UN ASUNTO DEMASIADO FAMILIAR, Rosa Ribas, Tusquets, 416 pp., 19,50 €
A Rosa Ribas (El Prat de Llobregat, Barcelona, 1963) siempre le ha gustado escribir y contar historias. En 2006 le perdió el miedo a la publicación con El pintor de Flandes y, tan solo un año después, incursionó en el género negro con la serie de la comisaria hispano-alemana Cornelia Weber-Tejedor. Tras dar también forma, junto a Sabine Hofmann, a la joven reportera Ana Martí y alumbrar otras obras que han cosechado buenas críticas, esta autora catalana afincada en Frankfurt nos vuelve a dejar buen sabor de boca con su libro más reciente, Un asunto demasiado familiar.
Estrenando editorial y protagonistas, Rosa Ribas nos acerca al peculiar clan de los Hernández en una novela negra —pues, en sus propias palabras, «no hay nada más negro que la familia»— ubicada en el barrio barcelonés de Sant Andreu. Allí, Mateo y sus hijos Amalia, Marc y Nora destapan casos de corrupción e infidelidades valiéndose, en muchas ocasiones, de los rumores y habladurías que corren como la pólvora en un distrito que ha sabido mantener su espíritu independiente.
Su agencia de detectives privados también cuenta con la peculiar ayuda de Lola, la mujer de Mateo, cuya inestabilidad no le impide gozar de un infalible sentido de la intuición. Sin embargo, los eficaces Hernández conviven desde hace meses con la paradoja de no saber resolver un caso producido en su seno familiar. Nora, la hija mayor del matrimonio, ha desaparecido, lo cual provoca el cese de sus servicios para encontrar a otras personas. Evitando ahondar en la herida, el clan prosigue con el resto de su actividad hasta que irrumpe en escena Carlos Guzmán. Conocedor de un gran secreto del pasado de Mateo, el poderoso constructor logra que investiguen la desaparición de su hijo a través de sus chantajes, iniciando así una trama que tirará de un hilo para llegar a otro.
La obra, dividida en tres partes, nos va destapando los entresijos de sus complejos personajes a través de una escritura dinámica que recurre a varios giros argumentales. Valiéndose de un gran dominio de la psicología de sus protagonistas, Rosa Ribas nos traza sus defectos y virtudes hasta llegar a su esencia, a la vez que cuida con admirable artesanía cada detalle de su narración para que todo acabe encajando.
Mediante diálogos en los que está muy presente el humor y la crítica social, la autora profundiza sobre temas como la corrupción, el tráfico de personas o la inmigración, así como también habla sin tapujos sobre la enfermedad mental de Lola, quien sufre constantes cambios de temperamento y estalla en determinados momentos de forma inesperada.
Leer a Rosa Ribas supone sumergirse de inmediato en una buena historia. Más allá de su atractivo argumento sobre el que se van entretejiendo tramas paralelas, su pluma nos regala un estilo tan propio como depurado que se libera de innecesarias hipérboles para destilar maestría. Los personajes variopintos, sus múltiples enredos y sombras familiares añaden el resto del magnetismo.
Tras cerrar definitivamente Un asunto demasiado familiar, siento que no sobraba ni una de sus más de cuatrocientas páginas, algo poco común en estos tiempos que corren, pues, en demasiadas ocasiones, parece que todo vale con tal de justificar el precio de un libro.
Esta no es una novela que se alimente de banalidades para aumentar su extensión. Por el contrario, su virtuosismo radica en saber encender la cotidianidad hasta el punto de desvelarnos.
Laura Mas
VIDA, LA GRAN HISTORIA, UN VIAJE POR EL LABERINTO DE LA EVOLUCION. Juan Luis Arsuaga. Destino, 589 pp., 20,90 €
Muchos investigadores consideran la evolución uno de los mayores descubrimientos científicos nunca realizados, hasta el punto que uno de ellos, Richard Dawkins, la ha calificado como «el mayor espectáculo de la Tierra». Sólo con estas dos opiniones bastaría para hacerse una idea de la importancia que este proceso biológico ha tenido en la historia de los animales y plantas que habitan el planeta. Una relevancia que explica por qué Juan Luis Arsuaga, uno de nuestros científicos más reconocidos internacionalmente, ha dedicado su último libro a explicar al gran público sus procesos y como éstos han afectado a la especie humana. Se trata de quince jornadas, quince capítulos más un prólogo y un epílogo, que el propio autor recomienda leer pausadamente al ritmo de uno diario. No le falta razón. Arsuaga ha dedicado al esfuerzo de síntesis sus muchos talentos divulgativos, pero el tema no deja de tener honduras y merece la pena dejar reposar las páginas para poder asimilarlas adecuadamente. No obstante, no son pocas las veces que uno siente la tentación de seguir leyendo, atraído por el proemio de la siguiente jornada, en el cual, a modo de larguísimo título descriptivo del siglo de oro, se desgranan abreviadamente las cuestiones que se tratarán en las páginas siguientes.
