El regreso de Andrés Neuman a la gran novela tras El viajero del siglo, Premio Alfaguara y Premio de la Crítica. Una historia sobre la belleza que emerge de las cosas rotas, donde se entretejen amor y humor, historia y energía.
El señor Watanabe, superviviente de la bomba atómica, se siente un fugitivo de su propia memoria y está a punto de tomar una de las decisiones más cruciales de su vida. El terremoto previo al accidente de Fukushima provoca un movimiento de placas que remueve el pasado colectivo. Cuatro mujeres narran sus vidas y sus recuerdos de Watanabe a un enigmático periodista argentino, en un recorrido sentimental y político por diversas ciudades. Este cruce de idiomas, países y parejas va revelando cómo nada ocurre en un solo lugar, cómo cada acontecimiento se expande hasta hacer temblar las antípodas. El modo en que las sociedades recuerdan y, sobre todo, olvidan.
1.-Mi virtud favorita.
La conciencia del instante. Si existe esa virtud.
2.-La cualidad que más me gusta en un hombre.
No creo en las cualidades por género. (Aunque me agradan los hombres que no se creen en la obligación de competir.)
3.-La cualidad que más aprecio en una mujer.
Por la misma razón, en una mujer aprecio que no crea que existen cualidades esencialmente femeninas, que sepa reescribir su identidad.
4.-Lo que más aprecio de mis amigos.
La sinceridad en los momentos incómodos.
5.-Mi principal defecto.
No saber nunca dónde quiero estar.
6.-Mi ocupación favorita.
Escribir, pese a ser escritor.
7.-Mi sueño de felicidad.
Caminar sin pensar en la muerte. No me pasa.
8.-¿Cuál sería mi mayor desgracia?
No saber leer a los más jóvenes.
9.-Lo que me gustaría ser.
Trabajo día a día contra las aspiraciones.
10.-El país en que me gustaría vivir.
Alguna vez me gustaría pasar un par de años en mi Argentina natal, cosa que no hago desde niño.
11.-El color que prefiero.
Cualquiera lo suficientemente absurdo. El color emancipa.
12.-La flor que más me gusta.
El pensamiento.
13.-El pájaro que prefiero.
Cualquiera al que le cueste volar, así nos entendemos.
14.-Mis autores favoritos en prosa.
Sin pensar: Kafka, Borges, Woolf, Gombrowicz, O’Connor.
15.-Mis poetas favoritos.
Sor Juana, Kobayashi, Rilke, Vallejo, Szymborska.
16.-Mis héroes en la ficción.
No me gustan los héroes. No los entiendo.
17.-Mis heroínas favoritas en la ficción.
Lo mismo digo: cada heroína refuerza viejas inmolaciones.
18.-Mis compositores favoritos.
Si hablamos de música clásica, como imagino que Proust pretendía, Monteverdi, Schubert, Schönberg, Dvorak. Pero las obras que prefiero son los últimos cuartetos de Beethoven.
19.-Mis pintores favoritos.
Velázquez, Rembrandt, Klee, Rothko, Zóbel.
20.-Mis héroes en la vida real.
Sin héroes: mis ancestros, porque sobrevivieron.
21.-Mis heroínas en la historia.
Las que lucharon para que dejase de haberlas.
22.-Mis nombres favoritos.
Teresa, Marcelo, no sé.
23.-Lo que más odio de todo.
Aparte del odio, la deshonestidad.
24.-Personajes históricos que más detesto.
Los dictadores, con sus respectivos subalternos que alegaron obediencia.
25.-Acontecimiento militar que más admiro.
Mis países me han enseñado a desconfiar de los acontecimientos militares. Si es necesario, prefiero las revueltas civiles.
26.-La reforma que más estimo.
El sufragismo, los derechos LGBT, la legalización de inmigrantes y todo aquello que redefina lo que llamamos intimidad e identidad.
27.-El don natural que más me gustaría poseer.
El silencio. Como dijo Rosalía, «el labio no la nombra».
28.-Cómo me gustaría morir.
Pudiendo despedirme.
29.-Estado actual de mi espíritu.
Pesimismo entusiasta.
30.-Defectos que me inspiran más indulgencia.
Más que indulgencia, eso sería autoconocimiento.
31.-Mi lema.
«Lo visible es tan sólo un ejemplo de lo real», dijo Paul Klee. «La experiencia es más ancha que la realidad», añadió Wallace Stevens. Vaya dos.