(10 de julio de 1871, Auteuil (París)-18 de noviembre de 1922, París)
La memoria hecha arte literario
A raíz de la onomástica de su muerte, se publica una serie de novedades o recuperaciones de o acerca de Marcel Proust, uno de los autores más importantes e influyentes de la historia de la literatura de los últimos cien años.
En la localidad de Illiers-Combray, los reposteros comercializan la magdalena de la que habla Marcel Proust en el famoso pasaje en que su protagonista evoca el recuerdo del sabor de una «conchita» que mojaba en el té que le ofrecía su tía Léonie. Se trata del pasaje más famoso de Por el camino de Swann(1913), la primera entrega de En busca del tiempo perdido, a la que le siguieron: A la sombra de las muchachas en flor (1919), El mundo de Guermantes (1921-22), Sodoma y Gomorra (1922-23), La prisionera, La fugitiva y El tiempo recobrado (estos tomos publicados de forma póstuma, en los años 1925-27). Hoy, cuando el turismo literario ya es universal, incondicionales proustianos acuden al Combray narrativo pisando el Combray real, pero ya se puede hacer tal cosa a distancia, gracias a toda una serie de libros que este otoño conmemoran los cien años de la muerte del autor.
«Durante mucho tiempo, me acosté temprano», se empieza diciendo en À la recherche du temps perdu, en el que es uno de los más célebres inicios narrativos de la historia; unas tres mil páginas de largas frases, llenas de subordinadas –que el asmático Proust no podría ni pronunciar sin agotarse– y que varias novedades se encargan de hacernos recordar.
Poust poeta
¿Cómo nació ese viaje narrativo? Al comienzo, con ciertos titubeos, pues, hacia 1909, Proust no sabía a dónde iba a llevarle su escritura: al ensayo, al estudio filosófico o a lo narrativo. El año anterior había comenzado Contra Sainte-Beuve –publicado póstumamente–, texto abandonado que sería la base para En busca…; no en vano, en la primera página ya surge la tostada mojada en el té que le lleva al tiempo de su niñez y que, en la novela, se convertirá en la celebérrima magdalena. Este poder evocador, la memoria involuntaria, nacido en un escrito sobre la preponderancia del instinto frente a la inteligencia, será el eje conductor de la serie.
Proust literaturizó cómo los recuerdos nos afectan y acompañan, captando lo leído o vivido en textos donde reflexionó sobre el acto de leer, como en Sobre la lectura (1905). Para Proust, lectura y nemotecnia son una misma cosa; de hecho, cuenta Santiago R. Santerbás, traductor de su Poesía completa (Cátedra), que «sus biógrafos nos informan de que tiene una memoria excepcional para la poesía y es capaz de recitar de carrerilla largas tiradas de versos de sus poetas preferidos: Racine, Hugo, Musset, Baudelaire y, sobre todo, Leconte de Lisle». Proust escribió casi un centenar de poemas pero sólo publicó ocho, sobre pintores y músicos en su primer libro, Los placeres y los días (1896), y otros pocos en gacetas juveniles o revistas literarias (póstumamente). Por supuesto, se decantaría por la prosa, pero se aprecia el intenso lirismo que transmite su narrativa, lo que demuestra la importancia capital que la creación de versos tuvo en su juventud.
La actualidad editorial de Proust es absoluta. Entre los años 1995 y 2005, la editorial Valdemar ofreció una nueva traducción de En busca del tiempo perdido, firmada por Mauro Armiño, y poco después hizo lo propio Carlos Manzano para la editorial Lumen, desde 1999 a 2009. Tradicionalmente, siempre se había leído la versión que, en los años veinte, hizo Pedro Salinas junto con José María Quiroga Pla y completó Consuelo Berges en los años sesenta para Alianza. Ahora, El Paseo lanza A la busca del tiempo perdido, I y II, en lo que es un proyecto que culminará en 2024.
