El pasado 15 de octubre, dejando aparte la polémica por el Premio Planeta a Carmen Mola, Paloma Sánchez-Garnica se alzó como finalista con Últimos días en Berlín, una extensa novela centrada en la peripecia del joven ruso-español Yuri Santacruz, que cuando asiste al nombramiento como canciller de Adolf Hitler, no puede imaginar lo mucho que cambiaría su vida en Berlín. Había llegado allí unos meses atrás, después de haber huido, junto con parte de su familia, de San Petersburgo, asfixiados por una revolución que los había dejado sin nada. A Yuri también lo privó de su madre y su hermano pequeño, a quienes las autoridades rusas no permitieron la salida del país.
Ya en Berlín, su sentido de la justicia lo impulsará a defender a un joven comunista agredido por las tropas de asalto de Hitler. Ese día, además, conocerá a su gran amor, Claudia. Su vida dará un giro inesperado, y la que hasta entonces había sido su máxima prioridad, buscar a su madre y a su hermano, será sustituida por otra más urgente en esos tiempos convulsos: seguir con vida. Con un apasionante pulso narrativo, la autora nos ofrece una emocionante historia de amor y guerra, de lucha y supervivencia, de lealtad y traición.
En distintos capítulos va usted incluyendo citas de Goebbels para que la propaganda fuera lo más eficaz posible. Tanto en la Alemania nazi como en la URSS estalinista, esta juega un papel fundamental para filtrarse en la vida y la mentalidad de los ciudadanos. ¿Cómo lo valora con la perspectiva que da la historia?
Los totalitarismos utilizan la propaganda o el relato para manipular a la población y, no solo atraerla a su causa e ideología para apoyarla y ensalzarla como única y excluyente, sino también para señalar y anular a los que no entran a ese juego, a los que no siguen los cauces establecidos. Los principios de Goebbels en Alemania, utilizando la propaganda nazi a través de los medios de comunicación (se fabricaron radios muy baratas para que toda la población alemana tuviera una radio en su casa y que todo el mundo pudiera escuchar los mensajes repetidos, persistentes y constantes) fue el mecanismo de manipulación de la población alemana, consiguiendo convencer a la gran mayoría de que lo mejor para ellos era Hitler y el nazismo.
En el caso de Stalin, se estableció el «radiante porvenir», el relato según el cual el presente era la instancia en la que el futuro, el socialismo, se estaba construyendo afrontando necesariamente sacrificios, dificultades y miseria en la que vivían la gran mayoría de los soviéticos. La promesa de un paraíso futuro que nunca llega, salvo para la nomenklatura, es decir, los miembros del Partido Comunista, la «vanguardia» que ya vivían en ese paraíso prometido con los privilegios y ventajas que se le prometían en ese porvenir radiante.
¿El exceso de información que padecemos en la actualidad, el auge de las fake news y el desprestigio de los medios juegan en nuestra contra para no caer en manos de la propaganda camuflada de las redes sociales, el consumismo, etc?
Una sociedad frágil, vulnerable y, por tanto, fácilmente manipulable, será siempre caldo de cultivo para cualquier tipo de propaganda, manipulación o engaño del tipo y especie que sea. Para evitarlo deberíamos estar siempre alerta, conscientes que no solo se trata de tener acceso a la información, sino que deberíamos ser críticos con ella, saber analizarla y no quedarnos solo con el titular.
El trasfondo histórico está muy bien documentado. ¿Qué tipo de bibliografía buscó? ¿Incluyó documentales y/o películas? ¿Cuánto tiempo necesitó para empaparse de la vida cotidiana bajo el nazismo y el estalinismo?
Mi documentación siempre se basa en la lectura, también en documentales y películas. He consultado ensayos y he leído muchas novelas, de autores actuales como Las benévolas, de Jonathan Littell, La octava vida de Nino Hiratischwilli, y sobre todo me he podido acercar a obras escritas por autores que vivieron la época, con historias basadas en sus experiencias: Un día en la vida de Iván Denísovich o Archipiélago Gulag, de Solzhenitsyn, El vértigo, de Evguenia Guinzburg, Una familia moscovita, de Vasili Aksonov, o las obras de Vasili Grossman.
Además de las biografías y diarios personales de personajes históricos trascendentales como Hitler, Stalin, Speer o Rosenberg, he encontrado diarios de todo tipo de gente corriente, y por tanto he podido empaparme de experiencias personales desde muy distintos puntos de vista, historias escritas en el momento en el que sucedían los hechos que relatan y cómo esos acontecimientos históricos afectaban a su vida cotidiana. Títulos como los diarios de Viktor Klemperer, o el de Anónima (Una mujer en Berlín).
La novela es un fresco de lo sucedido en la primera mitad del siglo XX en Europa. Delante del auge de partidos de extrema derecha y del revisionismo histórico, incluso del negacionismo ante el Holocausto, ¿cree que existe el peligro de que hechos así puedan volver a repetirse?
Primo Levi, refiriéndose al Holocausto, dijo: «Ocurrió, por lo tanto, puede volver a ocurrir, en cualquier momento y en cualquier lugar»
El peligro siempre existe, no deberíamos bajar nunca la guardia, confiar en que a nosotros no puede ocurrirnos tragedia semejante. Es el gran problema del ser humano. Las nuevas generaciones nos creemos libres de todos los males y tragedias ocurridas en el pasado, pensamos que, a nosotros, como sociedad avanzada, acomodada, bien estructurada, no puede sucedernos semejante cosa, pero no es así. Y la historia nos lo ha demostrado. La humanidad comete los mismos errores una y otra vez.
No estamos exentos de nada de lo que ha ocurrido, tal vez no igual o con los mismos métodos, pero sí con el mismo resultado terrorífico que han vivido en otro tiempo.
Es increíble la resistencia del protagonista, Yuri, para sortear todos los avatares que le presenta la vida. ¿Cómo concibió un hombre tan íntegro y luchador? ¿Nunca duda, nunca está a punto de tirar la toalla?
Yuri Santacruz está en una duda constante, abatido por los avatares de la historia que le ha tocado vivir, tratando de asimilar la tragedia de la que es testigo y que le arrolla como ciudadano y como ser humano, primero de niño con las consecuencias de la Revolución Rusa, y más tarde con el ascenso del nazismo. Creo que su resistencia está en esos principios morales inamovibles que aprende de su madre.
El protagonista de la historia se debate entre dos mujeres. ¿Tuvo claro desde el principio cómo se iba a resolver este triángulo amoroso?
Nunca tengo claro nada hasta que no lo escribo. No tengo argumento, ni esquema, ni hilo conductor; me pongo a escribir y escribo, me dejo llevar como si estuviera leyendo un libro, hasta que la historia llega al final. A partir de ahí empieza un trabajo de relectura constante, una y otra vez, cuando ya conozco a los personajes, sus historias, sus avatares personales, cómo son y cómo actúan, y eso me permite afinar su perfil, depurar su carácter, sus formas… Así que hasta casi el final no supe qué iba a ocurrir con ese amor.9) cuenta ya con diecinueve ediciones.
ÚLTIMOS DÍAS EN BERLÍN
Paloma Sánchez-Garnica
Planeta, 648 pp., 22,90 €