«El tráfico ilegal de personas se ha convertido, en el siglo XXI, en el negocio más lucrativo y en la forma de crimen organizado más extendido de Europa»
La novelista Cristina Cerrada ha situado su última obra, Hindenburg, dentro de una trilogía que concluirá con un tercer volumen.
Europa abordaba la llegada de refugiados a Occidente y su obra siguiente será una novela policíaca ambientada en Georgia.
La trilogía de Europa es una aproximación al concepto mismo de Europa. ¿Qué es Europa? ¿Una identidad cultural? ¿Histórica? ¿Política? Y si es así, ¿cuáles son sus límites? Una indagación acerca de todo ello, a día de hoy, puede significar tener que hacer pronósticos, hacer ficción. En la primera novela, que da título a la trilogía, Europa es una vieja y sucia pensión en el corazón de la Alemania industrial donde los protagonistas, un propietario local y una refugiada balcánica, llevan a cabo sus encuentros sexuales. Unos encuentros que no son en modo alguno equitativos, antes bien, son el resultado de la desigualdad, la manipulación, el odio, la culpa y la explotación. Como las relaciones mismas dentro y fuera de las fronteras de los países que integran la misma Europa real.
¿Cómo ha sido la transición hacia la escritura de Hindenburg?
Aquí la violencia se institucionaliza. A la vida cotidiana se la despoja de parámetros y códigos, de confianza y seguridad. Todo se vuelve contra el más débil, el tráfico ilegal de personas, junto con el resto de actividades concomitantes que conlleva, se ha convertido, en el siglo XXI, en el negocio más lucrativo y en la forma de crimen organizado más extendido de Europa. La tercera novela será en clave policíaca: La maestra de Stalin, en Georgia, un referente en materia de mestizaje, de hibridismo cultural.
¿Qué simbolismo busca en presentar una ciudad devastada?
Hindenburg está ambientada en la guerra del Donbáss, que sacudió el escenario social y político de la Ucrania posterior al Euromaidán durante el año 2014, y que consistió en una serie de enfrentamientos armados entre las regiones del este, prorrusas, y el oeste del país, afín a la Europa comunitaria, y culminó con la declaración de independencia de Donetsk y Lugansk: un conflicto real ya documentado por los medios de comunicación. La acción se sitúa durante un período de tregua en el que, tanto los personajes como el lector pueden detenerse a contemplar los estragos que ésta ha provocado.
¿Cómo calificaría a Razha, la limpiadora de la fábrica de medicamentos, con su sacrificio de mantener a su madre y a su hija, y asustada por la amenaza de ese hombre violento?
Es un personaje que apenas dice nada acerca de sí misma. Como narradora, no se construye mediante descripciones de su carácter o explicaciones sobre sus actitudes, ideas o comportamientos. Simplemente actúa. Es un personaje que reacciona frente a la adversidad, frente al mal, frente a la agresión y la violencia. Frente a la muerte. A veces, ella misma toma la iniciativa y golpea, como si fuera lo que se espera que haga. Pero nunca lo explica. Ni siquiera a sí misma. El terrible secreto que se esconde tras su silencio es una verdad a gritos que ella no quiere saber. Si hablase, tendría que aceptarla. Y para seguir viviendo necesita ignorarla.
¿Qué representa en la historia la desgracia del dirigible Hindenburg, que se incendió en Nueva Jersey en 1937?
Es un elemento metafórico. Es símbolo de lo ascensional, lo prodigioso que viene del cielo y que tradicionalmente ha tenido siempre un carácter salvífico. Se trata de uno de esos «prodigios voladores» que aparecen en el cielo, como los ángeles, los dioses y los seres de otros planetas, y que se han identificado con lo trascendental. Pero también con la amenaza. Representa la esperanza, la salvación, el poder del hombre para abandonar la seguridad del suelo y avanzar, superando la Naturaleza. Es la Civilización. Pero, por ende, también simboliza su caída y un sueño fallido de inmortalidad.
HINDENBURG, Cristina Cerrada, Seix Barral, 288 pp., 19 €