «injuria racial» e «incitación al odio religioso». El pretexto fueron sus declaraciones en una entrevista para la revista literaria Lire, en la que afirmó aquello de que «la religión más idiota del mundo es el islam» y que «cuando lees el Corán se te cae el alma a los pies». Tal cosa solo hizo más que engrandecer la fama del autor y la comercialidad de sus obras; al final, quedaría absuelto de todos los cargos al argumentar el juez en la sentencia que la crítica a la religión es perfectamente legítima en un estado laico.
En su novela Plataforma ya se había asomado el terrorismo islamista, en unos pasajes que fueron tildados de islamófobos (también se le ha acusado en diferentes ocasiones de misógino, xenófobo y racista). Contaba el modo en que Michel, funcionario en un ministerio, harto de su gris cotidianidad, decide viajar a Tailandia para hacer turismo sexual, de tal modo que, después de regresar a su país, inspirado por las ideas de una mujer directiva que ha conocido allá, emprende una aventura empresarial.
Así, crea una red mundial de colonias turísticas en que la prostitución es una actividad legal, con gran éxito pero también con aciagas consecuencias para diversos personajes, que se ven abocados a la tragedia desde sus existencias tediosas y de repente degeneradas, lo que servía para retratar una sociedad llena de integristas y ególatras, con el sexo como otro producto de consumo cínico y deshumanizado.
Sociedad aniquilante
Como siempre, el autor presenta una sociedad aniquilante, que vuelve a exponerse justamente en su extensa y reciente Aniquilación, que nos lleva al año 2027. Francia se prepara para unas elecciones presidenciales que es muy posible que gane una estrella de la televisión. El hombre fuerte detrás de esa candidatura es el actual ministro de Economía y Finanzas, Bruno Juge, para quien trabaja como asesor Paul Raison, el protagonista de la novela, un hombre taciturno y descreído.
«Algunos lunes de los últimos días de noviembre, o de principios de diciembre, tenemos la sensación, sobre todo si uno es soltero, de estar en el corredor de la muerte. Hace mucho que las vacaciones han pasado y el nuevo año está todavía lejos; la proximidad de la nada es inhabitual.» Este es el inicio desasosegante del texto, que se irá convirtiendo en un thriller, ya que de pronto, en internet empiezan a aparecer extraños vídeos amenazantes –en uno de los cuales se guillotina al ministro Juge– con unos enigmáticos símbolos geométricos. Y la violencia pasa del mundo virtual al real: la explosión de un carguero en A Coruña, un atentado contra un banco de semen en Dinamarca y el sangriento ataque a una embarcación de migrantes en las costas de las islas Pitiusas. De esta manera, el lector tendrá que irse preguntando quién está detrás de estos hechos, si grupos antiglobalización o algunos fundamentalistas.
En paralelo, se contará cómo Paul Raison, mientras indaga lo que está sucediendo, ve deteriorarse su relación matrimonial y cómo su padre, espía jubilado, sufre un infarto cerebral y queda paralizado. Ello propiciará el reencuentro de Paul con su hermana católica y ultraderechista y su hermano, restaurador de tapices. Y para rematarlo, el protagonista tendrá que afrontar la súbita aparición de una grave enfermedad. Otra novela, pues, de corte pesimista y apocalíptico, capaz como siempre en Houellebecq de despertar conciencias y hacernos reflexionar sobre qué clase de mundo tenemos delante de nosotros.
Toni Montesinos
© Mariusz Kubik
Michel Houellebecq
Anagrama, traducción de Jaime Zulaika, 608 pp., 24,90 €