Martha Gellhorn y Hemingway.
El próximo 6 de junio se conmemoran los 80 años del desembarco de Normandía, el celebérrimo Día D, que resultó crucial para la victoria aliada antes los nazis y que se ha convertido en uno de esos hechos históricos habitualmente recordados en forma de libros, documentales y películas.
En esta ocasión, la escritora Rosario Raro, rememora estos hechos reales recuperando la desconocida figura de Martha Gellhorn, considerada como una de las corresponsales de guerra más importantes del siglo XX y que fue mucho tiempo eclipsada por la fama de su marido, Ernest Hemingway, y censurada por el simple hecho de ser mujer.
Martha Gellhorn es un personaje real que ahora vuelve a la actualidad de la mano de esta autora, quien siempre tiene una mirada puesta en héroes, en algunos casos anónimos, capaces de rebelarse ante los violentos códigos impuestos en el convulso siglo XX. Reportera de algunos de los principales medios de Estados Unidos y autora de algunas de las historias más impactantes en plena II Guerra Mundial, poseía un estilo directo y una ingente documentación sobre episodios verídicos.
La autora vuelve a ofrecer una reconstrucción histórica de un tiempo que ya parece lejano, pero que, sin embargo, muestra algunos temas que conversan con la actualidad. El resultado es una novela de una velocidad vertiginosa que recoge varios años del momento que significó el principio del final de un conflicto que se llevó por delante la vida de millones de personas. A través de la mirada de su protagonista, el lector se cruza con otras mujeres que intentaron aportar todo lo que tenían para cambiar el rumbo de la guerra, aunque a veces eso supusiera renunciar a lo que más querían. De una manera directa, con rigor histórico y casi como si de un thriller se tratase, la novela también tiene otra mirada que descubrirá cómo ambos bandos de la contienda más feroz del siglo XX aguzaron su ingenio para tratar de desarbolar a su enemigo, las valerosas acciones de algunos de los miembros de la Resistencia ―también la alemana, que intentó atentar en varias ocasiones contra el Führer― y las secuelas mentales que puede dejar una guerra de tal magnitud en las personas que la vivieron.
Gellhorn colabora con The Ghost Army, un ejército fantasma creado en Hollywood para engañar a los nazis. Ella y Hemingway inventan las vidas de soldados que no existen, pero Martha aspira a mucho más: quiere cruzar el Atlántico y relatar de primera mano la etapa definitiva de la II Guerra Mundial y que supuso la liberación de los territorios de Europa occidental ocupados por la Alemania nazi. Para conseguirlo tendrá que rebelarse contra el rol que quieren asignarle como mera sombra en la vida de su marido y, además, desafiar una prohibición del alto mando militar que impide la presencia de mujeres en la secreta operación del desembarco de Normandía. Contra todos los intentos de borrarla y de ningunearla, esta extraordinaria periodista luchará por la libertad y arriesgará su vida en una épica travesía que la llevará desde Hollywood hasta Canfranc, pasando por San Luis, Londres, Dover y Pau, entre otros lugares.
La novela recupera también uno de los episodios menos conocidos del desembarco de Normandía, pero que, sin duda, sirvió tanto para dar el primer paso en la victoria de los aliados en la II Guerra Mundial como para evitar más muertes de soldados gracias a una campaña de destrucción: la conocida como operación Fortitude que contó con la inestimable ayuda de los mejores actores del momento.
Gellhorn, colaboradora entre otros, del diario militar Stars and stripes o el prestigioso magazine Collier’s Weekly, en el que también escribe su marido, inicia un camino a Inglaterra como primer paso para formar parte de algún batallón de soldados que va a participar en el desembarco de Normandía y convertirse en la primera persona que envíe una crónica sobre este histórico suceso. Ya instalada en Londres y, posteriormente en Dover, conocerá a varias personas que podrían serle de ayuda, entre ellas al general estadounidense Harvey, quien junto a Douglas Fairbanks Jr. y con el general Patton como principal señuelo serán los responsables de la mayor maniobra de distracción ideada en la II Guerra Mundial: la operación Fortitude.
