El Desvelo Ediciones es un proyecto radicado en Santander que, según su fundador, Javier Fernández Rubio, solo puede entenderse en términos vocacionales, «ya que de lo contrario habría que entenderlo en términos masoquistas», ironiza. Pues, ciertamente, pocos montan una editorial para ganar dinero. Pero a cambio este editor, escritor y periodista –ha trabajado en El Mundo y en varios diarios cántabros y castellano-leoneses–, desde el 2009, ha ofrecido toda una serie de títulos, hasta ahora 140, de narrativa, poesía y ensayo, que aspira a la excelencia literaria. «Concebimos la edición como una actividad creativa que aúna lo artesanal y lo industrial con intención de contribuir con nuestros libros al panorama cultural», asegura.
Y bien puede presumir de ello este licenciado en Ciencias Sociales y de la Información, porque en la docena de años que lleva al mando de esta editorial cántabra, cada uno de sus libros está preparado de forma meticulosa, con un gran sentido del diseño y una firme valentía para a veces jugársela, siendo «conscientes del carácter minoritario de nuestras publicaciones. Publicamos a autores vivos y muertos, con especial atención a los autores españoles». Hasta ahora, El Desvelo Ediciones ha sido galardonado con tres premios: el accésit en el certamen Visual y dos premios al libro mejor editado en Cantabria, y se encarga de editar los premios Gerardo Diego y José Hierro de Poesía.
Entre su nómina de autores, encontramos a Abdelfattah Kilito, Lydie Salvayre, Martin Seymour-Smith, Vera Brittain, Roland Leighton, Robert Nye, Rupert Brooke, Siegfried Sasson, Henri Barbusse, Mary Wollstonecraft, Jari Ehrnrooth, Rax Rinnekangas, Sergi Bellver, Gabriel Insausti y Toni Montesinos, entre otros. Fernández Rubio se entrega con tesón con cada criatura que decide publicar, habiendo alcanzado tres centenares de actos públicos (mayormente presentaciones) y acudido a numerosas ferias. «Nuestro objetivo es, aparte de mantenernos a flote, aportar nuestra contribución a la cultura por medio del libro, que es el vehículo de transmisión de conocimiento y sentimiento más potente que ha inventado el hombre (sí, por encima de la cultura audiovisual porque una imagen no vale por mil palabras)».
De tal forma que Fernández Rubio echa al mundo cada año una veintena de libros, conociendo sus limitaciones pero sin complejos: «Somos tan editorial como las grandes agrupadas en las dos macroconstelaciones (Penguin Random House y Planeta) que rigen el destino literario del país, pero muy contentos de estar en la periferia».
Por supuesto, en este ámbito, la clave reside en la distribución comercial, en este caso gracias a UDL. Desde que disfrutó de este soporte a escala nacional, «he dedicado, como casi todos los editores, una décima parte de mi tiempo a hacer libros y las nueve décimas restantes partes a todo el entorno necesario (y escasamente romántico) para que fueran realidad». La competencia, por supuesto, es feroz, a la hora de intentar visibilizarse, «en un entorno hipercomercializado y, por lo tanto hostil a nuestra pequeña-gran producción de ensayo, poesía y narrativa de autores vivos y no tan vivos, españoles y extranjeros que nos llegaron en algún momento por algún motivo y que a todos aúna la calidad de su escritura, la personalidad de su mirada y en cierto modo la “locura” de su apuesta en un mundo tan poco dado a veleidades artísticas». De ahí el nombre, El Desvelo Ediciones.
Este hace referencia no solo a la falta de sueño, concluye Fernández Rubio, «sino al sentido de desvelar, de descubrir lo que está oculto, con una mezcla de lucidez y desesperación absurda a la que creemos que hacía referencia la gran poeta Blanca Varela en su verso “el desvelo, la urgencia, la absurda esperanza»».