Lina Meruane (Chile, 1970) enseña escritura creativa en la Universidad del Norte (Colombia), y en la Universidad de Nueva York (USA) y ha recibido numerosas becas de escritura.
Su obra de ficción incluye relatos (Las Infantas) y cinco novelas (Póstuma, Cercada, Fruta podrida, Sangre en el ojo y Sistema nervioso) traducidas a doce lenguas. Entre sus libros de no ficción se cuentan los ensayos Viajes virales, Zona ciega, Palestina en pedazos (versión ampliada de Volverse Palestina), Palestina por ejemplo y Contra los hijos. Ensayo General. Ha incursionado también en la dramaturgia con una adaptación teatral, Un lugar donde caerse muerta y una obra dramática, Esa cosa animal. Ha recibido los premios Iberoamericano de las Letras José Donoso (Chile 2023), Blue Metropolis (Canadá 2023), Cálamo (España 2016), Sor Juana Inés de la Cruz (México 2012) y Anna Seghers (Berlín 2011).
Ahora presenta Avidez, una serie de cuentos punzantes de un universo obsesivo por el que discurren objetos que cobran vida, cuerpos que la pierden, que se mutilan y se desgajan.
¿Qué libro recuerda de su infancia?
A finales de mi infancia se me ocurrió abrir un ejemplar empastado de Los tres mosqueteros,de Alejandro Dumas. No había leído nada de él y las primeras páginas me atraparon de tal manera que seguí con los Veinte años después y El vizconde de Bragelonne y no levanté la vista de las mil y tantas páginas de papel biblia hasta que estaba completamente endartagnada: sólo ahí me di cuenta de que mi prima, tan paciente, me había esperado cinco días enteros para ir juntas a la playa. Eso mismo me pasó con Crimen y castigo unos años después.
¿Qué libro no pudo terminar?
En busca del tiempo perdido, de Marcel Proust. Lo pedí de regalo y me llegaron los muchos tomos de esa saga y con culpa, sabiendo que era un libro fundamental, no pude con él y regalé los tomos a una biblioteca pública para no tenerlos delante, como un reclamo. Probablemente no estuviera preparada para leerlo y tal vez siga sin estar preparada para la parsimonia de las observaciones. Soy persona dada a las velocidades de la vida y no perdí el tiempo en buscarme otros libros.
¿Qué libro desearía que no se hubiera acabado nunca?
Hay muchos libros con los que he sentido eso, y por eso he leído obras completas para no separarme del universo que urden mis autores más queridos. Samuel Beckett es uno de ellos. Clarice Lispector. Por por hablar de libros que me dejaron en la orfandad de la última página: Memorias de Adriano, de Marguerite Yourcenar y Marcas de Nacimiento, de Nancy Huston. No salí de esos libros como había entrado a ellos.
¿Qué libro le gusta regalar?
Hacer un regalo es pensar en la persona que lo recibe, no en una y sus gustos; yo aprendí a no proyectar mis entusiasmos (novelas raras y libros de géneros menos populares, como la poesía, la dramaturgia y los híbridos genéricos) o mis intereses particulares (libros ligados a lo que estoy investigando que a veces ni siquiera me parecen buenos libros). En la ocasión de regalar, busco libros para esa persona especial, sus gustos de lectura, sus intereses.
¿Qué libro no regalaría nunca?
Un libro de autoayuda aunque me lo pidieran. Va contra mis principios de lo qué significa leer, porque para mí la lectura es la que propone preguntas y moviliza, no la que busca curar con recetas fáciles.
¿Qué libro le habría gustado escribir?
Qué pena mencionar siempre esta novela, pero leerla me impactó y fascinó de tal modo que no importa lo que escriba, sé que estaré siempre muy lejos de lograr la intensidad y la brillantez de Patas de perro, de Carlos Droguett (Malpaso). Con frecuencia la abro en cualquier página porque leo una línea y me entran unas ganas feroces de escribir.
© Dirk Skirba.
AVIDEZ
Lina Meruane
Páginas de Espuma, 128 pp., 16 €