Este joven monstruo, Charlie Fox, Alpha Decay, traducción de Juan Manuel Salmerón Arjona, 288 pp., 21.90 €
¿Qué es un monstruo? ¿A partir de qué características lo identificamos y lo reconocemos? Alfred Jarry, el autor de la pieza teatral Ubú Rey, identificaba la monstruosidad con cualquier forma de belleza inagotable que pudiera encontrarse en la naturaleza. Porque en realidad no sabemos exactamente lo que son los monstruos. El monstruo encaja tanto en la definición de ser repugnante como de criatura irresistiblemente bella. La monstruosidad es una construcción cultural que se ha modificado con el paso de los años y que ha explotado en múltiples direcciones en la era de la comunicación y el arte de masas. Y para Fox, el monstruo supremo es el adolescente.
De las siete acepciones que le da la Real Academia de la Lengua al término «monstruo», cinco acarrean connotaciones negativas: anomalías, espanto, fea, perversa… Tan sólo una definición admite que la monstruosidad puede ser originada por cualidades y aptitudes que exceden a lo común ─la otra tiene que ver con la poesía─. Originariamente, la palabra latina monstrum proviene del verbo monere, que significa «advertir». ¿Simboliza, entonces, el monstruo, la posibilidad del ser para aquel que se arriesga y transgrede la normalidad? Pensemos, por ejemplo, en el Conde Drácula o la criatura del Doctor Frankenstein, dos ejemplos de monstruos clásicos, condenados ambos ─cada cual a su manera─ por transgredir las leyes de la Naturaleza.
A este origen apela Charlie Fox en Este joven monstruo, un ensayo ampliamente documentado tanto en la historia de la literatura como en la cultura pop, de estructura informe y original y muy divertido de leer. Fox era uno de esos niños a los que llamaban raros. La rareza, lo otro, la alteridad, le llevó a sentirse fascinado por esas criaturas que crecen en los márgenes. «(…) un miedo mezclado con asombro. Me sentí como electrizado. Era el sentimiento de lo monstruoso», cuenta. Recoge un testigo que hunde sus raíces en las teorías contemporáneas del género fantástico; por ejemplo, la de David Roas: «(…) la existencia de lo imposible, de una realidad diferente a la nuestra, conduce, por un lado, a dudar acerca de esta última, y, por otro, (…) a la duda acerca de nuestra propia existencia».
Para explicar su idea de la monstruosidad, Charlie Fox recurre tanto a Rimbaud como a Buffy cazavampiros. Ambos tienen algo en común: el adolescente. La adolescencia, según el autor, es el momento vital en que el ser humano está más cerca de convertirse en lo que entendemos por monstruo: todo en su cuerpo cambia, desde sus deseos hasta sus fluidos corporales; se siente solo y extraño, nadie a su alrededor le entiende. El adolescente es como una criatura obligada a aprender a ser humano escuchando a través de las rendijas de una cabaña perdida en el bosque.
Este es un libro sobre jóvenes creadores, de Rimbaud a Harmony Korine, de Michael Jackson a Rainer Werner Fassbinder, que desafiaron las normas de su época.