Por Carmen Corral
Hablar de «blockchain» o «cadena de bloques» está de moda y en muchas ocasiones se entiende sólo como la tecnología que permite el funcionamiento de las criptomonedas (bitcoin, etherum, ripple, litecoin, entre otras). Esta tecnología va más allá y cuenta con un amplio campo de aplicaciones en diferentes sectores económicos y funciones sociales, desde las aseguradoras a las ONGS. Con la blockchain se pasa del conocido «internet de la información» al «internet del valor», al internet que permite evaluar y gestionar el valor de bienes digitales sin depender de una entidad de confianza que centralice el proceso.
Con toda probabilidad las monedas virtuales han llegado para quedarse ya que, entre otras cosas, permiten a los usuarios evitar las denostadas entidades bancarias a la hora de realizar operaciones financieras. Es posible llevar a cabo inversiones y/o movimientos con cualquier moneda virtual, sólo hay que registrarse en una plataforma (por ejemplo, Coinbase, Bitcoin Wallet o Kraken), y acceder a la compra de monedas virtuales y enlazarla con una tarjeta de crédito o cuenta bancaria.
¿Cómo funciona la tecnología blockchain? Una blockchain es una base de datos distribuida que mantiene una lista de registros que crece de forma continua en forma de bloques. Cada bloque contiene una referencia temporal (timestamp) y un enlace al bloque anterior. Además, los datos de los bloques no pueden alterarse de manera retroactiva. Un bloque es, sobre todo, una lista de transacciones, y la «cadena de bloques» es una sucesión de bloques en la que cada uno hace referencia al anterior. Cuando un bloque tiene una posición en la cadena, no puede alterarse sin forzar un recalculo de los bloques posteriores, recalculo que requeriría una fuerza computacional ingente por lo que se considera que un bloque es inmutable después de seis confirmaciones.
Podría compararse el funcionamiento de la blockchain con un libro de contabilidad en el que se registran todas las transacciones y, además, los usuarios de la plataforma pueden acceder a cada transacción. El acceso a los datos es anónimo, cada transacción queda grabada en la base de datos de manera permanente puesto que está vinculada a otras transacciones (la «cadena»), y puede ser encontrada en la plataforma por el resto de usuarios mediante algoritmos que permiten buscar dichas transacciones (siempre desde el anonimato).
La blockchain es una tecnología sobre internet que permite realizar transacciones entre dos personas, presuponiendo desconfianza mutua, de forma segura, inmutable, distribuida, semi-transparente, universal, neutral y sin intermediarios.
Además, la blockchain es una criptomoneda, una infraestructura de computación, una plataforma para efectuar transacciones, una base de datos distribuida, un registro inmutable, una plataforma de desarrollo, un software Open Source (FLOSS), un marketplace de servicios financieros, una red P2P (Peer-to-peer) …
Y, en la plataforma de las bitcoin, la blockchain se utiliza para visualizar transacciones de manera segura y transparente en una base de datos encriptada, así como para evitar el double spending o doble gasto (cuando un usuario malintencionado intenta gastar sus bitcoin al mismo tiempo en dos destinatarios).
En definitiva, la posibilidad de almacenar datos personales e industriales en una base de datos segura y completa permite imaginar las múltiples implicaciones que este tipo de tecnología puede tener sobre el futuro de los negocios. La utilización de la blockchain empezó con las bitcoin, y recientemente comienza a aplicarse a otros servicios que requieren visualizar la transacción y las partes involucradas en la misma.
En el mundo de la blockchain se intenta redefinir la industria de los contenidos digitales de dos maneras diferentes. Una de ellas es mediante la creación de nuevos protocolos descentralizados para etiquetar contenidos digitales y su uso en bases de datos, también descentralizadas, con la idea de que, en el futuro, dichas bases sean registros universales para licencias de contenidos digitales. La otra manera es a través de servicios y aplicaciones que quieren utilizar los protocolos descentralizados para establecer plataformas en las que los creadores puedan etiquetar, almacenar, definir licencias o distribuir sus creaciones de manera descentralizada. De este modo el autor no pierde el control sobre su creación y puede seguir el rastro de cada uso con la consiguiente compensación por derechos de autor. ¿Será la blockchain el modo de acabar con la piratería de contenidos digitales? Todo se andará.
