La ganadora de la tercera edición del “Premio Hispanoamericano de Cuento Gabriel García Márquez” acaba de publicar en España, de la mano de la Editorial Novona, su laureado libro “La composición de la sal”. Una muestra más de que la tradición cuentista hispanoamericana está viviendo un esplendoroso florecimiento al que no son ajenos ni lectores ni crítica.
Magela Baudin responde fielmente al estereotipo, mucha veces denostado y lleno de clichés, de la escritora hispanoamericana. Tremendamente culta, dulce y pausada, su conversación está plagada de imágenes poéticas que envuelven al oyente. Lo que más repite en su serena conversación es que su literatura no es explicita, que deja que sea el lector el que se implique en las historias y haciéndolas suyas. Cuenta más de lo que narra y deja en sus textos espacio para la recreación, la duda y la reflexión. Alcanza su objetivo: como en las buenas películas, tras leer una relato de Boudin, los personajes nos persiguen durante días continuando una vida que la autora sutilmente solo ha insinuado. En pocas líneas consigue que empaticemos con ellos o que los detestemos y lo que es más difícil: logra que nos quedemos con ganas de saber más y que impelidos por su narración el lector recree la historia convirtiéndose en sujeto activo. Despierta la curiosidad y contagia al lector su afán por comprender la realidad.
Esta capacidad por enganchar al lector y suscitar su interés tal vez se explique por su condición de bregada periodista. “Periodismo y literatura poseen lenguajes distintos pero el periodismo ofrece herramientas. La gimnasia diaria, la jerarquización, la síntesis y sobre todo el afán por saber qué ha ocurrido”.
Esta boliviana que en el 2014 ganó el Premio Nacional de Novela de Bolivia y en 2015, el Hispanoamericano de Cuento, se alzó el año pasado con un premio auspiciado por el gobierno de Colombia. La sombra de Gabriel García Marquéz es muy alargada y desde el reconocimiento mundial que posee ya para los siglos el escritor Nobel qué mejor manera que revitalizar el género que crear un certamen con su nombre. Un género que nunca ha estado moribundo pero que en ocasiones ha sido tratado como menor.
Algo debe haber en el ADN de los hispanoamericanos para que sean tan fabuladores, tan cuentistas; son los maestros de la narración corta.
Baudin explica que tal vez la fuerte tradición oral, esa necesidad de explicar de viva voz la realidad sea una de la causas de que el cuento sea tan consustancial a la cultura sudamericana. Pero la tradición oral es común a todos los pueblos y es cuando le hacemos notar este detalle cuando ofrece otra razón: “durante la conquista se prohibió la difusión de novelas. Los reyes veían como una amenaza que a través de las páginas se fuera en contra de sus intereses políticos colonizadores. El cuento no parecía peligroso. Tal vez por eso se ha aprendido a contar sin contar, a no ser evidentes”.
Magela Boudin se encuentra cómoda en el género del relato. Está presentando su libro en España pero, como no podía ser de otra manera, anda enfrascada al mismo tiempo en una novela y en un libro de cuentos. Tiene totalmente diseñada la estructura de ambos proyectos. Y a los dos les dedica la misma atención y mimo. Pero el cuento le sirve para desconectar, para evadirse y no perder eso que ella denomina gimnasia diaria. En el fondo ella es una cuentista. Una narradora que valora, como hacen sus lectores, la capacidad de síntesis que encierra el relato corto. En una novela el lector puede descansar, saltarse incluso páginas o recrearse en fragmentos en que lo estético prima sobre lo argumental. En el cuento no hay lugar para pausas: desde la primera frase se produce el flechazo y ya no podemos parar de leer. La virtud de Magela es que tras haber concluido el cuento seguimos pensando en esos personajes y es que la poesía que emanan de sus palabras esconden mil sensaciones.
“La novela es más generosa en cuanto te permite equivocarte más. El lector tiene otra paciencia con la novela, puede esperar varias páginas hasta saber qué pasa. El cuento no tiene espera. La novela tiene otro devenir, otra cadencia más lenta, más pausada, otras explicaciones. Tiene aire, un oxigeno que el cuento no tiene. Permite desarrollar con mucha más precisión y orfebrería no solo el personaje si no el lugar. De hecho cuando estoy inmersa en la elaboración de una novela descanso de ella escribiendo cuentos. El cuento es algo compacto, comprimido. El cuento es la síntesis, catalizar en un instante lo que puede ser un momento y un espacio. La novela es todo lo contrario, puedes explorar ese mundo hasta sus límites. Pero mis novelas son de aliento corto, no soy novelista de grandes distancias, son novelas cortas. Supongo que tiene que ver con esta hermandad con el cuento, que siempre me acompaña. Pero me gustan ambos géneros”
El proceso de alumbramiento para la autora es también poético: “para mí un cuento es el negativo de una foto en el cual puedes verter la realidad. Odio la literatura explicita. Una imagen puede ser el anzuelo. Una imagen en la memoria que viene a interpelar al presente y a la cual comienzo a buscarle una explicación y a construir la narración. Siempre desde el personaje. Me interesa la exploración psíquica aunque en el cuento por sus obvias restricciones de espacio no vaya a caber. Pero sí me interesa que el personaje pueda verse, con todas sus pliegues y complejidades. Trabajo mucho el psique. Y como el negativo de una fotografía plasmo una realidad insinuada en sus sombras más que como una realidad concreta. Que sea el lector el que intente descubrir qué es lo que ha pasado, que trabaje conmigo. Supongo que esta forma de escritura es una proyección del tipo de lectora que soy yo: comprometida. Por eso digo que en el cuento te mojas las manos, no te contentas con contemplar el agua”.
La autora es una gran observadora, algo que poseen los buenos periodistas y por supuesto los grandes escritores. Le gusta indagar y llegar hasta el fondo aunque el fruto de esa observación no se vislumbre del todo en sus narraciones. Ha aterrizado en Barcelona en una celebración multitudinaria: la Diada del 11 de septiembre. Y aunque ella es la entrevistada no puede evitar preguntar y buscar razones al mismo tiempo que hilvana la impresión que le ha producido una ciudad volcada en la calle. Sin hablar de política o ideologías, expresando sensaciones y dosificando sabiamente el silencio. Porque como ella misma dice “En el silencio hay una poderosa poesía, en la manera de leer componiendo ese silencio es donde mejor habita el cuento”.
Por Reyes Salvador