La periodista Laura Mas (Las Palmas de Gran Canaria, 1989) es licenciada en Periodismo por la Universidad Autónoma de Barcelona (UAB). Lleva una década ejerciendo el periodismo cultural y ha colaborado en medios como Onda Cero o RNE, además de escribir para las revistas Vanity Fair, Clarín y Qué Leer. Actualmente lo hace en Historia National Geographic. Desde hace cinco años es gestora cultural, actividad que compagina con su verdadera pasión, la escritura. En 2020 publicó su primera novela, también en Espasa, La maestra de Sócrates, por la que estuvo nominada en la categoría «Mejor autor novel» de los XI Premios de Literatura Histórica Hislibris.
Texto: MB.
©: Archivo particular.
Ahora nos brinda su segunda novela, Olimpia, madre de Alejandro Magno, a la que da voz en primera persona a partir de lo poco que se conoce de esta mujer tan singular. Esa voz nos explicará su propia historia, la historia de quién tratará de hacerse un hueco en una corte en la que florecían las intrigas y las luchas de poder. Avalada por su fuerte carácter, su clara inteligencia y, sobre todo, por la autoridad que le daba ser madre de Alejandro, la reina luchará contra todo y contra todos para colocar a su hijo en el trono. El resultado es el retrato de una mujer que traspasó los roles de género de su época para alzar su dinastía a la gloria. Temida por sus contemporáneos y denostada por la Historia, fue la verdadera responsable de que Alejandro Magno reinase en Macedonia.
Esta es su segunda novela. La primera, La maestra de Sócrates, transcurría también en la Antigüedad clásica. ¿Qué le fascina de esa época?
Debemos nuestra cultura y nuestro pensamiento a los antiguos griegos. Adentrarse en la cuna de la civilización occidental es un viaje inabarcable y, en mi caso, solo con billete de ida. Cuando me documenté para mi primera novela, respiré las calles de Atenas, recreé a algunos de los pensadores más destacados, me remonté al origen de la democracia… Desde entonces, mi historia de amor con ese período histórico es cada vez más apasionante y profunda.
En la obra, la madre de Alejando Magno, Olimpia, utiliza todos los medios a su alcance para lograr sus propósitos. ¿La definiría como una mujer maquiavélica en el sentido clásico del término?
Al casarse con Filipo, rey de Macedonia, Olimpia tuvo muy claro su cometido: alzar su dinastía a la gloria. Llegó a su nueva corte siendo la quinta esposa del monarca e inmediatamente tuvo que rivalizar con el resto de mujeres. Todas querían darle un varón al rey que acabase heredando el trono de Macedonia, un territorio cada vez más poderoso en Grecia gracias a las certeras actuaciones de Filipo.
Un año después de su alianza, nació el niño que encarnaría todas las esperanzas y aspiraciones de Olimpia: Alejandro Magno. Como madre devota y mujer ambiciosa, Olimpia no conoció los límites para que su hijo alcanzase la eternidad y, por ende, ella. Fue una mujer maquiavélica, pero no hizo nada distinto a los hombres de su época. Se trata, de hecho, de una de las primeras reinas que traspasaron los roles de género, lo cual le valió mala fama y reputación.
Incluso no hay ningún tipo de solidaridad ni sororidad con otras mujeres de su entorno. ¿Tan dura es la Olimpia que usted ha imaginado?
Olimpia fue una mujer fuerte, pero a su vez vulnerable. Sí tomó como referentes a otras mujeres de su tiempo, como su suegra Eurídice, una reina que también llegó a la corte de Macedonia siendo extranjera, pero que supo ganarse el respeto de aristócratas y nobles. Lánice, la nodriza de Alejandro Magno, fue otro gran apoyo para Olimpia, aunque en una época donde las traiciones estaban a la orden del día, una no podía fiarse ni de su propia sombra. En ese aspecto, tener en cuenta el contexto histórico es necesario para comprender las motivaciones y actuaciones de sus gentes.
Las fuentes clásicas señalan que Olimpia vivía rodeada de serpientes domesticadas y le ha dado una dimensión incluso erótica. ¿Cómo llegó hasta ahí?
A través del testimonio de Plutarco, descubrí que Olimpia convivía con serpientes domesticadas del culto tracio primitivo. Los relatos del historiador griego también nos indican que Olimpia participaba en ritos orgiásticos junto a otras mujeres de Epiro, su región natal. Al caer la noche, todas cubrían con hiedra sus cuerpos y danzaban con grandes serpientes.
Cuenta la leyenda que, en una ocasión, el esposo de Olimpia la espió en su habitación y la vio yaciendo con una serpiente. Zeus había adoptado la forma del animal para poseerla y fecundarla, por lo que Olimpia tuvo la convicción de su hijo era un ser divino. Todos estos elementos crearon imágenes tan potentes en mi cabeza que me dejé llevar por su fuerza, dándoles el peso que merecían.
¿Le ha sido difícil meterse en la piel de un personaje así? ¿Cómo ha construido un personaje literario en base a fuentes históricas tan antiguas?
Toda la novela está narrada en primera persona y eso requirió mimetizarme por completo con Olimpia. No fue nada fácil y, a veces, resultó agotador. Pero el resultado es una experiencia muy enriquecedora, ya que la madre de Alejandro Magno tenía un carácter fuerte y nada predecible. Disfruté con sus propias contradicciones y entendí que, a pesar de todos los siglos que nos separan, en esencia no somos tan distintos.
¿A Alejandro le perdió su ambición expansionista? En un momento dado, Olimpia le reprocha que está descuidando el gobierno de su tierra en pos de las conquistas extranjeras.
Alejandro perdió la noción de la realidad y cometió algunos errores que buena parte de su ejército jamás le perdonó. Uno de los más destacados fue asesinar a uno de sus hombres de confianza, Clito el Negro, que también había servido fielmente a su padre. Las ansias por expandir sus territorios llevaron a Alejandro hasta la India, pero fue la peor de las decisiones.
Para Olimpia era mucho más importante que su hijo cuidase de su reino, Macedonia, que por aquel entonces tenía una posición dominante en Grecia. Alejandro partió hacia la conquista del Imperio Persa poco después de convertirse en rey, dejando sus dominios en manos del general Antípatro, uno de los mayores enemigos de Olimpia. A ella, este hecho le provocó un gran dolor y no fueron pocos los reproches que le hizo a su hijo a lo largo de la relación epistolar que ambos mantuvieron.
¿Qué lee usted en su tiempo libre?
Uno de los últimos libros que he leído es El peligro de estar cuerda, de Rosa Montero, escritora que siempre disfruto. Mi género favorito es la poesía y a menudo regreso a los versos de Alejandra Pizarnik y Emily Dickinson, por citar a dos de mis poetas favoritas. Recientemente, también me he sumergido en el último poemario de Lorenzo Olivan, Los daños. Maravilloso.
¿Qué libro o libros le habría gustado escribir?
Creo que uno de los mayores tesoros que tenemos es nuestra visión única, singular, del mundo. He leído cantidad de obras que me han emocionado y que considero sublimes, pero me gusta sentir que a través de buenas lecturas voy creciendo y labrando mi propio camino.
¿Tiene ya en mente su próxima obra?
Sí, llevo meses madurando una idea y pronto empezaré a escribir. Lo que puedo adelantar es que va a ser mi obra más personal.
OLIMPIA
Laura Mas
Espasa, 336 pp., 19,90 €