El gran historiador Michael Wood nos adentra en la civilización china en un libro completo y ameno, que nos hace conocer tanto su historia como el porqué de su dimensión universal en la actualidad.
«Una historia erudita, juiciosa, maravillosamente escrita y compuesta en un solo volumen sobre una civilización de la que sabía que debía conocer más.», ha dicho Tom Holland. «Magistral y absorbente, con un buen ritmo y tremendamente ameno; llega en el momento oportuno. Una lectura obligada para quienes quieran —y necesiten— conocer la China de ayer, hoy y mañana», ha asegurado Peter Frankopan. «Wood es un magnífico narrador que capta el conjunto sin perder de vista el detalle más humano», ha reseñado la Kirkus Reviews.
Todos estos parabienes vienen a cuento por el gran libro de Michael Wood (Mánchester, 1948) que acaba de publicar una editorial tan experta en asuntos históricos como Ático de los Libros. Este autor se formó en la Manchester Grammar School y el Oriel College de Oxford y ha trabajado como periodista, presentador y productor de más de cincuenta documentales de televisión. Cabe decir que su serie La historia de China, emitida en la BBC y muy elogiada tanto en el país oriental como en Occidente, lo ha llevado a ser considerado el gran experto actual en China.
Pero vayamos a la parte libresca de Wood, a la sazón profesor de Historia Pública en la Universidad de Mánchester: ha publicado varios libros, algunos de los cuales son auténticos best sellers, como In the Footsteps of Alexander the Great, Conquistadors o In Search of Shakespeare. Con estos antecedentes la garantía de encontrar en Historia de China un excelente estudio está asegurada.
El libro, así, es una gran oportunidad para acercarnos a una de las civilizaciones más antiguas de la Tierra, lo cual es un desafío a la hora de sintetizar sus cuatro milenios de historia en un solo volumen, por grande que este sea. El trabajo es el resultado de los viajes que ha emprendido Wood a lo largo y ancho del país, lo que le ha llevado a ofrecer nuevos descubrimientos arqueológicos y nuevas fuentes, que nos permitirán tanto leer cartas de humildes soldados como conocer las reflexiones de un emperador.
¿Qué tenemos en Historia de China? Pues primero la prehistoria del país, sus primeras dinastías y las raíces de su cultura en la época de Confucio. Conoceremos el renacimiento de los Song, con sus descubrimientos científicos, o el Imperio Qing, cuando la cultura china alcanzó su apogeo. Asimismo, la obra explora también el encuentro con Occidente, las guerras del Opio y los debates a finales del siglo XIX que pusieron a China rumbo a la modernidad. Wood, además, ofrece una visión actualizada del periodo posterior a 1949 que incluye revelaciones sobre la crisis de 1989 en Tiananmén y su análisis del nuevo orden del presidente Xi Jinping.
Michael Wood
Ático de los Libros, traducción de Joan Eloi Roca, 688 pp., 39,90 €
La ciudad «vestida» que se llamó Pekín
Durante los Juegos Olímpicos, Pekín dejó de serlo porque se impuso, en los medios de comunicación, la transcripción fonética oficial correspondiente al sistema hanyu pinyin, y la ciudad se rebautizó para los castellanoparlantes como Beijing. De súbito el término para designar a la «capital del norte», pues ese es su significado literal, que se había empleado durante siglos y es el recomendado por todas las academias y los diccionarios de lengua española, sufría una metamorfosis, pero más desconcertante que, si en vez de ir a Suecia fuéramos a Sweden, o, en lugar de pisar Londres, en realidad nos dirigiéramos a London.
Jules Verne puso a su personaje periodista Claudius Bombarnac a bordo del gran Transasiático, desde Tiflis a Pekín, en una novela viajera de 1892; Marco Polo, seis siglos antes, cruzó Asia Central hasta llegar a Pekín, y escritores como Pierre Loti, Paul Claudel y Saint-John Perse vivieron en Pekín, y sobre todo ―por la dimensión del viento del este, viento del oeste que le trajo el premio Nobel―, la Pearl S. Buckde la China rural de comienzos del siglo XX, además del profesor universitario y coleccionista de arte oriental estadounidense David Kidd, autor de las Historias de Pekín, que en su día publicó la editorial Libros del Asteroide.
Por motivo de los Juegos, el Gobierno chino decidió derrumbar buena parte de los cuatro mil quinientos hutong de Pekín para construir edificios modernos. Ni allí ni en ningún sitio, siendo un país ultracapitalista China, es posible ver algo que huela, siquiera superficialmente, a sensualidad. En todo Pekín, ni en Xian, ni en Shanghái, no hay un solo cartel sugerente que explote, como se hace por doquier por nuestros lares, el cuerpo femenino. Y también hay un reflejo en los libros al respecto. Guido Ceronetti, en su texto «El chino y la “desnuda”» (perteneciente a El monóculo melancólico, Acantilado, 2013), habla de un presidente de la China ex maoísta que, posando junto a obras de Goya, se alejó de la Maja desnuda para salir fotografiado junto a la Vestida: «Observad la diferencia entre un hombre libre y un hombre que materialmente y mentalmente no es libre». Y se preguntaba: «¿Qué ha visto? Ni siquiera entre-visto… No tenía el permiso del Comité Central, carecía de las lentes apropiadas: fundamentalmente, no tenía el corazón que se necesita, el intrépido corazón indispensable para permanecer estáticos, fuera del tiempo, frente al potente candil que es la desnuda.»
Dentro de este ambiente controlador, China también presenta casos de censura y persecución a escritores que hay que denunciar: al poeta Zhu Yufu le condenaron a siete años de cárcel por un poema que transmitió privadamente por Skype, en febrero del año 2012. Según la censura china, el texto incitaba a la subversión del poder del Estado —como le ocurrió a Liu Xiabo, premio Nobel de la Paz— ya que decía algo así como que era la hora de que el pueblo decidiera lo que China debía ser.
Toni Montesinos