PALOMA SÁNCHEZ GARNICA: «ME FASCINA BERLÍN PORQUE EN CADA RINCÓN HAY UNA HISTORIA DIGNA DE CONTAR»
El de este año 2024 ha sido un Premio Planeta de campanillas, ya que además de ser el galardón literario de mayor cuantía económica, se celebrada además el 75 aniversario de Grupo Planeta.
La cena literaria tuvo lugar en la impresionante Sala Oval del Museu Nacional d’Art de Catalunya. Fue presidida por SS. MM. los Reyes. Junto al presidente de Grupo Planeta y Atresmedia, José Creuheras, asistieron también el presidente de la Generalitat de Catalunya, Salvador Illa; el ministro de Cultura, Ernest Urtasun; el ministro de Industria y Turismo, Jordi Hereu; el delegado del Gobierno en Catalunya, Carlos Prieto; el alcalde de Barcelona, Jaume Collboni, y la ministra de Cultura del Gobierno de Andorra, Mònica Bonell. En la velada se dieron cita más de un centenar de escritores, así como una nutrida representación de diversas personalidades del ámbito cultural, empresarial, político y social, del cine y la televisión, tanto de Catalunya como del resto de España.
El Jurado integrado por José Manuel Blecua, Juan Eslava Galán, Luz Gabás, Pere Gimferrer, Eva Giner, Carmen Posadas y Belén López, directora de Editorial Planeta y secretaria del Jurado, proclamó ganadora a Paloma Sánchez-Garnica por la novela Victoria y finalista a Beatriz Serrano por Fuego en la garganta.
La madrileña Paloma Sánchez-Garnica (1962) es licenciada en Derecho y Geografía e Historia. Autora de El Gran Arcano (2006) y La brisa de Oriente (2009), su novela El alma de las piedras (2010) tuvo un gran éxito entre los lectores. Las tres heridas (2012); La sonata del silencio (2014), de la que se hizo una adaptación para una serie en TVE; Mi recuerdo es más fuerte que tu olvido (2016); La sospecha de Sofía (2019), y Últimos días en Berlín, finalista del Premio Planeta en 2021, han confirmado su consagración entre la crítica y los lectores como una escritora de gran personalidad literaria.
Si su última obra retraba el Berlín de los nazis, ahora nos sumerge en la azarosa vida de personas que sufrieron en carne propia las consecuencias de las grandes decisiones políticas. Recién terminada la Segunda Guerra Mundial, en un Berlín arrasado y sin futuro aparente, Victoria sobrevive cantando cada noche en el club Kassandra. Pese a tener una mente prodigiosa, capaz de crear un poderoso sistema de cifrado de mensajes, su hija Hedy y su hermana Rebecca dependen de ese mísero sueldo para sobrevivir. Un chantaje sin escrúpulos por parte de los rusos obligará a Victoria a viajar sola a Estados Unidos, donde, sin embargo, disfrutará del amor incondicional del capitán Norton. Allí descubrirá que la que parecía la sociedad más democrática del mundo esconde una rancia capa de racismo e injusticias de la mano del Ku Klux Klan y el senador McCarthy.
Su novela Últimos días en Berlín, con la que quedó finalista del Premio Planeta, estaba centrada en la Alemania nazi. ¿Qué le llevó a seguir indagando en el mundo que quedó después de la Segunda Guerra Mundial?
Al terminar Últimos días en Berlín tenía muy presente las consecuencias terribles que surgieron del nazismo, no solo en lo que se refiere al horror del Holocausto, sino también en cuanto a la violación de los derechos humanos contra judíos, eslavos, gitanos o cualquiera que se pusiera por delante de los nazis; sin embargo, me di cuenta de que en Estados Unidos, el país del sueño americano basado en la vida, la libertad y la búsqueda de la felicidad, también había fallos que atentaban gravemente contra los derechos fundamentales de una parte de la población por el solo hecho de su raza, su origen o su ideología. Necesitaba entender esto, analizarlo a través de unos nuevos personajes que vivieran en una época muy convulsa en la que se fraguó la Guerra Fría, porque la paz que llegó tras la guerra fue efímera. La profunda enemistad entre los EEUU y la URSS que se había aparcado durante la guerra para derrotar al nazismo, volvió a erigirse en una pugna salvaje por la hegemonía mundial.