Nuevas ediciones
Se trata de una edición muy apetecible, pues es una traducción puesta al día en sus siete tomos, con diccionarios de guía de personajes y de lugares, incluidos en el primer volumen, y resúmenes. Y lo mismo hace, pero en un único volumen, la editorial Alba, publicando también Por donde vive Swann y A la sombra de las muchachas en flor, centradas en la infancia y adolescencia del llamado, tradicionalmente, Narrador. Ligado a esto, Nórdica nos ofrece Combray, en alusión a la pequeña localidad campestre, originalmente llamada Illiers, que quedó transformada con los recuerdos de infancia de Proust bajo ese nombre, dándonos asimismo el inicio de A la busca del tiempo perdido.
En cuanto a las recuperaciones, hemos de hablar de cómo Espuela de Plata vuelve a proporcionarnos Los salones y la vida de París, una serie de artículos que nos revelan algunas claves importantes de la psicología y del mundo personal de Proust. El trato y el retrato de la alta sociedad francesa del momento alimentaban ya el secreto universo de Guermantes, lo cual explica en el prólogo Luis Antonio de Villena. Por otro lado, Elenvés recupera la obra de Blas Matamoro Por el camino de Proust, pasados más de treinta años de su primera edición. Es un ensayo que ahonda en las claves proustianas y que indaga en campos como la memoria y la realidad, la cultura, el arte, la sociedad, la filosofía y la identidad del yo.
Por lo que respecta a cosas más novedosas, tenemos unas Cartas escogidas, pues no en vanoProust fue un corresponsal meticuloso y prolífico. Escribió a allegados, familia, amigos, defensores de su obra e incluso a sus mayores detractores por medio de miles de cartas que tratan temas de lo más variado: recuerdos y confesiones íntimas, impresiones de lecturas, negociaciones con sus editores o comentarios sobre la actualidad política.
También, disponemos del curioso libro El proustógrafo, que reúne en torno a 100 infografías toda la información necesaria para saber todo de Proust. ¿Cuántos libros vendió?, ¿a qué idiomas se han traducido sus novelas?, ¿cuáles eran sus autores favoritos?, ¿cuál es la verdadera historia de la magdalena?, ¿en qué año comenzó a usar su particular bigote?, son algunas de las preguntas que se contesta esta verdadera enciclopedia visual proustiana.
Por último, tenemos Escribir. Escritos sobre arte y literatura, en edición de Armiño, que aglutina asuntos que le interesaron especialmente: pintura, música y literatura, moda, exposiciones y catedrales, escritores como Baudelaire, Flaubert, Goethe o Tolstói, o artistas como Rembrandt o Moreau.
Toni Montesinos
© Otto Wegener.
LOS SALONES Y LA VIDA DE PARÍS
Marcel Proust
Espuela de Plata, traducción de Eduardo Caballero, 172 pp., 12 €
ESCRIBIR. ESCRITOS SOBRE ARTE Y LITERATURA
Marcel Proust
Páginas de Espuma, traducción de Mauro Armiño, 608 páginas. 37 euros
COMBRAY
Marcel Proust
Nórdica, traducción de Mauro Armiño, 272 pp., 23,95 €
EL PROUSTÓGRAFO. PROUST Y EN BUSCA DEL TIEMPO PERDIDO EN INFOGRAFÍAS
Nicolas Ragonneau
Alianza, traducción de Isabel Soto, 192 pp., 23,95 €
POR EL CAMINO DE PROUST
Blas Matamoro
Elenvés, 254 pp., 18 €
CARTAS ESCOGIDAS (1888-1922)
Marcel Proust
Acantilado, traducción de José Ramón Monreal, 496 páginas. 28 euros
EN BUSCA DEL TIEMPO PERDIDO (VOL. 1): POR DONDE VIVE SWAN (T. I) ; Y A LA SOMBRA DE LAS MUCHACHAS EN FLOR (T. II)
Alba, traducción de María Teresa Gallego Urrutia y Amaya García Gallego, 992 pp., 49,50 €