Por el momento, algunas de las implicaciones de la blockchain son, por ejemplo, la colaboración entre Google y Visual Edition, denominada Editions At Play, que recurre a la tecnología blockchain para la difusión del libro A Universe Explodes en forma de ebook, con la posibilidad de prestar ese libro como si fuera tangible, físico. La blockchain registra cada préstamo, exactamente como hace con las transacciones de las bitcoin. El libro tiene la posibilidad de ser prestado hasta cien veces y puede leerse en dispositivos móviles.
La blockchain empieza a cosechar éxitos en la industria musical, sector en el que actúa como un sistema de registro de transacciones dentro del cual la información es distribuida a través de una amplia red pública. Spotify, por ejemplo, busca resolver su problema de remuneración a los artistas mediante una plataforma (Mediachain Labs) que utiliza la tecnología blockchain en una base de datos que permita un control sobre el número de reproducciones musicales realizadas por los usuarios de una manera segura y transparente.
La problemática de las reproducciones en plataformas como Spotify resulta de difícil resolución ya que una buena parte de la música que está en estas plataformas se presenta sin licencia, lo que significa que Spotify sube canciones sin solicitar licencia a los legítimos titulares de los derechos de explotación (se estima que un 25% de las canciones no cuentan con licencia). Ya hay empresas, como la sociedad estadounidense Audiam, que se ocupan de la recuperación de las regalías no remuneradas. En cualquier caso el problema de la comunicación pública (art. 20.2, letra i de la Ley de Propiedad Intelectual) no se limita exclusivamente a Spotify, sino que también se da en una de las páginas web con más tráfico en la red: YouTube.
La importancia de la tecnología blockchain radica precisamente en permitir el acceso a una base de datos segura y transparente que registre todas las transacciones ─todas las veces que se escucha una canción o se visualiza un vídeo─, y localice a los legítimos titulares de derechos para su remuneración equitativa y única. Con el etiquetado y el uso de metadatos abiertos de derechos de autor puede definirse a quien corresponde pagar.
En definitiva, con protocolos descentralizados abiertos como los de la blockchain será más fácil la búsqueda, etiquetado y análisis de uso de contenidos digitales. Pronto aparecerán nuevas aplicaciones de la tecnología blockchain en el ámbito de la propiedad intelectual. Habrá que estar con los ojos bien abiertos.
LECTURAS RECOMENDADAS:
Blockchain: la revolución industrial de internet
Alexander Preukschat (Coordinador), Gestión 2000.
Escrito por un grupo de profesionales provenientes de distintos ámbitos (marketing, banca, arquitectura, periodismo, informática…), pero que comparten un mismo interés por la blockchain, este título aborda el funcionamiento de dicha tecnología y la incidencia que puede suponer su aplicación en diferentes sectores. Un texto fundamental para entender la nueva era en internet (http://libroblockchain.com/)
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Eli Pariser, Taurus.
Publicado en 2011 no ha perdido, ni mucho menos, un ápice de actualidad y se considera el primer libro que analiza el fenómeno de la selección mediante algoritmos de empresas como Google, Facebook o cualquier portal de noticias. Se explican las consecuencias de los resultados personalizados sobre nuestra recepción de información y, en consecuencia, sobre nuestra forma de pensar. La personalización es motivo de inquietud en lo que atañe a la privacidad, pero también por sus repercusiones sociales y políticas.
Barrena digital. Diez reglas sobre internet tras Snowder, Michael Seemann, Melusina.
Aguda reflexión sobre la idea de un internet europeo con controles fronterizos, medidas de retención de datos, y un cuerpo policial automatizado. Mayores niveles de vigilancia, pero también más oportunidades de comunicación y organización. El libro recoge el material publicado por el autor en el blog que abrió en 2010, un blog en el que teorizaba sobre la ausencia de control de datos en internet.