Álvaro Pombo (Santander, 1939) se licenció en Filosofía y Letras (Sección de Filosofía) por la Universidad de Madrid y es Bachelor of Arts en Filosofía (Birkbeck College, Londres). Residió en Inglaterra desde 1966 hasta finales de 1977.
Aparte de sus libros de poesía, entre ellos Variaciones (1977), Premio de Poesía El Bardo, su obra narrativa, disponible íntegramente en editorial Anagrama, lo ha consagrado como uno de los maestros indiscutibles de la literatura española contemporánea. Es miembro de la Real Academia Española desde diciembre de 2003.
Ahora presenta Santander, 1936. Su protagonista, tío carnal del autor, tiene diecinueve años en 1936. En el Santander provinciano de aquel entonces arde, como en toda España, la confrontación izquierda-derecha, los encarnizados debates intelectuales y las exaltadas proclamas políticas. El protagonista con su fervor juvenil y su admiración por José Antonio Primo de Rivera, se afilia a Falange Española en 1934. Su padre en cambio, es un liberal agnóstico y republicano, admirador de Manuel Azaña. En la novela se subraya el carácter de novedad política e intelectual de la República, también su gran agitación por comparación con los sosegados tiempos monárquicos. El principio de la Guerra Civil traerá consecuencias trágicas en Santander, como en el resto de España. ©
1. ¿Cuándo empezó a escribir?
Empecé a escribir entre los trece y los catorce años, y lo que es más importante, a publicar poesías y artículos en la revista Colegio de los Padres Escolapios de Santander. Desde entonces no he parado.
2. ¿Cuándo y cómo escribe?
Escribo dos veces. Una parte en cuadernos, a mano, y otra parte, lo mismo que dicto a mi ayudante Ignacio Laguna, durante dos horas, cuatro días por semana. Esto hace que mis libros tengan un mínimo de dos redacciones más una redacción completa de cada una. Entre escribir y dictar hay un abismo. Dictar es el gran momento de mi trabajo literario.
3. ¿A mano o a máquina? (la escritura, no el lavado).
Como he dicho antes, a mano el momio inicial, la primera redacción, y dictado a ordenador la segunda parte.
4. ¿Tiene alguna manía o hábito ante el momento de la escritura?
Manías no lo sé. Pero tengo el hábito procurar sosegarme y tranquilizarme de antemano. Esto equivale a una preparación remota –que se decía antiguamente– que se funde con la preparación próxima que ya es el dictado a mi ayudante.
5. ¿A quién pediría consejo literario?
Mi primer consejero literario es mi propio ayudante. Yo doy mucha importancia a estos primeros comentarios sobre la marcha en la elaboración de un relato porque se trata de mi primer oyente, mi primer lector. Ignacio Laguna, Iñaki, que fue un deportista profesional y que lleva ahora su propio negocio de entrenamiento, ha resultado ser un perspicaz crítico literario, impertinente en ocasiones, como debe ser, y extraordinariamente serio y atento durante todo el largo proceso de trabajo que exige una novela.
6. Si pudiera reencarnase en algún escritor/es, ¿a quién elegiría?
Me reencarnaría con gusto en Henry James en sus tres épocas. Y muy especialmente en su época media, Retrato de una dama, y en su época final, Las alas de la paloma y La copa dorada.
7. ¿Qué recomendaría a los autores noveles?
Desde el punto de vista del puro escribir, para escribir hay que escribir y escribir. Escribir cartas, escribir diarios, escribir mensajes, escribir a diario, desde el principio hasta el fin. Y, por supuesto, ir leyendo lo que se pueda. Pero no solo literatura sino también filosofía y teología. Y, desde luego, historia.
Santander, 1936
Álvaro Pombo
Anagrama, 328 pp., 19,90 €