¿Fue más difícil la investigación histórica o el proceso de escritura? ¿Le resultó complicado recrear el Berlín de la posguerra y las tensiones entre los distintos bloques de poder?
Algo más de dificultad tuve porque, en general, se ha escrito y documentando mucho más sobre la Guerra Fría a partir de la construcción del Muro, que hizo más evidente la división con esa frontera física que partía en dos el corazón de Europa. Se ha hablado mucho del famoso Puente Aéreo que llevaron a cabo los Aliados durante el Bloqueo de Berlín, desde junio de 1948 hasta mayo de 1949, pero se sabe poco de cómo se las apañaron en su vida cotidiana los berlineses, esos civiles angustiados no solo por la falta de suministros vitales sino por el temor a que estallase un nuevo conflicto cuando todavía no se habían recuperado de las graves heridas de la guerra, físicas, materiales y personales.
En cuanto al proceso de escritura tuve más dificultad en la parte final, con el escenario de Berlín de los meses previos al cierre de las fronteras, no tanto por la recreación sino por la necesidad de construir la historia de los personajes.
Sus tres últimas novelas suceden -total o parcialmente- en dicha ciudad. ¿De dónde le viene esta fascinación?
Durante el siglo XX Berlín ha sufrido y padecido acontecimientos que han afectado de una forma u otra no solo a sus ciudadanos sino también al resto de Europa. Desde la Primera Guerra Mundial, pasando por los años veinte, el posterior ascenso del nazismo, la Segunda Guerra Mundial, la dura postguerra con la división y sectorización de sus barrios, el bloqueo soviético durante casi un año, la reconstrucción, el Muro, su caída… Durante décadas ha sido una ciudad marcada por la tragedia, la reparación vital, la violencia, la redención, la reconciliación… En los primeros tiempos de la Guerra Fría Berlín se convirtió en la ciudad más peligrosa del mundo y con más espías por metro cuadrado. Me fascina Berlín porque en cada rincón hay una historia digna de contar, y un escritor siempre busca historias con las que recrear la ficción.
¿Se inspiró en personas reales para la construcción de los personajes? ¿Tiene alguno favorito?
Siempre hay algo de verdad en cada personaje consecuencia de todo lo que leo previamente. Concretamente, el personaje de Victoria me surgió después de leer la vida de Hedy Lamarr (su nombre real era Hedwig Eva Maria Kiesler). Fue una de las actrices más icónicas de la era dorada de Hollywood y, al mismo tiempo, una inventora brillante que contribuyó a la tecnología moderna, siendo la precursora del Wifi. Su vida fue muy azarosa. Era una mujer muy guapa y muy inteligente; le interesaba la ciencia, pero su belleza la llevó al cine, y en la película Éxtasis (1933) protagonizó el primer desnudo integral y un orgasmo fingido, lo que provocó un escándalo en la época. Se casó con un acaudalado fabricante de armas austríaco muy celoso y posesivo, tanto que la llevaba siempre consigo, lo que le permitió asistir a reuniones con científicos e ingenieros del ámbito militar; aquellas conversaciones en apariencia ajenas a ella despertaron su interés por la tecnología y la ingeniería. En 1937 escapó del control de su marido y consiguió llegar a Estados Unidos.
Durante la Segunda Guerra Mundial, Hedy Lamarr, junto con el compositor George Antheil, desarrolló una idea revolucionaria: un sistema de comunicación por salto de frecuencia que tenía como objetivo impedir que las señales de radio de los torpedos controlados a distancia fueran interceptadas por el enemigo.