El objetivo Vida, la gran historia es sencillo: ofrecer al lector toda la información disponible sobre la evolución y sus procesos, incluidas las opiniones y matices contrarios de los distintos científicos que los han estudiado; pero dándole la oportunidad de tomar partido por uno u otro sin dejarse llevar por la opinión del autor, que también la ofrece.
Las primeras siete jornadas comienzan con un breve resumen del contenido general del libro y continúan con una explicación de qué es la ciencia, que tantos conocimientos nos ha permitido adquirir desde el siglo xix. Pasando después a recorrer el camino que llevó desde la aparición de los primitivos organismos unicelulares los más complejos, que abandonaron el mar para convertirse en terrestres, con sus dinosaurios y sus mamíferos. El recorrido termina hablando sobre las convergencias y divergencias evolutivas, después de dedicar toda una jornada a debatir si la evolución implica progreso.
Las siguientes ocho jornadas nos llevan por los detalles de la evolución humana, empezando con dos jornadas donde se estudian los primates y si la evolución ha sido linear o no. A las cuales siguen otras tres jornadas dedicadas a analizar al altruismo y la cooperación en el reino animal, en principio tan contrarios a las reglas de la evolución. De aquí Arsuaga pasa a hablarnos de las últimas teorías sobre la aparición de la consciencia, la inteligencia y la capacidad simbólica. El viaje acaba con una jornada donde se especula sobre las posibilidades de que los extraterrestres, de existir, tengan forma humanoide; pero también a debatir sobre si la evolución ha terminado o en el futuro apreciaremos cambios en las especies que conocemos, incluidos nosotros mismos.
Dice Arsuaga en el prólogo que no aspira a ser divertido cuando divulga, al contrario de aquellos que consideran su obligación hacer de la ciencia algo muy entretenido que se aprende sin trabajo. No creemos que lo haya conseguido, porque su texto en modo alguno es aburrido, al contrario, se lee sin ninguna dificultad. Si requiere de lectura pausada es por parte de los meros interesados en el tema, que pueden desconocen los conceptos presentados por el autor; pero las descripciones son claras, se siguen con facilidad y la opinión del autor siempre se distingue con claridad. Es, en resumidas cuentas, un estupendo libro con el que introducirse en el fascinante mundo de la evolución.
José Miguel Parra.
LA ESCUELA CATÓLICA. Edoardo Albinati. Traducción de Ana Ciurans Ferrándiz, Lumen, 1296 pp., 24,90 €
Que nadie se lleve las manos a la cabeza cuando se cruce con la presente novela de 1300 páginas. Las más de las veces, un libro tan voluminoso es innecesario, pero si se trata de un intento de comprender el mundo y hallar una manera de permanecer en él, se podría decir que son, incluso, pocas. Estamos ante una historia que desde la primera línea se siente importante, grandiosa en ocasiones, que necesita ese largo aliento para que el lector absorba el tempo que marca Albinati, el espacio que concede, el compás que genera una narración tan completamente original. Sólo así es posible atravesar todos sus registros narrativos, desde el romántico al antropológico, desde el gélido y técnico que narra una historia criminal sin olvidar el íntimo que habla de sí mismo, de amistad y de amor… sin darse cuenta apenas.
Albinati eligió un punto de partida en torno al que trazar su visión del mundo. A partir de ahí, de esa piedra lanzada al estanque, nace este grupo de narraciones que forman círculos concéntricos cada vez más amplios, plagados de historias, temas, reflexiones y conexiones, como lo hiciera Bolaño con su inmensa 2666 o Knausgård en Mi lucha. El tema que da el pistoletazo de salida a la historia es el crimen del Circeo donde, en 1975, Angelo Izzo, Andrea Ghira (en la novela «il Legionario») y Gianni Guido («Sometido») secuestraron y torturaron a Rosaria López y Donatella Colasanti durante un día y una noche. Aquel suceso no fue solo «un escándalo», un «producto de los tiempos» o un «productor de tiempos»; también fue la brutal revelación de cómo la violencia de clase podría estar vinculada a la violencia de género.
El autor fue compañero de escuela de los asesinos en el Instituto San Leone Magno –la escuela católica del título, regentada por sacerdotes maristas para niños bien– y su idea se ilumina cuando pasado el tiempo reaparece en las noticias Izzo, en 2004, como responsable del asesinato de Maria Carmela Maiorano y su hija. Un «signo», un pretexto, aunque la masacre aparezca por primera vez en la página cuatrocientos y mucho, para abordar esta tipología de preadolescentes educados en los setenta, que sueñan insistentemente con cuerpos de mujeres y están sometidos a una educación feroz en una trasnochada idea de la virilidad. Un ideal de hombre fuerte, sano, inteligente, heroico, dominador, «el vero uomo», que es el inevitable pasaporte hacia la homosocialidad.
