«Jean Leon me fascinó por su espíritu inconformista y su capacidad para hacer realidad los sueños»
El rostro de Martí Gironell es bien conocido en Catalunya. Durante ocho años, este periodista, curtido en prensa, radio y televisión, fue el encargado de informar sobre el tráfico en el programa matinal de TV3. En 2015 se despidió de la pequeña pantalla para dedicarse por completo a su verdadera pasión, la escritura. Desde que en 2007 publicó la novela histórica El puente de los judíos, Gironell se ha ido afianzando como narrador con títulos ambientados en distintas épocas, como La venganza del bandolero (Planeta), con la que ganó en 2008 el premio Néstor Luján de novela histórica, o El primer héroe (Ediciones B, 2014). En su nuevo libro, La fuerza de un destino (Planeta, 2018), recrea las peripecias del cántabro Ceferino Carrión, alias Jean Leon, un hijo de republicano que huyó de la España franquista y terminó convirtiéndose en un famoso restaurador de Hollywood. Con esta obra, que ha aparecido simultáneamente en catalán y castellano, Gironell ha obtenido el premio Ramon Llull de novela.
La primera pregunta es obligada: ¿Qué ha supuesto para usted recibir el premio Ramon Llull?
Una gran ilusión, y también un cierto sentimiento de responsabilidad por recibir un premio tan importante. La verdad es que todavía no me lo creo.
Usted tiene una amplia trayectoria en radio, prensa y televisión. ¿Por qué decidió dar el paso del periodismo a la literatura?
Publiqué mi primera novela, El puente de los judíos, en 2007. Y durante tiempo mantuve una carrera en paralelo como escritor, que trataba de combinar con mi oficio de periodista. Lo cierto es que llegó un momento en que mi carrera en televisión no me terminaba de motivar. Cada vez crecía más en mí la idea de concentrar todas mis energías en la escritura, así que decidí pedir un permiso de dos años en TV3, que después se convirtió en una excedencia de cinco, para dedicarme a vivir la literatura «desde dentro»: escribir, impartir cursos, asistir a clubs de lectura… en definitiva, para desarrollar todas aquellas actividades relacionadas de algún modo u otro con el oficio de escritor.
En sus novelas la documentación juega un papel esencial. ¿En qué medida le ha influido su profesión a la hora de escribir ficción?
Sin duda las herramientas del periodismo me han sido muy útiles para el desempeño de la literatura. Mi manera de entender la novela histórica consiste en practicar lo que podríamos denominar el «periodismo del pasado.» La labor de documentación me sirve para adquirir un conocimiento que me permitirá coger del brazo al lector y hacerlo viajar a una época determinada, para «pintar el fresco» en el que se moverán mis personajes.
¿De dónde surge la inspiración para empezar a escribir una nueva novela?
A menudo la primera idea proviene del descubrimiento, a veces casual, de temas, historias o personajes que me fascinan y que, con frecuencia, son poco conocidos para muchos lectores. Me atrae poder recrear cómo era nuestro planeta antes de que nosotros llegáramos a él. Y ese deseo de bucear en el pasado puede llevarme hasta el Neolítico (como ocurre en El primer héroe), al mundo medieval (como en El puente de los judíos), al siglo XVI (en El último abad), al XIX (en La venganza del bandolero) o incluso al XX (como en El arqueólogo o en mi última novela, La fuerza de un destino). Al fin y al cabo, como dijo Umberto Eco, la ficción es la mejor herramienta que tenemos para acercarnos a la realidad.
¿Se considera exclusivamente un escritor de novela histórica?
Sin duda la historia me interesa especialmente, pero no me planteo ningún tipo de limitación. En el pasado, también he colaborado en algunos libros de relatos, como El llibre de la Marató de TV3, donde he ensayado otros registros distintos. Lo que más me gusta es dejarme llevar por las historias que se cruzan en mi camino.
¿Qué escritores o lecturas han sido determinantes para descubrir su vocación como escritor?