Los militares norteamericanos no fueron capaces de apreciar el valor de esta tecnología y descartaron utilizarla durante la guerra. No obstante, años después, su invento sería la base de lo que hoy conocemos como tecnologías de comunicación inalámbrica, incluyendo el Wi-Fi, Bluetooth y GPS. Es decir, le robaron su idea, al igual que le ocurre a Victoria con su lenguaje cifrado. Por otro lado, Robert Norton tiene mucho de la integridad de Edward Murrow, de su búsqueda de la justicia y de la verdad, a pesar de las consecuencias.
No sé si son mis favoritos, pero son personajes leales, íntegros y con dignidad, valores que admiro en general en cualquiera. Por eso me quedaría con Victoria y con Robert Norton, aunque hay otros que tienen mi admiración por su capacidad de redención. No digo cuáles para no destripar su propia historia.
La relación de Victoria con su hermana Rebecca es central en la historia. ¿En qué se inspiró para crear esta dinámica tan particular entre ambas? ¿Las mujeres podemos llegar a ser nuestras peores enemigas?
La relación entre las hermanas es una relación tormentosa y a la vez muy humana. Desde niñas, las dos hermanas padecen la indiferencia de su madre y eso las marca, pero Victoria lo sabe gestionar mejor. Rebecca sufre además el desprecio de su padre y toda esa frustración va fraguando un resentimiento contra su hermana que es quien la defiende, la cuida y la ampara. Rebecca envidia a Victoria por su belleza y por su inteligencia y la odia porque la protege, entrando en ese círculo vicioso en el que a veces nos vemos arrastrados los seres humanos, incapaces de agradecer o de reconocer las virtudes del otro. Sin embargo, Rebecca vuelca todo su amor hacia su sobrina Hedy, a quien ama por encima de todo y por quien es capaz de hacer cualquier cosa.
Las mujeres podemos llegar a ser nuestras peores enemigas, pero también los hombres. El resentimiento, el odio, la envidia, la incapacidad de pedir perdón son sentimientos que afectan a hombres y a mujeres, al igual que la generosidad, la empatía y la redención.
La novela explora el papel de la información y los secretos en la lucha por el poder. ¿Somos cada vez más víctimas de la sobreinformación y de nuevos canales de (des)información como las redes sociales?
Pienso que sí. Antes se creía que bastaba con acceder al conocimiento para erradicar los estragos del fanatismo. Sin embargo, ahora el exceso de información nos abruma porque estamos demasiado expuestos a las consignas o eslóganes que se repiten y calan en nuestra conciencia con mensajes extremadamente simples, incluso contradictorios. La información debidamente contrastada requiere más esfuerzo que las simples anécdotas, más atractivas y sugestivas, que nos calan con facilidad porque se adaptan a nuestras propias ideas o prejuicios. Deberíamos cribar, analizar y seleccionar la información para crear nuestra propia opinión. Las redes sociales no ayudan, al contrario, pueden llegar a ser un altavoz potentísimo de falsedades que pueden afectar gravemente a la vida de la gente y que, una vez lanzadas, resulta imposible recoger o negar o hacer desaparecer, porque siempre queda el poso de la duda en las mentes preparadas para ello.
En la novela, Estados Unidos está muy idealizado, pero, una vez allí, la realidad no es tan hermosa como la pintan. ¿Cree que seguimos idealizando ese concepto de «América»?
Estados Unidos es un lugar de una complejidad casi inabarcable, con una diversidad cultural, ideológica y racial extraordinaria que no es posible ni conveniente simplificar. Es cierto que el cine de Hollywood nos ha vendido una América ideal, urbana y muy uniforme, pero esto no responde a la realidad. Hay mucha América profunda, mucha más América de Los puentes de Madison, ese norteamericano que nunca ha salido de su condado, con todo lo que esto supone para entender la realidad más allá de esos límites. Los prejuicios raciales, las leyes de segregación racial, la discriminación y la violencia contra los negros sobre todo en los Estados del Sur, se mantenían intactos desde el final de la Guerra de Secesión; se prohibió la esclavitud con la aprobación de la Decimotercera Enmienda, pero los negros no consiguieron la igualdad ni legal, ni social, ni laboral, ni educativa hasta los años sesenta del siglo XX.