Dicho lo anterior, se deduce que es un libro profundamente ambicioso; no porque el núcleo sustancial sea original o poderoso, sino casi por lo contrario: porque es un contenedor electrizante que sujeta el esfuerzo de poner en juego todas las piezas que la vida ha colocado frente al autor. Como nadie, sabe recogerlas todas, una a una, para, con esmero, comprender su propia existencia, la de su escuela, la de su barrio (el distrito de Trieste) y entender las raíces de un terrible crimen y, por extensión, las de un país entero que los cría, los digiere y luego intenta expulsarlos. Todo ello contado de una forma lenta y morosa. Tomándose su tiempo y la libertad que requiere una empresa novelística como ésta. El diálogo con el lector, no es otro que: tengo que hacerlo, este es mi camino, acompáñame, he roto las puertas del tiempo y del espacio, déjame ir hacia dónde quiera pero ven conmigo. Y allí nos vamos. Donde quiera llevarnos, con él estaremos… porque su fórmula de libertad reside en el poder de lo expresado, que no es otra cosa que la alta literatura. Un gran libro, un gran autor y un texto para conservar, regalar y recomendar.
Ángeles López
LA SOMBRA DE LA DUDA. Edith Wharton. Huso ediciones, 173 pp., 15 €
Abrir los cajones menos conocidos de la historia es una experiencia que arqueólogos, historiadores y aventureros se disputan con la furia del paso del tiempo. La fama que revestirá sus nombres si lo logran será el legado de lo eterno. En este caso, nos encontramos literalmente ante un descubrimiento, pues La sombra de la duda es una obra hasta hoy inédita de Edith Wharton. Su hallazgo, tras ser rescatada de un baúl ubicado en el centro Harry Ransom de la Universidad de Texas por caprichos del destino que desconocemos, se lo debemos a dos filólogas anglosajonas allá por 2017. En cambio, su puesta de largo universal es responsabilidad de la editora de Huso, Mayda Bustamante, de la traductora precisa y justa, Nada Khalil y del prologuista y biógrafo de la creadora de La edad de la inocencia, Jorge Freire. A ellos corresponden los laureles de haber recuperado un bien cultural que ahora es patrimonio de todos.
Puede que esta sea una obra teóricamente menor dentro de la imponente producción de la escritora. Sin embargo, el drama fechado en 1901 incluye algunos de sus rasgos más característicos, como son la independencia de la mujer frente al hombre y al entorno hostil, las críticas reflexivas y agudas a la pacata sociedad de su tiempo y la visión cáustica en torno al matrimonio y a las relaciones entre hombre y mujer. Aún así, caben en esta pequeña pieza frases afiladas muy del gusto de Wharton, crudezas varias y una desmedida y verosímil potencia teatral. Leer y visualizar las tablas, escuchar sus crujidos lastimeros y el erotizante frote de las enaguas, los tules y los tafetanes es todo uno. Podríamos decir que olemos la calefacción de carbón o la apolillada levita del médico venido a menos. Es tremendamente teatral, en el mejor sentido del término.
Por otro lado, hay temas espinosos y valientes para los albores del siglo XX, como la eutanasia apuntada y el carácter altivo de la mujer libre, enfrentada al establishment hasta el punto de repudiarlo. La muerte asistida en sus diversos grados sigue siendo hoy un tema conflictivo en nuestras sociedades. La actualidad nos lo muestra con cada apertura del telediario. Por todo ello, sorprende sobremanera la audacia a la hora de introducirlo en una trama de claros mimbres decimonónicos. La historia es tan redonda como breve. En ella conviven supuestas traiciones, celos, giros inesperados y hasta finales ambiguos, algo muy poco habitual en la autora neoyorquina. Es sabido que solía apagar el relato de sus dramas en la más siniestra calígine.
Las narraciones de Edith Wharton tienen siempre un fuerte contenido autobiográfico. Si, como ya es manido apuntar, la vida excede a la ficción, aquí lo comprobamos en choques emocionales de trenes desbocados bajo la serena apariencia de lo políticamente correcto, sometidos a los fríos y lacerantes modales herederos de la sociedad victoriana. En La sombra de la duda también ocurre, pues la determinación y el orgullo enfrentan sin piedad, pero con ameno dinamismo, a la ilusión y el interés social. Incluso hay pasajes de una potencia inusitada, rozando peligrosa y sabiamente lo melodramático. No es difícil imaginar al genial Douglas Sirk, maestro hollywoodiense de los excesos de la pasión y la música, dirigiendo la adaptación cinematográfica de esta obra. Nunca lo veremos, pues el director ya no está con nosotros, pero hasta hace bien poco tampoco teníamos el texto de partida. Hoy la literatura y los buenos lectores están de enhorabuena. No se la pierdan.
Juan Laborda Barceló.