Es difícil de decir. Recuerdo haber leído desde siempre. Durante la etapa universitaria, además de estudiar Periodismo, también me licencié en Filología Inglesa, así que los libros me han acompañado a lo largo de la vida. Me gustan autores muy diversos. Según el momento, puedo disfrutar de Josep Pla, Naguib Mahfuz, Agatha Christie, Noah Gordon, Paul Auster o de coetáneos como Víctor del Árbol.
Sin duda una lista de autores muy ecléctica…
Efectivamente. Me gusta concebir la escritura como un aprendizaje constante, como antes hice, cuando empecé a ejercer de periodista, con la radio. Cuando trabajaba en el medio radiofónico escuchaba siempre con mucha atención a mis referentes para ir modulando poco a poco mi propia voz. Todas las lecturas que me han interesado a lo largo de los años se han ido incorporando a mi «mochila» personal.
A muchos lectores, especialmente a aquellos que están interesados en la escritura, les interesa conocer los métodos de trabajo de los narradores. ¿Podría contarnos los suyos?
Como ya he dicho, cuando empecé, me veía obligado a combinar la escritura con la televisión, que me absorbía bastante energía, y también con la vida familiar. Creo que eso propició que desarrollara un método muy anárquico de trabajo que, sin embargo, creo que a mí me resulta útil. Normalmente, la primera fase consiste en ir desarrollando poco a poco un cierto esquema en mi mente. Cuando por fin tengo una idea general de qué quiero hacer, empiezo a documentarme. Con frecuencia, voy escribiendo ya durante este proceso. Esto tiene sus ventajas y también puede comportar algunos riesgos. Creo que aporta cierta frescura al texto, pero a veces me obliga a reescribir partes, sobre todo cuando descubro nuevos datos que ponen en tela de juicio lo que hasta ese momento daba por seguro.
¿Le gusta dar a leer sus escritos a alguien antes de entregarlos al editor?
Sí, suelo pedir la opinión de personas de confianza. Algunas ya conocen el proyecto en el que estoy trabajando. También elijo a otras que no tienen ninguna información previa, para que así puedan proporcionarme un punto de vista no esté condicionado por mis comentarios.
Desde el principio, usted se ha caracterizado por la cercanía con sus lectores.
Efectivamente, siempre me ha gustado «patear» el territorio para poder explicar mis novelas y poder escuchar los comentarios de los lectores. Disfruto con las presentaciones y los clubes de lectura, porque son oportunidades magníficas para obtener información de primera mano sobre cómo se está recibiendo el libro. Aspiro a interesar al máximo número de lectores, así que el contacto con ellos es, para mí, fundamental.
Hablemos ya de La fuerza de un destino. ¿Cómo surgió la idea de novelar la vida del restaurador y viticultor Jean Leon?
Fue un poco por casualidad. En 2015, el periódico El Mundo invitó a un grupo de escritores ─Albert Espinosa, Carme Riera, Cristina Fernández Cubas, Víctor del Árbol y yo─ a una comida con ocasión del día de Sant Jordi. Allí nos sirvieron un vino de las bodegas Jean Leon y por primera vez escuché la historia de un cántabro llamado Ceferino Carrión; un hombre que, con apenas veintiún años, decidió huir de la España del franquismo como polizonte y que embarcó rumbo a los Estados Unidos, deseoso de establecerse en Hollywood para cumplir su sueño de convertirse en actor. Cuando escuché que terminó regentando un restaurante mítico como La Scala en Los Ángeles, que mantuvo amistad y confidencias con astros como Frank Sinatra, Natalie Wood o James Dean, que se empeñó en crear un vino propio en el Penedés que pudiera estar a la altura de la comida que servía en su restaurante, recuerdo que dije en voz alta a mis compañeros de mesa: «Si nadie quiere escribir esta historia, ya me la quedo yo».
¿Qué es lo que más le fascinó del personaje?
Su tenacidad y firmeza en huir del franquismo colándose en un barco como polizonte, después de siete intentos fallidos. Su espíritu inconformista, que le llevó de trabajar en la vendimia en Francia a terminar convirtiéndose en una figura de referencia para el Hollywood de su época. Y por encima de todo, su capacidad para superar todas las adversidades y hacer realidad sus sueños.
