Se recupera la biografía de la gran cantante, de la que el día 17 de julio se cumplieron sesenta años de su muerte.
En Nueva York, el 17 de julio de 1959 moría Billie Holiday, arruinada y destrozada por el consumo de drogas. Su leyenda se había extendido desde mucho tiempo atrás, pero ese día la cantante de cuarenta y cuatro años se convertía en mito, en una de las artistas que más ha influido no sólo en el mundo del jazz sino en otros géneros musicales. Su rastro se encuentra en muchas partes: desde la canción de U2, a modo de homenaje, Angel of Harlem (en algunos clubs de este barrio neoyorquino empezó a cantar Billie alrededor de 1930), hasta las melodiosas piezas de Madeleine Peyroux, cuya voz hasta llega a intentar parecerse a la de Holiday.
Y es que la inconfundible voz de Eleanora Fagan Gough –con este nombre nació en 1915 en Filadelfia–, con un ritmo pausado, proyectada con un sentimiento del que presumía, pues no en vano declaraba que lo que sucedía en las canciones lo había experimentado ella misma –fracasos amorosos, tristezas, abandonos– forma parte de esa nómina extraordinaria de mujeres negras, como Ella Fitzgerald, Sarah Vaughan, Dinah Washington y Nina Simone, por las que no parece pasar el tiempo de las generaciones que las escuchan. Su elegante dicción, su porte señorial y melancólico, esa aureola de fatalidad y romanticismo, ha fascinado a gentes de toda ralea, y una buena prueba de ello es el libro que ha publicado la editorial Libros del Kultrum, Con Billie Holiday. Una biografía coral, de Julia Blackburn.
Esta, ya en el prólogo, indica cómo la idea del volumen fue rescatada de otra autora, Linda Kuehl, que en los años setenta entrevistó a más de ciento cincuenta personas con el fin de elaborar una biografía miscelánea. Pero no hubo suerte; una editorial la rechazó y al poco tiempo, en 1977, Kuehl se suicidó. Aquellas grabaciones, sin embargo, se conservaron, lo que al fin y a la postre se convirtió en el material que acabó usando Blackburn para este libro, lleno de bellas fotografías de la artista y su entorno más próximo.
Blackburn se encontró con lo que sigue: «Los fragmentos de varios capítulos inacabados, sepultados bajo las correcciones hechas a mano, descansaban junto a las transcripciones de las comparecencias de Billie en el juzgado y sus informes médicos; las cartas formales de los editores y de las discográficas compartían espacio con misivas mucho más informales entre amigos y amantes. Había listas de direcciones o de fechas y episodios importantes en la vida de Billie, pero los datos eran dudosos o incompletos y aparecían cubiertos por signos de interrogación».
Así pues, la investigadora se puso manos a la obra hasta inclinarse sobre todo por dar el testigo a aquellos que conocieron a Billie y que le hablaron a la entrevistadora Khuel: sus amigos de la infancia en Baltimore, abogados, su secretaria durante los últimos años de su vida, y, por supuesto, músicos: el trompetista Roy Eldridge, el pianista y compañero de heroína Carl Drinkard, el contrabajista y también drogadicto John Simmons, el compositor Arthur Herzog, el pianista Jimmy Rowles, el agente de estupefacientes que, en 1947, y muy a su pesar, arrestó a Billie por posesión de heroína…
En cualquier caso, con independencia de estos testimonios, todo tipo de sombras y rumores acompañarán para siempre la existencia de la que apodaron Lady Day. Su madre la tuvo con trece años y el padre las abandonó, así que Billie se acostumbró a estar con otros parientes y a aficionarse a la marihuana, hasta que ingresó en una escuela católica de la que se escapó y donde reconoció haber sido violada. Luego, ejercería la prostitución en Nueva York y, por fin, su don para cantar sería descubierto por un productor, que le publicaría su primer disco en 1933. Y desde ese momento, de nuevo, entre las luces de un éxito musical que la llevó a cantar junto a Lester Young, Count Basie y Artie Shaw, más sombras: un matrimonio fallido, una relación con un mafioso, las drogas duras que la sepultaron en la soledad hasta matarla.
CON BILLIE HOLIDAY. UNA BIOGRAFÍA CORAL, JULIA BLACKBURN, Libros del Kultrum, traducción de Ferran Esteve, 392 pp., 19,95 €
Toni Montesinos.
(c) Carl Van Vechten, Biblioteca del Congreso de los Estados Unidos.