«El género negro debe contar un tiempo y un lugar, especialmente sus aspectos más oscuros. Pero debe hacerlo de modo realista y, por lo tanto, también debe reflejar sus aspectos luminosos» afirma el escritor y periodista Javier Valenzuela (Granada, 1954) con motivo de su nueva novela, Demasiado tarde para comprender (Huso, 2023), que irrumpe al calor de uno de los versos de La chica de ayer, de Nacha Pop, como la primera novela negra de la Movida madrileña.
Un noir ambientado en las combustiones culturales y sociales de los primeros años 80 vertebrado a través de las cuitas de Olga Sanz –nieta del anarquista Liberto Sanz, personaje de su novela anterior Pólvora, tabaco y cuero (Huso, 2019)– para relatar sus desventuras periodísticas cuando era una joven redactora de Diario 16, en cuya cabecera, dirigida por Pedro J. Ramírez, y se encarga de la desaparición y presunto asesinato de El Nene, un «chorizo de poca monta», a manos de un grupo de policías corruptos.
Un hediondo episodio de las cloacas del Estado inspirado en el caso real de Santiago Corella El Nani, «el primer desaparecido de la democracia española», tal y como el propio Valenzuela acuñó cuando se encargó de investigar en primicia aquel crimen policial.
«Yo cubría sucesos y nunca había visto un registro tan exhaustivo, tan brutal», recordaba acerca de sus pesquisas en el domicilio de Corella tras el estreno de la miniserie documental Pacto de silencio, dirigida por los periodistas de RTVE Ángela Gallardo y César Vallejo, que reconstruye, con ingente material inédito y judicial, el «caso El Nani» y en la que el escritor ofrece una síntesis de su vívido testimonio periodístico. «Aquello era, más bien, propio de operaciones antiterroristas, contra ETA y los GRAPO, en busca de armas y explosivos. Y, por lo que me contaban, El Nani era, en todo caso, un choricete. Jamás implicado en delitos de sangre. ¿A qué venía semejante ahínco?».
Una incógnita que atraviesa el hilo argumental, lacerada con la determinación que procura la estampilla «Madrid noir» que compulsa la sobresaliente portada realizada por Mique Beltrán, en la que Olga Sanz, expectante a las puertas de Rock-Ola, observa de soslayo aquel festivo sístole de las madrugadas de la capital portando en su cuaderno de notas la única certeza posible: que tanto solo el ejercicio honesto del periodismo será capaz de despejar la bruma generacional que se cernía, aún, sobre el superviviente lodazal ejecutor del franquismo.
«A mí, lo que más me preocupaba profesionalmente entonces (y también hoy) era no meter la pata con una noticia. No dar una sola noticia falsa. Ni tan siquiera dar una fecha equivocada. Todo lo que publicaba tenía que ir a misa. Y a mi director, Juan Luis Cebrián, también lo presionaba el Ministerio del Interior de Barrionuevo», añade el autor.
Los ecos del oficio sustentan, entonces, buena parte del ingenio que estructura la trama, mientras Valenzuela, hábilmente, pasea su mirada por aquella extinta atmósfera de nicotina, mecanografía y lingotazos de JB propia de las redacciones, radiografiando un cosmos compartido, más allá del barrio de Suanzes, por dos de las principales cabeceras de un país todavía herrumbroso, tan solo coloreado en las instantáneas de Ouka Leele y con un el primer sabor a fresa ácida de las canciones de Objetivo Birmania.
«Levántate y lucha, esta es tu pelea» exhortaban los Ilegales desde los Estudios Norte de la siderurgia; mientras, «si me das a elegir entre tú y la riqueza… Me quedo contigo», cantaban. Una periferia en liza cuyo ritmo sostiene el pulso y la prosodia interna con la que transitar, de madrugada, la obra, portando en la suela de los zapatos, extenuados ya de tanto asfalto, las últimas colillas que se fumaban, a tientas, en los calabozos de Sol, entre cuyas rejas se colaban las primeras perlas ensangrentadas que empezaban a sonar a un mundo nuevo.
José Ramón Alarcón
© Agmaldonado.
DEMASIADO TARDE PARA COMPRENDER
Javier Valenzuela
Huso, 280 pp., 20 €
Periodista, editor y gestor cultural. Miembro del Consejo Editorial de la revista MAKMA