¿Cómo fue el proceso de documentación? ¿Tuvo la oportunidad de hablar con personas que conocieron a Leon?
Sí, hablé con su hermana, que vive en Barcelona; con su hijo, que actualmente reside en Tailandia; y con Jaume Rovira, el enólogo con el que llevó adelante el proyecto vinícola. Su hermana me contaba que al principio pensaba que Ceferino les soltaba unas trolas de espanto, pero que cuando fueron por primera vez al restaurante y vieron cómo le trataban las estrellas de Hollywood se quedaron impresionados. También rebusqué en las hemerotecas de diarios norteamericanos como Los Angeles Times, leí todo lo que encontré y revisé el documental 3055 Jean Leon (Agustí Vila, 2006), en el que pueden verse a actores como Paul Newman hablando de él con verdadera devoción.
La figura de Leon encarna de algún modo el sueño americano de la década de los cincuenta, ¿no es cierto?
Efectivamente, en Los Ángeles él empieza a trabajar como taxista. Allí se encuentra con Frank Sinatra, que se olvida en el asiento del taxi una bobina con sus últimas canciones grabadas. Leon acude al restaurante del cantante para devolvérselas y consigue ganarse su confianza. Sinatra le contrata como chófer personal y camarero. Así empieza el particular sueño americano de Ceferino.
También resulta fundamental su encuentro con James Dean, ¿verdad?
Así es. Con Dean hizo tan buena amistad que el actor estaba dispuesto a invertir en el nuevo restaurante que Leon quería abrir en Hollywood. Desgraciadamente, murió en accidente de coche el día antes de que fueran a formalizar el trato en el banco.
En el libro aparecen otros «secundarios de lujo», como Natalie Wood, Paul Newman, Marilyn Monroe, Alfred Hitchcock… incluso aparece John Fitzgerald Kennedy.
A través de los ojos de Ceferino conseguimos acercarnos a la parte más humana de todas estas figuras. El libro era para mí una oportunidad única para escribir sobre personajes que todo el mundo conoce desde la perspectiva íntima de alguien que verdaderamente los trató. Podemos ver, entre otros, a Dean torturado por no poder obtener el amor de la actriz italiana Pier Angeli; a un Newman dubitativo sobre si aceptar los papeles destinados a Dean antes de su muerte, y que finalmente acepta los consejos de Leon; al jugador de béisbol Joe DiMaggio, devorado por los celos, convencido de que su mujer, Marilyn Monroe, se acuesta con otro hombre, aliándose con Sinatra para ir al supuesto apartamento del amante y pillar a la actriz in fraganti…
También aparecen sus conexiones con periodistas y políticos, como ocurre cuando en el restaurante se celebra la convención del Partido Demócrata y tiene la oportunidad de conocer a Kennedy, que le hará interesarse por primera vez por la política.
Leon representa el glamour de Hollywood. Su pasado como Ceferino, en cambio, evoca el asfixiante ambiente del franquismo.
Exacto, Leon se convierte en el gran maestro de ceremonias, en el confidente perfecto. Sin embargo, también él tiene sus secretos. Se ve obligado a cambiar de identidad para evitar que el Ministerio de Defensa de Franco exija su regreso a España, a raíz de la traición de un antiguo amigo. Cuando se convierte en Jean Leon les hace creer a todos, incluso a su familia, que es francés. Leon se convierte en alguien especialmente celoso de su intimidad porque en ello puede irle la vida.
Hablando con usted, se percibe su pasión por el personaje. Después de un premio tan importante como el Ramon Llull, seguro que le tocará hablar de Leon en muchas ocasiones más.
No hay ningún problema. Disfruto del encuentro con los lectores y de poder hablar sobre los temas que me apasionan, como la vida de Leon, así que será un verdadero placer.
¿Está ya trabajando en algún nuevo proyecto?
Siempre tengo proyectos en marcha. En estos momentos tengo dos posibles libros en distintos grados de desarrollo. En cuanto tenga tiempo, decidiré cuál será mi próxima obra. Para mí, la curiosidad es el motor de todo.
Enric Ros