Cristina Campos (Barcelona, 1975) es licenciada en Humanidades por la Universidad Autónoma de Barcelona. Acaba sus estudios en la Universidad de Heidelberg, donde también trabaja como coordinadora del Festival Internacional de Cine de dicha ciudad. Tras regresar a su país natal empieza su carrera laboral en el sector cinematográfico, profesión que compagina con la escritura.
Su primera novela, Pan de limón con semillas de amapola, en 2016, se ha convertido en un longseller. Se ha traducido a diez idiomas y su adaptación cinematográfica logró un gran éxito de público. Ahora se ha alzado finalista del Premio Planeta con su segunda novela, una poderosa historia que ahonda en la intimidad femenina y narra con naturalidad la realidad de muchas mujeres contemporáneas atrapadas en unas vidas que nunca imaginaron.
Gabriela es una mujer casada con un hombre al que quiere. Al que adora. Un hombre que le mendiga sexo una vez al mes. Y Gabriela, porque le quiere, porque adora a su marido, sin desearlo, se lo concede. Pero cada mañana, Gabriela se cruza con un desconocido, un hombre al que, incomprensiblemente, desea. Gabriela es periodista y trabaja junto a sus compañeras de redacción, Silvia y Cósima, mujeres con las que ha forjado una preciosa y sólida amistad. Como Gabriela, también ellas esconden pequeños secretos a sus maridos.
Han pasado 6 años desde la publicación de su primera novela, Pan de limón con semillas de amapola, que fue un gran éxito de ventas y fue incluso adaptada al cine por Benito Zambrano. ¿Fue difícil enfrentarse de nuevo a la página en blanco? ¿Sentía presión por las expectativas creadas?
El éxito de una primera novela pesa. Sentí miedo a decepcionar con la segunda, pero no, nunca he sentido el miedo a la página en blanco. Escribir es un oficio. Si te sientas tres años seis horas diarias, sin móvil, sin pantallas, la novela sale. Una página al día equivale a 365 páginas al año. Ya tienes la novela… y luego empieza la reescritura unida al talento del escritor para conmover. Escribo rápido para reescribir muy muy despacio.
¿Cuánto hay de autobiográfico en la obra? ¿Se identifica especialmente con alguno de los personajes?
El alter ego es aquel personaje de ficción en el que escritor vuelca su energía psíquica, sus deseos, sus anhelos. Mi protagonista se llama Gabriela. Busqué un nombre que tuviera un diminutivo como el mio: Gabi-Cris. Para mi escribir es contar la verdad. Me pongo en la piel de mi protagonista y ella siente como yo sentiría. Pero yo no he pasado por lo que ha pasado Gabriela. Así que de autobiográfico hay todo y nada.
En el libro se habla sobre la intimidad femenina, sobre la complejidad del deseo y el placer de las mujeres, ¿Son temas todavía poco tratados en la literatura de nuestro país?
No leo todo lo que desearía…la maternidad. Seguro que hay novelas españolas preciosas que no he sabido encontrar. La literatura que me ha acompañado en estos tres años la he encontrado en Francia: La premio nobel de este año Annie Ernaux, Delphine de Vigan, Leila Slimani… Escritoras que se desnudan psíquicamente para escribir.
¿Es difícil desnudarse psíquicamente en la escritura?
Hago un ejercicio de introspección e intento ser generosa y no sentir pudor al escribir. Me desnudo psíquicamente, necesito que lo que escribo me conmueva. A veces lloro escribiendo. Otras me río. Vivo a través de la ficción. Es raro esto de escribir.
¿Le costó escribir escenas eróticas?
Me divierte. Buscar la manera de que el lector/a se excite con ellas. Acelerar con puntos. Ralentizar con comas. Buscar la palabra más bonita, más elegante que encuentre para hacer llegar a mi protagonista al orgasmo. Utilizar diminutivos sin caer en lo cursi… Adjetivar. Copio una frase de mi novela y lo entenderás. «Y por fin, como una loba salvaje, hambrienta del placer que no sentía desde hacía demasiado tiempo, Gabriela estalló en mil pedazos y, lentamente, se corrió». El final de esta frase podría haber sido escrita de la siguiente manera: «Gabriela estalló en mil pedazos y se corrió lentamente». La segunda opción es gramaticalmente corrcta pero no emociona como la primera.
Sostiene usted que hombres y mujeres vivimos la infidelidad y las dobles vidas de manera distinta. ¿A qué lo atribuye?
A la incapacidad de la mayoría de mujeres de separar el sexo del sentimiento. El sexo del amor.
En la obra hay un fuerte contenido de sororidad y solidaridad femeninas y, en cambio, los protagonistas masculinos tienen mucha más dificultad a la hora de hablar de sus emociones. ¿No estamos cayendo de nuevo en clichés?
No. Así de contundente soy. Tengo buenos amigos hombres…a los que adoro y me hacen una compañía hermosa en la vida. Son amigos cuya amistad se remonta a la adolescencia. Conmigo hablan, tranquilos, de su intimidad. Sin embargo, no lo hacen con sus amigos hombres. Es algo que no logro entender. Entre ellos hay nobleza pero mucha contención.