El cajón de las cosas que no duelen es ese lugar que todos querríamos tener en nuestra mente para que nuestra alma – y por tanto, nuestro cuerpo – respirasen mejor. Aquellas cosas contra las que nada podemos hacer y que, sin embargo, no logramos dejar atrás; ese lastre que cargamos resignadamente como el buen Sísifo, montaña arriba, una y otra vez, sin saber que, si lo dejamos al pie de la montaña y le colgamos un letrero, y le ponemos nombre, muy probablemente deje de doler.
Los adultos de varias generaciones hemos dado por sentado que nos va en el cargo esa pesada piedra; la hemos asumido y seguramente hemos pagado -y seguimos pagando- el precio por ello (de los precios que paga cada uno se puede hacer otro libro).
El cajón de las cosas que no duelen, de Nahir Gutiérrez, ilustrado por Iván Harón, no es un cuento con moraleja ni pretende adoctrinar porque no hay emociones buenas y emociones malas. (¡Menos mal porque las emociones no son algo que podamos escoger evitar!). Solo podemos dar pistas para ayudar a buscar un cierto equilibrio entre ellas. Por eso este cuento es pura connotación, juega con… emociones. La palabra definida ayudando en la definición.
Como señala la autora, «Una de las ideas que Iván y yo tenemos en la recámara es un pequeño glosario de palabras a modo de sinónimos y antónimos, para que los más pequeños entiendan bien el significado que solo aciertan, seguramente, a percibir. Aunque la percepción ha sido siempre más poderosa que la comprensión; por lo involuntario, por lo espontáneo, por lo inevitable. A la comprensión hay que ponerle voluntad y esfuerzo; la percepción nos brota sola, como un ataque de tos o la sensación de hambre. Ambos protagonistas comparten aprendizaje; ambos cambian y evolucionan, y el cambio de Simón, propiciado por Robusto, acaba por ayudarle a él también a sentirse a gusto consigo mismo; es un ejemplo de simbiosis, digamos.»
Robusto Ropero Picaporte es un armario presumido y vanidoso que comparte habitación con el pequeño Simón. Juntos van a descubrir un secreto: que con un cajón para guardar las cosas que no duelen, el mundo puede ser más fácil y colorido. Por supuesto será complicado al principio, sobre todo porque Robusto es un armario… y Simón un niño. ¿qué harán para ordenar esas cosas que nadie sabe cuáles son ni mucho menos dónde se guardan?
Un cuento para aprender a dejar caer aquellas cosas que nos pesan, y así crecer felices. Esteno es un libro más sobre emociones: aborda el tema de esas emociones negativas que nos hacen sentir las cosas que no dependen de nosotros.
Nahir Gutiérrez nació en Asturias. Licenciada en Ciencias de la Comunicación, ha trabajado como directora de comunicación en importantes editoriales, como Tusquets y Seix Barral. Debutó en 2009 en la literatura infantil, y con ¿Dónde está güelita Queta? fue galardonada con el prestigioso Premio Apel les Mestres 2010.
Iván Harón es un ilustrador nacido en San Sebastián, pasó gran parte de su infancia en Burgos para posteriormente afincarse en Madrid. Tras licenciarse y trabajar en el mundo del marketing decidió liarse la manta a la cabeza y estudiar ilustración en la Escuela de Arte Número Diez, pasión que llevaba alimentando desde pequeño y que ocupaba gran parte de su tiempo. Absoluto entusiasta de la ilustración le gusta desenvolverse en todo tipo de técnicas que van desde las acuarelas, tinta, lápices o un entorno digital donde emplear todo tipo de recursos. Ha trabajado para Grupo Planeta, El Diario.es , Nórdica, Mueve tu lengua o Aedas entre otros.
El cajón de las cosas que no duelen
Nahir Gutiérrez
Destino Infantil y Juvenil, ilustraciones de Iván Harón, 48 pp.,14,95 €
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