Con motivo de un libro que acaba de publicar la editorial Consonni, inédito en español hasta ahora, recordamos la vida de William y Ellen Craft, una pareja de esclavos (él negro, ella mulata) que en estas páginas cuentan su increíble fuga.
«El furor con que el traficante de esclavos defiende cada pulgada del sanguinario puente de su navío, su voz chillona en sus ventas en pública subasta, es la trompeta que alarma los oídos de la Humanidad, que sacude la apatía de los inertes, e impulsa a todos los neutrales a adoptar una actitud resuelta y escuchar los argumentos y el veredicto». Son las palabras contundentes de Ralph Waldo Emerson, el considerado el padre de las letras de su país, sobre la infamia de que su país tuviera esclavos.
Años más tarde de esta declaración, un hombre de Estado muy prominente por entonces, Daniel Webster, daba un discurso electoral que implicaba estar a favor de las leyes conocidas como el «Compromiso de 1850», lo que venía a significar que era bueno recuperar una antigua ordenanza sobre los esclavos fugitivos, que se convirtió en ley exactamente el 18 de septiembre. Emerson la definió como «promulgación deleznable» y «el más odioso» de los estatutos, y dijo que no pensaba de ninguna de las maneras en obedecer.
Emerson se sentía más cercano de otro político, miembro de la Cámara de Representantes de Massachusetts, que era además su vecino, Samuel Hoar, que había inspeccionado las cárceles de Carolina del Sur en busca de ciudadanos de Massachusetts detenidos ilegalmente, motivo por el cual lo expulsaron del estado. Asimismo, apreciaba mucho al abolicionista Charles Torrey, que había muerto cumpliendo condena por ayudar a esclavos fugados en la cárcel estatal de Maryland, en 1846; también, al capitán Jonathan Walker, de Cape Cod, «al que habían marcado las letras “S.S.” (en inglés, la sigla de “ladrón de esclavos”) en la mano derecha cuando lo detuvieron por intentar llevarse a esclavos fugitivos de Pensacola, Florida, para dejarlos libres y a buen recaudo en las Antillas británicas»; y finalmente, al eclesiástico Theodor Parker que, en 1850, se comprometió con un caso muy famoso, el de William Craft y su mujer, Ellen, hija de un esclavista blanco y una esclava negra.
Un «hombre» blanco y su esclavo
La pareja se había conocido en Macon (Georgia), y en 1846 sus esclavizadores les dieron el permiso para casarse. Dos años más tarde, urdirían un plan de fuga que consistía en que Ellen se disfrazase de hombre blanco acompañado de un esclavo y tomasen barcos y trenes para ir de Georgia a Carolina del Sur, Carolina del Norte, Virginia, Baltimore y Filadelfia; allí entrarían en contacto con cuáqueros que se organizaban para liberar a personas negras. Al cabo de unas semanas en casa de una familia, se trasladarían a Boston, y ahí es cuando se implicó con su causa Parker, quien, mientras daba cobijo a Ellen, se sintió obligado a llevar una pistola cargada pensando que tenía una aparición pública con motivo de un inminente sermón.
Al final, justamente por culpa de la ley de esclavos fugitivos, y ante el peligro de que los cazadores de la familia que los había esclavizado en Georgia los encontraran y, legalmente, los arrestaran y devolvieran a sus dueños, tuvieron que huir de Boston. En efecto, los abolicionistas los seguirían escondiendo y ayudando a salir de la ciudad, hasta que pudieron llegar a Portland (Maine), y de allí a Nueva Escocia, donde acabaron embarcándose hacia Inglaterra.
Se libraban así de las amenazas del presidente Millard Fillmore (en el cargo desde 1850, cuando sucedió a Zachary Taylor, al morir este de forma repentina tras poco más de un año en el poder, hasta 1953) de que si no se materializaba la entrega de los Craft, era capaz de enviar al ejército de Estados Unidos para hacer cumplir la ley.
Toni Montesinos
MIL MILLAS HACIA LA LIBERTAD. LA HUIDA DE WILLIAM Y ELLEN CRAFT DE LA ESCLAVITUD
William & Ellen Craft
Consonni, traducción de María del Rocío Fernández, 96 pp., 17 €