Las dificultades de trabajo habituales para un reportero de guerra se verán acrecentadas en el caso de Martha, especialmente por la orden irrevocable dada por el alto mando de los aliados por la que se prohíbe la presencia de las mujeres durante la operación militar del desembarco. Incluso las enfermeras desembarcaron bastantes horas, e incluso días, después.
Martha Gellhorn es la protagonista de una carrera contra reloj para llegar a tiempo a ese punto, cueste lo que cueste, y en ese trayecto irá sufriendo decepciones como las de su propio marido, quien no parece estar muy dispuesto a quedar en un segundo plano en favor de su esposa en cuestiones de valor y reconocimiento. Pero también recibirá la ayuda de otras mujeres fuertes, que se abrirán a contarle algunas de sus situaciones para futuros reportajes, y, sobre todo, del general Harvey, con quien comenzará una relación más allá de lo profesional.
Es el momento de reivindicar la figura de Martha Gellhorn, una periodista y escritora estadounidense opacada por la sombra de un marido premio Nobel de Literatura, tantos y tantos años más allá de los que compartió con él. De hecho, fue la única de sus parejas que abandonó al escritor, algo que él nunca perdonó. Conocida irónicamente ―y con algo de cinismo― por muchos de sus compañeros de profesión como el Peligro Rubio, Gellhorn tuvo que aguantar no solo los comentarios e insinuaciones de ellos ―al igual que tantas otras compañeras―, sino que también sufrió continuos vetos y el ocultamiento de su autoría mediante seudónimos. Muchos no soportan que sea una intelectual. Un compañero suyo la llega a encañonar con una pistola por pisarle una exclusiva. Ella primero lo denuncia, después retira los cargos y pide que lo despidan, pero él sigue en su puesto.
Además de valiente, es una mujer que se posiciona en contra de las injusticias. Por ejemplo, no soporta el arraigado racismo de su ciudad natal. Le hieren estos comportamientos segregacionistas, probablemente porque es hija y nieta de judíos alemanes. Abomina de cualquier forma de discriminación y por eso se la ve defendiendo a un marinero afeminado, que sufre el maltrato de algunos miembros de la tripulación. O sufriendo por gentes desposeídas de todo durante la Gran Depresión.
Prohibida en Normandía es una muestra más de ello, aunque el momento de tensión surgido con el cénit de los enfrentamientos entre los dos bloques de la II Guerra Mundial suponía redoblar el riesgo para sacar adelante el mayor anhelo de la protagonista: escribir el primer reportaje del desembarco que llegase a América. Sin embargo, su crónica del desembarco no fue publicada hasta meses después de enviarla y con mutilaciones del texto, aparte de las dificultades para que otros de sus reportajes vieran la luz ―otro texto sobre el buque hospital que trasladó a los heridos no salió hasta 1959― e incluso el hecho de afrontar una condena por saltarse las normas y estar en una zona de máximo riesgo bélico.
Además, la novela con la que debutó en la literatura permaneció en el olvido hasta que en 2012 la Biblioteca Británica compró una copia. Hemingway, de quien se pone en duda su presencia allí, fue condecorado por el Gobierno estadounidense por su valentía y heroísmo dos años después de la guerra, además del otro reconocimiento del que Martha nunca pudo gozar: el de todo el sector periodístico y, por supuesto, el literario.
A lo largo de su camino, Martha se cruzó con numerosas mujeres a las que reconocía en la misma situación o incluso peor. Este libro muestra cómo ella luchó para dar voz a todas ellas, desde el relevante Cuerpo de Mujeres del Servicio Postal a enfermeras como Lindsey Bennet, quien en esta historia tendrá un papel clave en un intercambio que salvará la vida a la protagonista. Y también hay un recuerdo para todas esas compañeras de profesión como Ruth Cowan o Lee Miller, quien murió alcoholizada y deprimida sin que ni sus propios familiares supieran de sus logros hasta el final ―para el recuerdo queda su mítica fotografía en el baño de la casa de Hitler en Múnich―. De todas ellas da cuenta la novela con el momento culminante de la carta que dirigen a los altos mandos de la guerra para reclamar espacio.