El célebre escritor murió el día 10 de abril, por un súbito infarto, en su casa de Castilfrío de la Sierra, en Soria, a los 86 años, donde tenía una de las bibliotecas particulares más abundantes del mundo.
Desde décadas, fue uno de los escritores más famosos de España, por su estrecha relación con programas televisivos de libros, por haber ganado premios de gran popularidad como el Planeta, o por aparecer de continuo como noticia en los medios de comunicación, a veces rodeado de asuntos llamativos.
No se necesitaba apenas presentar a Fernando Sánchez Dragó (madrileño nacido en el año 1936), pero si lo hacíamos, nada mejor que transcribir lo que apareció en la solapa de su último libro, sus memorias Galgo corredor: «Ha hecho de todo en la vida. Se ha metido en mil líos. Ha pasado por guerras, cárceles y exilios. Ha cruzado los Pirineos sin pasaporte, ha atravesado varias veces el Sáhara y una el Tíbet cuando nadie lo hacía. Estuvo en la guerra de Vietnam. Ha vivido en Italia, Japón, Senegal, Marruecos, Jordania y Kenia. Ha recorrido Mongolia, Yemen, Bután, la Ruta de la Seda, el Mekong, el Nilo, el Amazonas, el África Negra, el litoral de Fukushima después del tsunami y, de costa a costa, los siete mares. Se ha caído yendo en coche a un lago de Afganistán, le ha mordido un perro rabioso en Etiopía, ha vivido en tres continentes y ha viajado por más de cien países».
Y claro está, y por encima de todo, estaban y estarán sus libros, casi cincuenta, desde su monumental obra Gárgoris y Habidis, en una trayectoria que mereció diversos premios, incluyendo en dos ocasiones el Nacional de Literatura. Además, «ha sido profesor de Lengua, Literatura e Historia de España en trece universidades de Europa, Asia, América y África». Y siguió escribiendo, con rotunda honestidad, en aquel caso dando continuación al que había sido el anterior tomo de sus recuerdos de vida, Esos días azules. Memorias de un niño raro (2011). Luego, vino el citado Galgo corredor, que además constituye la crónica de la represión franquista entre 1953 y 1964, y estaba trabajando en lo que sería otro libro de recuerdos.
Literatura autobiográfica
Precisamente, en un artículo publicado el 30 de abril de 2022 en la revista digital Posmodernia, Sánchez Dragó reflexionaba acerca de que el grueso de su obra era muy biográfica, «casi siempre de forma descarada y en ocasiones de modo solapado». Entonces, mencionaba los títulos ya indicados, más otras memorias, libro que sería el primer volumen de sus rememoraciones, La del alba sería (Mis encuentros con lo invisible), aparte de avanzar que el cuarto volumen, «si mi vida da aún de sí el tiempo necesario para escribirlo, la lucidez se mantiene y la voluntad no flaquea, se llamará Una flor amarilla (Los años viajeros, 1964 a 1983). O no, porque los títulos, aunque van al principio, se deciden al final». Incluso se atrevía a imaginar la quinta entrega, aunque tenía sus reservas al verse ya con ochenta y cinco años.
Eso ya no ocurrirá, pues le sobrevino la muerte la mañana del día 10 de abril, poco después de colgar una foto con su gato en su cuenta de Twitter, como dando los buenos días antes de su jornada de escritura. Su fin lo vio en el lugar al que siempre quería volver, alejándose de Madrid, Castilfrío de la Sierra, que llamaba su Shangri-La, en Soria. Emma Nogueiro, su pareja, veló sus restos, como informó Ángeles López desde las páginas de La Razón, junto a sus hijos: Alejandro, la escritora Ayanta Barilli, Aixa y el pequeño Akela, fruto de su matrimonio con la japonesa Naoko. En su tumba reza: «Fernando Sánchez Dragó, escritor y viajero».
Su última obra ya será póstuma, Historia mágica del Camino de Santiago (Almuzara), que estaba preparando justamente con López. Se va un hombre perpetuamente risueño y que en todo momento dijo lo que quiso, pese a todo y todos, de extraordinaria erudición, muchas veces incomprendido por sus posiciones políticas, pero libre al fin y al cabo. Y ahora lo será por siempre.
Afirmaciones siempre jugosas
En el número de septiembre del 2020, en la revista entrevistamos a Sánchez Dragó por extenso, y todo lo que dijo no tuvo desperdicio. He aquí algunas de sus declaraciones más jugosas de aquella ocasión:
«Soy un buen personaje de novela. Cárceles, exilios, guerras, mujeres, clandestinidad, viajes, catástrofes y aventuras de todo tipo…”
«El infantilismo se ha generalizado; la trivialidad, también. El entretenimiento puede estar bien, pero no es la función más alta de la literatura.”
«Un buen libro de memorias tiene que retratar la mismidad de quien lo escribe, pero también dibujar el rostro de una época.”
«El sexo es fruto de la libido y la libido es la energía. Cabe sublimarla, dirigirla hacia otras actividades.”
«Las mujeres han sido para mí, como para Ulises, uno de mis héroes literarios preferidos, junto a Gilgamesh, Eneas o Dante, croce e delizia, infierno y paraíso.»
«Escribir es como dirigir una orquesta con la batuta del amor a las palabras, del respeto a la gramática y de la gimnástica de los tropos.»
«Los smartphones y todos esos juguetitos impiden que se aprenda a leer y, por lo tanto a escribir. El idioma español se deshilacha día a día.»
«Ahora sigo viajando, pero no como antes, para ir a sitios, sino para huir de España, país en el que cada vez me resulta más enojoso vivir.»
«Hay tres etiquetas que considero insultantes: crítico literario, comunicador (o presentador, tanto monta) y provocador. Jamás he hecho, dicho o escrito nada con ánimo de provocar.»
«Abomino de todas las ideologías, que son el congelador de las ideas y las convierten en yertos cubitos de helo metidos en la nevera.»
«Si por mi fuese, la política, que sólo sirve para crear problemas y no para resolverlos, desaparecería de la faz de la tierra.»
“El periodismo a la antigua usanza, que es el que mis mayores me transmitieron y el que yo he transmitido a mi hija Ayanta, ha desaparecido.»
© Mutari.