Segunda novela de una autora rumana que cosechó una gran aceptación por parte de público y crítica.
EL JARDÍN DE VIDRIO
Tatiana Țîbuleac
Impedimenta, traducción de Marian Ochoa, 360 pp., 22,80 €
https://impedimenta.es/producto/el-jardin-de-vidrio
Formada en los campos del Periodismo y la Comunicación, esta escritora moldava (1978, Chisináu) residente en París se dio a conocer en 1995, mediante sus columnas «Historias verdaderas» en uno de los diarios más importantes en lengua rumana. Luego entró en el mundo de la televisión y empezó a publicar, en 2014, una colección de relatos titulada Fábulas modernas, y más relatos y novelas, hasta convertirse en un auténtico fenómeno literario en Rumanía. Sobre todo a raíz de su novela El verano en que mi madre tuvo los ojos verdes (2016), por la que recibió varios premios, entre los que destacan el otorgado por la Unión de Escritores Moldavos o el Premio Lyceum.
En aquella historia, llena de emoción y crudeza, Ţîbuleac puso en negro sobre blanco un intenso testimonio sobre las relaciones materno-filiales, que a la vez era una apelación al amor y al perdón. Cuenta cómo Aleksy aún recuerda el último verano que pasó con su madre. Han transcurrido muchos años desde entonces, pero, cuando su psiquiatra le recomienda revivir esa época como posible remedio al bloqueo artístico que está sufriendo como pintor, Aleksy no tarda en sumergirse en su memoria y vuelve a verse sacudido por las emociones que lo asediaron cuando llegaron a aquel pueblecito vacacional francés: el rencor, la tristeza, la rabia.
El protagonista tenía que enfrentarse a diversos traumas: superar la desaparición de su hermana, perdonar a la madre que lo rechazó, cómo enfrentarse a la enfermedad que la está consumiendo. De este modo, a lo largo de tres meses, madre e hijo por se dan una suerte de tregua: «Aquella mañana en que la odiaba más que nunca, mi madre cumplió treinta y nueve años. Era bajita y gorda, tonta y fea. Era la madre más inútil que haya existido jamás. Yo la miraba desde la ventana mientras ella esperaba junto a la puerta de la escuela como una pordiosera. La habría matado con medio pensamiento», leímos al comienzo.
Esta poderosa historia fue finalista del premio Libro del Año de la Asociación de Librerías de Madrid de 2019, que calificó la novela de «un ejercicio de maestría narrativa», va viendo cómo se reedita en España gracias a la editorial Impedimenta, que tuvo la dicha de ver cómo su apuesta era sobradamente reconocida al traducir a esta escritora. Multitud de medios destacaron cómo Ţîbuleac había logrado un argumento convincente sobre la muerte, la redención, la maternidad y la reconciliación, con el mensaje de que la reconciliación siempre puede aparecer incluso en las situaciones más extremas.
Y tal éxito sin duda tendrá continuación con una novela recién llegada a nuestras librerías y que se publicó originalmente en el 2018, Jardín de vidrio, que se alzó con el Premio de Literatura de la Unión Europea. En ella, cuenta la vida de la anciana Tamara Pavlovna, que rescata a la pequeña Lastochka de un orfanato durante los años más grises del comunismo en Moldavia. Pero lo que en principio puede parecer un acto de piedad esconde una realidad terrorífica, pues a Lastochka la han comprado para trabajar como esclava recolectando, durante casi una década, botellas por las calles de la ciudad.
Tono lírico y evocador
El lector podrá abrir el libro y se sorprenderá al ver, a modo de epígrafe (anónimo), estas frases: «Me dijisteis que era una perra sentimental. Os muerdo hasta la leche.» Un comienzo desconcertante que da paso a una narración que también aspira a levantar una trama sentimental con gran profusión de sinceridad. Todo a partir de este enfoque narrativo: mediante una carta dirigida por la narradora, Lastochka, a sus desconocidos padres, que la abandonaron en un orfanato. Desde su vida actual, empleada en un hospital de Bucarest, va rememorando especialmente su infancia en Chisináu, la capital de Moldavia, durante los últimos años del comunismo, cuando comienza a deshacerse la unidad de los países que formaban parte de la URSS.
Esta confesión, que tiene como trasfondo la pretensión de averiguar quiénes fueron sus verdaderos padres, va deparándonos saber cómo era su existencia, tan sumamente dura, en el orfanato, y su vida actual, con un matrimonio fracasado y una niña discapacitada y enferma. Y sigue así la evocación con respecto a esta madre adoptiva, el tiempo del colegio y luego el instituto o la relación que mantuvo con los vecinos del barrio del Botánico, donde ocurren los hechos que va desgranando, algunos de ellos tan brutales como la violación que sufrió siendo joven.
«Cuando me trasladé de Chisináu a París, llevé conmigo algunos libros de relatos que fueron mi refugio. Los tengo en una estantería aparte, y en mi casa los llaman “los libros de mamá”. No porque sean míos, sino porque soy la única de la familia que puede leerlos. La lengua en que fueron escritos se ha perdido.» Así comienza la novela, que no tarda en aludir a acontecimientos tremendamente dolorosos que la población padeció por culpa de la represión comunista. «Con el paso del tiempo, he aprendido a guardar una cierta distancia respecto a aquellos años. Nostalgia, curiosidad, deseo de venganza… He transitado todos los estados», nos sigue diciendo la protagonista.
Pero si algo destaca en la escritura de esta autora es su estilo, a menudo lírico: «Nazco de noche, tengo siete años. Me llevaría en brazos, dice, pero tiene las manos ocupadas. Arriba brilla una lámpara azul, sujeta a un árbol con un cable. Se balancea. Echo la cabeza hacia atrás y la veo mejor: es redonda, como una hogaza entera. Atravesamos las Puertas como si fueran un vientre de piedra. Así es en la ciudad, pienso. Cuesta abajo, siempre cuesta abajo, el camino.» Con este tono el lector podrá avanzar en un relato que, según la propia autora, le sirvió para distanciarse de su densa producción periodística, y a la vez mirar con perspectiva la tierra que la vio nacer.
Una entrega literaria que de alguna manera la vació por dentro, que la dejó al albur de un futuro creativo que aún no le ha deparado nuevas ideas, pues como ha dicho en una reciente entrevista, sufre un bloqueo y desconoce cuál podrá ser su próxima novela.
© Eva Elena.
EL JARDÍN DE VIDRIO
Tatiana Țîbuleac
Impedimenta, traducción de Marian Ochoa, 360 pp., 22,80 €
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